martes, 22 de abril de 2014

Más espeso que el agua



La estatal sueca SVT puso al aire esta serie de una temporada única de 10 capítulos, entre enero y marzo de 2014. Se trata de una comedia dramática con un interesante caudal de intriga que fue creciendo con los correr de los capítulos.

Anna-Lisa (Stina Ekblad) vive en su casa, que a la vez es una posada de huéspedes. Ella es viuda, madre de tres hijos:Oskar (Joel Spira), es el único que está casado, y junto a su esposa e hija, vive y trabaja en la posada; Lasse (Björn Bengtsson) es el mayor, separado y con una hija, vive en Estocolmo, y también se dedica al rubro gastronómico. Abandonó la casa de sus padres de joven, ahora está divorciado, y tiene algunas deudas en su negocio que no lo dejan dormir tranquilo. Jonna (Aliette Opheim) es la hija mujer que se dedicó a la actuación. Está de novia con un director de teatro, se gana la vida trabajando en obras menores, y sueña con que se concrete una oferta de un papel importante que le han ofrecido recientemente

Los hijos deben acudir a su casa ante el insistente llamado de la madre. Ellos hace años que no se encuentran, tienen una relación distante, fría, y con algunos asuntos pendientes de aclarar. Esta parece ser una regla fija de la historia: ningún personaje parece estar en condiciones de arrojar la primera piedra, y los secretos e intrigas que existen entre todos ellos entretejen una telaraña de puede dejar atrapado al primero que de un paso en falso. La madre es protagonista de gran parte de estas historias, y no es casual el motivo ni el momento de la convocatoria.

Al comenzar de la serie, se precipitarán acontecimientos que forzarán la convivencia de los tres hermanos después de tantos años. Será el momento de probar la resistencia de la telaraña.



Acotada, mesurada, y justa en todos sus aspectos, este drama familiar, por momentos roza el relato oscuro, por otros juega con la ironía y el sarcasmo de algunos de sus personajes, mientras que a la vez se refresca con la presencia de jóvenes adolescentes que si bien no pueden estar al margen de los conflictos que los rodean, tampoco le escapan al fluir de sus instintos e intereses.

La locación utilizada es un aspecto distintivo de la serie. La trama transcurre en Åland, es un archipiélago de miles de islas, islotes y escollos, que constituye una región autónoma y desmilitarizada de Finlandia, de habla sueca, situada en la entrada del golfo de Botnia, en el már Báltico. La serie transcurre en el verano, que es cuando la posada se encuentra abierta para recibir huéspedes. Un verdadero paraíso para la vista, la fotografía y el contacto con la naturaleza son una constante que marca un sello de calidad, al igual que lo cuidado de la apertura y la banda sonora. Más información de Åland aquí.

Escrita por Henrik Jansson-Schweizer (Häxdansen), dirigida por Erik Leijonborg (Tusenbröder, Van Veeteren, Maria Wern), Molly Hartleb (Ängelby, Kommissarie Winter), Anders Engström (Morden, Vares, Wallander) y Anette Winblad.



Televisión estatal sueca: http://www.svt.se/tjockare-an-vatten/

sábado, 11 de enero de 2014

El puente - 2da Temporada



El puente es una serie coproducida por las televisiones estatales de Suecia y Dinamarca. Su emisión de los domingos a las 21 hizo trepar a picos de 42 puntos de audiencia en pantalla en Dinamarca, y fue vista por más de 900.000 personas en la región. Con dos años de diferencia, se emitieron dos temporadas de diez capítulos entre octubre y noviembre de 2011 y 2013.

El comentario de la primera temporada se fue tratado en una entrada anterior, aquí en nuestro blog. Recién acabada la segunda, vamos a por ella.

Con marcados elementos de imagen y diseño escandinavo, esta segunda etapa retoma los hilos del final de la anterior. Un nuevo hecho policial que involucra a las dos orillas reanuda la colaboración de ambas policías, y es entonces que Saga y Martin vuelven a encontrarse.

