jueves, 11 de diciembre de 2008
Nubes pasajeras
Grandes películas las hay porque sus ideas son grandes, o bien porque sus ideas son sencillas, y están contadas a lo grande. Este último es el caso de Nubes Pasajeras, el film del finlandés Aki Kaurismäki, una obra muy interesante que hace gala de un dramatismo que gracias a una sutil dosis de humor negro, no llega a tornarse angustiante.
Ilona y Lauri, ambos transitando los cuarenta y tantos, son un matrimonio que subsiste gracias al trabajo de ambos. Logran acceder a sus pocos bienes materiales a través de largos y amenazantes créditos, y disfrutan de una cotidiana rutina sin demasiado brillo. Ella es jefa de sala de un restaurante clásico de la ciudad, y él es chofer de una línea de trolebús.
En unos pocos días, ambos comienzan a experimentar una catarata interminable de situaciones desgraciadas que minan su futuro: uno a uno van perdiendo su empleo, se dificultan las posibilidades de reinserción en el mercado laboral debido a la edad de ambos y a la acotada experiencia que poseen y comienzan a experimentar roces en la relación de pareja. Todo esto sucede sin que los rostros de los protagonistas sufran alteración alguna, como blindados contra cualquier sentimiento que pudiera brotar desde adentro.
Un amigo mío, muy cinéfilo él, estuvo el fin de semana con un grupo de finlandeses que se reunieron en mi ciudad, Buenos Aires, y entre charlas y tragos, respondieron a preguntas realizadas acerca de su país y sus costumbres. Mi amigo les comentó su admiración por el director Kaurismäki, y los finlandeses reunidos se quejaron de la imagen que él da de los nacidos en el país escandinavo. Si bien respetado, no están muy conformes con la idea que transmiten sus películas, ya que ellos no se consideran tan impermeables como se los muestra, y lo consideran un mal embajador en ese sentido. Y esto viene a cuento, pues si bien aún no tengo el gusto de conocer Finlandia, mientras veía la película, en más de un momento me reveló la excesiva parsimonia con que los protagonistas enfrentaban las situaciones adversas que se sucedían, aunque con el correr del tiempo, lo entendí más como un grotesco que como un reflejo de la realidad. Mención aparte para quienes prejuzguen a los nacidos cerca del techo del mundo por las realizaciones del amigo Aki.
Nubes Pasajeras constituye un descanso visual de extrema delicadeza. Las escenas suceden con un movimiento de cámara mínimo, en sutil sintonía con la economía de gestos que entregan los protagonistas. Los decorados de los interiores merecen un párrafo aparte: una gama de colores increíbles, sumamente osados pero para nada incómodos. El fundido a negro entre algunas de las escenas sugiere un brevísimo pero adecuado instante para la reflexión. La música que acompaña muchas de las tomas esta construida con canciones, y las voces de los cantantes se dejan oír detrás, componiendo un marco inigualable.
La vida que nos muestra Nubes Pasajeras es tan sencilla y a la vez tan compleja como la de cualquiera de nosotros. No existe otro mensaje que la de la lucha por vivir en este mundo, con la espada de Damocles del desempleo amenazando cada día, aún en la a veces tan idealizada escandinavia, dueña de una fama de estándares de vida tan elevados. Con todo, Ilona y Lauri se las arreglan para darnos el mensaje de esperanza con el que motorizan sus sueños. En una sociedad tan desarrollada como la imaginamos, el mejor agradecimiento que pueden ofrecer sus personajes es el de bautizar a sus logros con el mejor y a la vez más primario nombre que pudieron darle: trabajo.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0116752/
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