Un año ha pasado desde la última vez que ellos dejaron de verse, y (con permiso) vaya que ha corrido agua bajo el puente. Martin se recupera de la pérdida de su hijo en manos de un asesino impiadoso, y su vida de relación está hecha pedazos. Continúa trabajando para la policía, y al amparo de su jefa logró escapar de la gestión callejera para ocuparse de tareas de coordinación con las demás agencias europeas. Saga vive con su novio, con las salvedades que la compresión del término signifiquen para uno y otro: él es un hombre dedicado al negocio del comic, que se muestra atento y tierno con ella, quien a su vez, sólo se muestra apasionada cuando tiene sexo de casi manera fisiológica.



En esta segunda entrega, los actores mantienen de manera algo despareja los rasgos de la temporada anterior. Martin se deja ver golpeado por tragedia. Hay un gesto dramático que el actor Kim Bodnia lleva adelante con buen despliegue, a la vez que se muestra como un policía algo tosco y directo, para lo que el estándar protocolar danés pudiera preverse. El personaje de Saga compuesto por Sofia Helin es en principio simpático, pero con el correr de los capítulos se vuelve algo forzado, y hasta a veces, poco creíble. Existe en internet un divertido debate acerca de si ella padece el Síndrome de Asperger, una especie de autismo de alto funcionamiento, con importantes dificultades para interactuar socialmente, expresar sentimientos, y manejarse con sutileza, acompañado a la vez por un nivel de inteligencia por encima del promedio. Nada de eso se dice en la serie, pero es claro que los guionistas hicieron su asado con este rumor, y llevaron hasta un extremo poco razonable el desempeño de la actriz.

Al igual que en la temporada anterior, la acción se desarrolla en la zona fronteriza entre Malmö y Copehague, y los actores hablan cada uno en su lengua nativa. Se sabe que estos lugares, la convivencia entre orillas ha acercado las sutiles diferencias idiomáticas de los dos países, aunque en la serie estas barreras se muestran algo más permeables que en la realidad. Dispersos son los momentos en los que los actores se corrigen mutuamente alguna pronunciación defectuosa. Detalle sólo detectable por fanáticos o lugareños.

Ya habíamos adelantado al final de la entrada de Bretel sobre la primera temporada que se venía una versión yanqui en la zona de El Paso y Ciudad Juárez. Claro, una cosa es una frontera entre Suecia y Dinamarca, y otra muy distinta es entre Estados Unidos y México (¿no se les ocurrió hacerla en la frontera norte, con Canadá, o es que allí los crímenes no tienen el punch cotidiano necesario como para encarar una serie televisiva?) La temporada 1 de The Bridge terminó en octubre del 2013, y ya arrancó la segunda. Lo que comenzó ni bien se estrenó la serie, fue la polémica en toda la zona de influencia mejicana. El medio local de Ciudad Juárez, en su nota de julio de 2013 titula: “Ofende la serie The Bridge a Ciudad Juárez” . En la misma, el alcalde local Héctor Murguía Lardizábal sostiene: “Hoy tenemos que ser muy claros que lo que afecta a Juárez, nos afecta a nosotros, a los que no tienen nada, por ello no se puede permitir que programas como estos o que personas que están llenos de comodidades y son insensibles a los problemas de los demás critiquen a la ciudad sin bases ni fundamentos.” También advirtió que“podría interceder ante las autoridades diplomáticas de México para protestar en contra de la nueva serie de la cadena Fox”. Más aquí y aquí.



Hay varios estudios que intentan explicar las supuestas altas tasas de suicidios en los países que ostentan el mejor nivel de vida global. También existen numerosos trabajos de científicos sociales que sostienen que el frío extremo y la poca luz en invierno inducen a las personas a quitarse la vida. Sin embargo, países con climas sumamente diversos como Finlandia, Uruguay y Bután aparecen juntos en el ranking de muertes auto infligidas, separados por algunos dígitos decimales. En un estudio particular de los Estados Unidos, Hawaii ocupa el segundo lugar en términos de satisfacción de vida, y el quinto en cantidad de suicidios; Nueva Jersey está en el puesto 47 de ambas métricas.

En el caso nórdico en puntual, una explicación interesante podría ser algo así como que “una persona infeliz rodeada de personas felices se siente aún peor”. Mal de muchos, se dice en el barrio. La realidad es que si se estudian en detalle estadísticas serias, se ve que la situación en la Escandinavia toda no es la más grave, e incluso la tendencia de suicidios ha ido disminuyendo con el correr de las décadas.

¿De dónde viene entonces esta creencia de que en Suecia la-gente-se-suicida?

Algunos atribuyen la instalación de esta idea a una nota que en 1960 publicó el diario New York Times, con datos tomados a partir de 1957, acerca del suicidio en el mundo. En aquel entonces, pocos países tenían estadísticas confiables que mostrar, salvo algunos pocos, como Suecia, que quedó sexta en el ranking, tras Japón, Austria, Dinamarca, Finlandia y Suiza.

La nota tiene una cronología casi paralela con el discurso del entonces presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower, quien vinculó el incremento de los suicidios en Suecia con… el socialismo. En esa oportunidad, el mandatario mencionó como “experimento” al “casi completo paternalismo del sistema socialista sueco, que fue el responsable de la mayor tasa de suicidios durante la década de 1950”. Como explica la Dra. Julie Olander en su trabajo “El descenso del suicidio en Suecia: 1950-2000” “la expresión de Eisenhower es más una declaración política del líder militar de la II Guerra Mundial que un razonable análisis de las causas del suicidio.”

Se supone que todo esto alcanzó para construir el concepto generalizado de que allí la gente se quita la vida si descubre que se quedó sin aceite un domingo por la noche. Ahora ya se puede conectar rápidamente Suecia y suicidio. Haga la prueba, busque en la internet, y se podrán leer comentarios del tipo: “…como se sabe, un país con una alta tasa de suicidios…”. Algo similar sucederá si la búsqueda es “Francia perfumes ducha” o “Tailandia turismo sexual”

Como sea, si se consume con mediana frecuencia series o filmes del género policial escandinavo, el suicidio como componente del guión aparece, del mismo modo que es infrecuente toparse con relatos en los que se presente el crimen de bandas o la convivencia entre la policía y el narcotráfico. Cada región gusta de mostrar lo que le sucede o lo que le conviene, aunque algunas veces (de algo se habló aquí) el mensaje resulte confuso o contradictorio.



Así como los pulloveres de Sarah Lund en la excelente Forbrydelssen, aquí el Porsche 911 de Saga constituye un fetiche que impulsa el debate entre los seguidores y detractores de la protagonista. También su forma de atender el teléfono ("Saga Norén, Länskrim Malmö") es furor en internet y popular sonido de celular. No es de extrañarse que tras el rotundo suceso que tuvo la serie danesa (que ya va por su tercera temporada), los productores hayan visto luz y pensaron en otra señorita policía con problemas en su vida privada. Tal vez el desacierto fue pensar demasiado en cómo lograr un producto vendible fronteras afuera. Aquel sutil dejo noir al que nos tienen acostumbrados los policiales nórdicos ha sido dejado de lado, a la vez que la complejidad de la trama pareciera haber pasado por un tamiz para hacerlo más asequible al gran público globalizado.

La cuestión a dirimir es si habrá o no una tercera entrega. Habrá que esperar hasta 2015.



Televisión estatal danesa: http://www.dr.dk/dr1/broen/
Televisión estatal sueca: http://www.svt.se/bron/

martes, 8 de octubre de 2013

La purga




En los Estados Unidos del año 2022, hay una jornada que lleva distensión a los atribulados corazones de sus habitantes. Habiéndose logrado un record en la baja del nivel de desempleo del 1%, y con los índices de violencia por debajo del piso histórico, la población parece vivir este día con gran entusiasmo y actitud participativa. Es que la nación actual es “una nación renacida”, bendita como siempre, pero la diferencia es que ahora se menciona enfáticamente a “nuestros padres”, aquellos que en el día de hoy permitirán purgar las almas. Las consignas suenan fuerte en la radio, y se multiplican en las personas que se cruzan por la calle, con el mutuo augurio de “que tenga una noche segura”. Un día del año en especial, que llevando al grotesco algunos titulares actuales, puede ser un día cualquiera en los Estados Unidos.

La purga cuenta la historia de un futuro cercano en el país del norte, en el cual hay un día al año reservado para que los ciudadanos suelten su violencia contra el prójimo con total impunidad. Están legalizados todos los crímenes, incluso el asesinato, a partir de las 19 y por las siguientes doce horas. Sólo algunos funcionarios del gobierno a partir de cierto rango están excluidos de la oferta, y se advierte que los servicios de policía y bomberos no estarán disponibles. Se podrán utilizar todo tipo de armas hasta un determinado calibre.

Los medios están en su salsa en un día así. Desde temprano difunden vídeos registrados en jornadas de años anteriores, y pululan los especialistas que analizan los valores de esta práctica. Hay llamados de oyentes que cuentan sus planes para hoy: uno está decidido a ir por su jefe. Otros, en cambio, prefieren encerrarse en casa y seguir el curso de los acontecimientos por la TV. Claro, encerrarse en casa no es metafórico, ya que uno no sabe que puede estar tramando el vecino. La otra pata de la historia lo constituyen los sistemas de seguridad, sofisticados mecanismos de blindaje y monitoreo, que transforma la vivienda en un verdadero alcázar.



James Sandin (Ethan Hawke) vive con su esposa Mary (Lena Headey) y sus hijos Zoey (Adelaide Kane) y Charlie (Max Burkholder). Viven bien, en parte gracias a la actividad de James, que es la venta de dispositivos de seguridad para hogares. Teniendo en cuenta los índices de delito vigentes, parece haber sólo un día al año en el que la inversión tiene sentido. Está llegando a casa, falta poco para que suene la sirena y se desate el vía libre. Aún así, tiene tiempo para saludar a sus vecinos, muchos de ellos clientes suyos, que le muestran su agrado por haber contado con sus servicios.

El film acerca una reflexión interesante, que de haberse ahondado, habría sumado varios puntos a su calificación final. A partir de las declaraciones de quienes son consultados por los medios minutos antes de darse por iniciada la purga, se escuchan comentarios que vinculan esta actividad como positiva, ya que, por ejemplo, sirve para deshacerse de los pobres y los enfermos, verdaderas cargas para el estado. De allí que en pleno momento de cacería, se puede ver a un indigente negro suplicando por una casa que le dé asilo y protección, ya que se sabe a merced de la furia comunitaria. Pero por desgracia la acción del filme se centra en lo que sucede dentro de la casa, cuando lo verdaderamente interesante hubiese sido mostrar que pasaba en las calles, y quienes eran las víctimas y victimarios. Esto de la casa tomada, tan recurrente en las películas norteamericanas a partir de los sucesos de las torres gemelas, es un cliché a esta altura bastante relamido, aunque nunca pierde efecto, y tiene de algún modo el propósito de justificar tanta violencia hacia fuera, pura y exclusivamente como un método defensivo. Intenta también dar sentido a cuanta intervención se requiera de los Estados Unidos dando entidad a un enemigo monstruoso y poderosísimo: el terror.

Pero hay un giro interesante que hace valer la pena la realización. Nada que contarse, para no perder encanto al descubrirlo por si mismo, solo reflexionar acerca de que sucederá cuando ya sean erradicados todos los pobres, los enfermos, los ilegales, y todos aquellos que se suponen la causa de todos los padeceres. ¿Quién seguirá luego, cuando ya todos sean blancos, anglosajones y protestantes? ¿Se armará una nueva lista, ordenada por cantidad de yates y piscinas por familia? ¿Mandarán a erradicar a aquellos que no alcancen determinados ingresos al año? ¿A quienes se imagina uno como los nuevos dueños de la nación?



El día elegido en el calendario es el 21 de marzo. Dio curiosidad revisar efemérides estadounidenses de esa fecha. En 1963 se cierra la prisión de Alcatraz; en 1965 comienza la marcha por los derechos civiles encabezada por Martin Luther King. En 1979 se ejecuta la primera pena de muerte por inyección letal, y en 2010 fue el día en el que el presidente Obama promulgó su ley de reforma sanitaria, que extendería los beneficios de una salud universal a gran parte de la población, hasta entonces excluida de ésta.

El director es James DeMonaco, hombre que al juzgar por sus títulos anteriores, gusta de las balaceras. Ya se encaró la realización de una segunda parte, como es de esperar. Vaya comprando pochoclo, fideos o balas, según le parezca. Y por las dudas, tenga en ojo a la gente de su barrio, no sea cosa que algún gobernante se le ocurra sacar alguna enmienda novedosa que en haras de la seguridad termine poniéndonos a todos en peligro.


Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2184339/

miércoles, 14 de agosto de 2013

La reconstrucción




Cuando el dolor aparece, no sólo es necesario contar con la entereza suficiente para soportarlo, sino también estar dotado de una importante cuota de valentía como para enfrentarlo. El valor como para soportar el sufrimiento del otro, no ya del propio, sea físico o mental. Ese temple que permite mantener la traza cuando se está conversando con alguien que ya reconoce que pronto no seguirá con nosotros; que a veces por piedad, decoro, o simplemente para no incomodarnos, nos hace creer que el trance va a superarse, usando gestos y frases propias de un mal actor secundario, o tal vez justamente por ese lugar que le toca estar, aprovecha para decirnos esas cosas que no se animó nunca antes a mencionar. Y poseer ese valor no es patrimonio de todos, ni obligación mucho menos. No sería tan fácil sino negar la ayuda con la vista en alto, cuando se nos solicita en la calle como una mano extendida o nos apoyan algún objeto en la pierna cuando viajamos en tren.

La primera escena de la película, a escasos segundos de comenzar, ya delinea el concepto que gravitará a lo largo de los restantes minutos: el valor para enfrentar el dolor. Eduardo (Diego Peretti), es un hombre hosco, mal entrazado, poco comunicativo y en general hostil con el entorno. Trabaja en una compañía petrolera, en el sur argentino. En coincidencia con el comienzo de sus vacaciones, recibe el llamado de Mario (Alfredo Casero), un amigo suyo que vive en Ushuaia, la última ciudad del mundo. Le insiste mucho para que viaje para allí, algo que finalmente accede, no sin algo de fastidio. Mario vive con Andrea (Claudia Fontán) y sus dos hijas adolescentes, Cata (Eugenia Aguilar) y Ana (María Casali).



A poco de llegar, el carácter de Eduardo se dejará mostrar sin matices, dando lugar a una serie de situaciones incómodas. De trato difícil, casi irracible y manejándose en el límite inferior de lo civilizado, pondrá en una posición compleja a Mario, un padre cariñoso y afectivo con su familia, que deberá explicar a sus jóvenes hijas de dónde sacó semejante amigo.

El resto de los eventos se desencadenarán de manera más o menos rápida, y darán paso a la verdadera historia que existe por detrás.

Diego Peretti, muchas veces verborrágico, compone esta vez un personaje que, con suerte, llega a las tres carillas de parlamento en todo el filme. Hay en su trabajo gestual y en su aspecto físico todo lo necesario como para llenar de líneas de diálogo varios capítulos. Muy a su medida, y sólo repitiendo algún que otro tic de otros trabajos anteriores, conmueve y estremece, pero fundamentalmente convence, que es algo que en un actor debe valorarse mucho. Igual mérito para Alfredo Casero, un actor que por su origen puede ser afecto a los excesos, aunque esta vez no sea el caso. Claudia Fontán carga con el valor de mostrarse con soltura en la cotidianeidad y en la tragedia. En general, las actuaciones cuentan con un muy buen nivel de acoplamiento, lo cual le da al trabajo una solidez de relato destacable. Bienvenido es el nuevo rumbo que decide tomar el director Juan Taratuto en este, su cuarto trabajo, abandonando el género de la comedia, y arriesgando en una apuesta visual y emotiva de gran porte.



Allí en la bella Ushuaia, uno de los paisajes naturales más hermosos del planeta, La reconstrucción invita a entender los silencios ajenos. A no apresurar los juicios acerca de las no acciones u omisiones de los otros. A no exigir prestancia y diligencia en las respuestas acorde al ánimo de las preguntas. A no aceptar los estándares como filtro fino por el que deben pasar todos aquellos que quieran ajustarse a lo establecido, a no discriminar los afectos. Y nos enseña también que todos los dolores quedan guardados, sólo que a veces desconocemos en que sitio. Sin consignas de autoayuda de medianoche, ni angustia pasatista, solo con retazos de vidas que pueden ser la de cualquiera de nosotros.


Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2718462/

viernes, 14 de junio de 2013

Buscando a Sugar Man




El director sueco Malik Bendjelloul dirigió en 2012 este documental que le valió varios premios, entre ellos el Óscar norteamericano en el rubro documental largo y galardones en los Festivales de Moscú y Sundance. Cuenta la historia del cantautor norteamericano de ascendencia mejicana Sixto Rodríguez, que a principios de los años 70 grabó dos discos que tuvieron escasa o nula repercusión en su país. Por algún que otro motivo del azar, sus trabajos llegaron a Sudáfrica, donde no sólo se hicieron muy populares, sino que además influenciaron a muchos músicos jóvenes de ese país. Sus canciones también acompañaron a la juventud durante las grandes jornadas de protesta contra la segregación racial en ese país, gobernado por un régimen que imprimía duras censuras y persecución política a la población. Rodríguez es oriundo de la ciudad de Detroit, cuna de la industria automotriz norteamericana, merecedora de una clase trabajadora que conoce el áspero rigor de una recesión que comenzó justamente allí por los 70, a raíz de las crisis del petróleo y la competencia automotriz japonesa. Sus letras no son exactamente pinturas pasatistas, sino retratos de una época dura. No es de extrañar que hayan calado hondo en el corazón de la protesta sudafricana.



Estamos posiblemente ante una de las producciones más emotivas de los últimos tiempos, básicamente porque no se trata de una película más “basada en hechos reales”, sino de un producto de género documental guionado de manera impecable. Por como está planteada desde el principio, la historia es ya poseedora de un caudal fantástico propio. Y es que el relato, por imparcial o apasionado, no puede evitar que la figura de Rodríguez se torne, como poco, intrigante, idílica; inevitablemente romántica. Pero con el correr de los minutos, esta dosis mínima de fantasía comienza su efecto en cascada, y la genialidad del guión loga expandir su potencial para dar paso al mito. Nada es más venerado que aquello que vuelve de sus propias cenizas.



La tan común figura del artista que se deja ver en los medios de comunicación, a través de entrevistas, o bien en filmes biográficos o de ficción, nos muestra personas que de tener la mirada tan afilada en su arte, carecen de capacidad crítica para evaluar la vida corriente de una forma traducible a los ojos del resto de los mortales. A muchos de ellos incluso le es casi imposible arrancarles una opinión concreta de algo, se sospecha que por incapacidad de expresión trivial o por un alto nivel de evasiva para insertarse en la vida real.

Para que el artista pueda contactarse con su pueblo, debe involucrarse en su cotidiano, consumir su comida y moverse en su barro. Esto no exime ni obliga: la mirada sensible no es patrimonio de pocos, y muchos son capaces de retratar al otro casi sin acercarse, o incluso siendo bien distinto. Pero el artista que no es como su pueblo, sino que es parte de él, cuenta con un adicional difícil de adquirir en una academia, o a través de una campaña de prensa discográfica. El verso no necesariamente crea obligaciones, pero establece cotas mínimas de las cuales no es posible bajar, al menos sin consecuencias.



Algo en la obra de Rodríguez pone al autor en sincronía con el suceso, y es la impactante consecución entre lo sugerido por el artista y lo realizado por el hombre. Un hombre que logra expresarse y plasma sus ideas en una obra artística, y posteriormente no tiene otra cosa con que defenderla que con su vida misma, puede no ser un constructor de castillos, pero tiene un valor simbólico demoledor, principalmente porque allí existe un aval para demostrar que el verso no fue presa de la métrica. Insisto, decenas de poetas y artistas han sabido elevarnos con sus creaciones, la mayoría producto de la pura imaginación, es decir actuaciones, inventos, mentiras mismas como aquellas que dicen: “Yo te conocí en un verano...”, “Mi amada de Hong-Kong…”, etc. Y el que recibe la fantasía lo sabe, claro, pero también quiere creerlo, le gusta pensar que eso ha sucedido de ese modo que se le cuenta, y es porque así es como funciona el arte. Lo mismo sucede con el cine. Todos sabemos que el relato es ficción y que el artista no es el personaje. Pero si estuviéramos todo el tiempo pensando en que la película se filma de a tramos de no más de algunos minutos, o que los técnicos y asistentes multiplican por varios a los que aparecen en escena, sería imposible emocionarse con Gatica o asustarse con Alien, por citar algún ejemplo. El contrato no funcionaría, la famosa magia del cine que tanto se menciona se quedaría sin trucos.

Buscando a Sugar Man es una película excelente, porque cuenta de manera impecable la historia de un artista que no hizo ni más ni menos que poner su vida en algunos discos, y luego la dejó allí, en un estado de suspensión temporaria, y casi permanente. Quien quiera revivirla, deberá afrontar los riesgos de poner cara a cara al monstruo con su creador y ver cómo reacciona después de estar tanto tiempo durmiendo en la perfección que los años le otorgan a los recuerdos.


Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2125608/

domingo, 21 de abril de 2013

El secuestro




Se deja ver que Peter es un ejecutivo de alta gama. La oficina es su ámbito natural, más precisamente la sala de reuniones, de un austero amueblado que evita distraer la atención de lo importante. En estos sitios, Peter se mueve como pez en el agua, y mejor aún nada cuanto más grande es la presión que deba soportar. Como un espejo refleja esa fuerza que cae sobre él y puede hacérsela sentir a quienes tiene enfrente, devolviendo el favor, y llevando adelante aquella premisa del ancestral aikido de utilizar la fuerza del oponente a su favor.

Mikkel es un cocinero y trabaja en un barco. Habla por teléfono con su esposa que está esperándolo en su casa, y con recaudo le adelanta que su llegada se retrasa. Ella se queja, él se defiende como puede, la vida en el mar a veces tiene esas cosas. Le endulza el oído con piropos. Habla con su hija pequeña, pero sabe que el diálogo no es muy fluído a esa edad.



Mikkel es cocinero en un barco carguero que pertenece a la empresa en la que Peter es director ejecutivo. Casi dos extremos de una larga soga que pertenece vaya a saber a quien, pero de tan larga no puede evitar surcar calles, barrios y clases con holgura. Van a tener algún contacto. No deseado, por cierto.

Secuestro (Kapringen) es lo último que ha salido a la luz del director Tobias Lindholm, quien se inició como guionista y es además un frecuente colaborador de Thomas Vinterberg. Es la historia de la negociación que sucede al secuestro de un barco en aguas del Mar de la India; un relato en el que el protagonista principal es la tensión a ambos lados de la línea que une (como la soga) los dos extremos en pugna. Peter es Søren Malling, quien es reconocido por su rol del detective Jan Meyer en la primera temporada de Forbrydelsen. Mikkel es Johan Philip Asbæk; trabaja en el cine y la televisión danesa desde 2008.



El filme es revelador en varios aspectos, si el espectador no relaja su ojo y ve en los preconceptos que abundan en él las claves del entrado dramático. Los secuestradores son (¿seguirán siendo?) somalíes; se los ve violentos, mal vestidos, apenas pueden comunicarse con los aterrados rehenes vía gestos y a punta de fusil. Sólo uno de ellos habla inglés, y es quien oficiará de negociador. Su nombre es Omar, y a diferencia del resto, se esfuerza por remarcar que él no es un secuestrador, que está siendo forzado a realizar su trabajo. Peter ya se ha descripto como un hábil ejecutivo, maestro en el arte del lenguaje gestual y prolijo hasta la médula, que parece manejarse de la misma forma con todo su entorno: con sus empleados, con quienes negocia, con los familiares de los rehenes que le piden que pague el rescate de una buena vez, y con su esposa que cada tanto pasa a visitarlo a su oficina.

Hay una pregunta que parece banal, pero que puede ser la clave de la película: ¿quiénes son los violentos? Al comienzo del conflicto se presenta a un negociador profesional, el señor Connor Julian, (nota: que en la vida real no es un actor, sino ¡un experto de seguridad en la materia!), pero que a pesar de ser danés, habla en inglés todo el tiempo, y hasta en un momento aparece con una remera de Berkeley, todo esto en un marcado esfuerzo de producción de hacerlo pasar por un experimentado norteamericano. Uno de sus principales consejos es utilizar un negociador externo que no esté involucrado emocionalmente en el conflicto, algo que Peter no aceptará: por nada del mundo se perderá el desafío de su vida, que es negociar con la vida de su gente. ¿Podrá Peter soportar esta nueva presión, distinta a las que suele manejar en cotidiano, pero que piensa llevar a cabo del mismo modo? Con el pasar del tiempo, sus superiores le harán saber que más allá del nivel alcanzado en la escala, todo en la vida puede resumirse en un asiento contable.



El guión de Secuestro, el típico ritmo noreuropeo, y el drama que se lee pero nunca llega a desbordar (al menos al estilo de Hollywood), hacen que este trabajo se presente sumamente interesante y casi sin desperdicio. Sólo hay que esforzarse un poco y no dejar que la bola caiga en el hueco previsto, aunque para allí se dirija. Si lo logra, podrá llegar al fin de la proyección con la pregunta anterior todavía vigente. Y la certeza casi única de darse cuenta quienes son los que verdaderamente tienen las armas.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2216240/

viernes, 8 de marzo de 2013

Feliz día mujer



En la esquina de Corrientes y Uruguay, en la Ciudad de Buenos Aires, existe desde noviembre de 2011 una estatua que recuerda a Alberto Olmedo y Javier Portales en una escena del por entonces muy popular sketch “Borges y Álvarez”, del programa No toca botón, que el rosarino tenía en la televisión, y que se emitía en la década del 80, amén de numerosas repeticiones que perduran hoy en día. La figura los muestra en una pose clásica: sentados en un sillón mientras se desarrollaba el dialogo, sólo que la estatua deja un lugar entre medio para que los transeúntes se sienten entre ellos y puedan ser retratados en fotografía.

Seguramente sería difícil que el contenido de ese programa pasara hoy desapercibido por la pantalla: el nivel de cosificación y degradación de la mujer es enorme. Es más, muchos de los que por estos mismos temas critican las producciones actuales, directamente se horrorizarían de verlo en la televisión abierta de Argentina.

Pero Olmedo murió a fines de los 80, y su entrañable rótulo de artista popular caló hondo en el sentir de mucha gente, incluso aquella que se mencionaba renglones atrás. Yo mismo puedo dar fe de ello, y a instancias de observaciones de mi compañera pude darme cuenta que en algunos casos, el tiempo no mejora las cosas, sino que las empeora.

No es la idea cargar ahora contra Olmedo. Él representó una época, en la cual cualquier señalamiento acerca del lugar de la mujer habría sido objeto de mofa. Pero hoy la realidad es muy distinta en el país, y allí es donde el humor del cómico tendría problemas. Como poco, habría provocado bastante revuelo. Similar reacción es esperable, en otro orden de cosas, si un conductor o invitado de un programa de televisión encendiera un cigarrillo en cámara, algo también muy común en ese entonces.

Olmedo tiene su lugar como artista referente de su época. El problema es querer traerlo hoy en día y hacerlo moralmente aceptable. No es extraño que se haya elegido la Ciudad de Buenos Aires para emplazar dicho monumento: el personaje enmarca el estereotipo de persona vivaracha y canchera que tan bien representa al porteño medio, y entre ellos, a su jefe de gobierno.

Feliz día de la mujer a todas aquellas mujeres que eligieron este día para sacarse una foto junto a Olmedo y Portales.