martes, 14 de junio de 2011

Hahaha



Quien haya visto más de una película de Hong Sang Soo habrá de coincidir que sus escenarios más comunes y exitosos son las borracheras y las incomodidades. Largas conversaciones en bares o restaurantes, la mesa desbordando de botellas vacías como prueba del tono distendido de la charla, cuando, indefectiblemente, se produce una situación de incomodidad a raíz de alguna frase inoportuna o desubicada que alguien lanzó sin cuidado. Sucede entonces un silencio molesto y la mirada inquieta de alguno de los eventuales testigos que desearía desvanecerse en el aire; también surgirá la búsqueda de la reparación del mal momento, a veces a tiempo, por lo general tardía, casi siempre inútil. Y posteriormente, como sea que termine la conversación, se verá a alguien salir del bar tambaleando por la borrachera o directamente volcando en la peor de las escenas posibles.

Y también, como en todo el universo del director coreano, los protagonistas son siempre atribulados directores de cine, guionistas, escritores o críticos que luchan por conjugar su existencia terrenal con su arte. En general son mediocres, con escasa o nula repercusión pública, o con suerte, de culto y/o fuertemente cuestionados. También se los puede ver como intentan destacarse entre gente común, cuando surgen las clásicas preguntas y cuestiones acerca de su arte u oficio.

En Hahaha (jajaja en español), Jo Moon-kyeong (Kim Sang-kyeong) es director de cine, y planea irse a vivir a Canadá con su tía. Antes de su partida, se encuentra con su amigo Bang Joong-sik (Yoo Joon-sang), que es crítico de cine. Coincidentemente, ambos vienen de estar en la ciudad costera de Tongyeong, hace poco tiempo, pero separadamente y sin saber el uno del otro. Con el correr de la charla, se verá que no solo han estado en el mismo lugar en el mismo tiempo, sino que han interactuado con las mismas personas y hay sido protagonistas de historias entrecruzadas.



Pronto se sabrá que el director de cine que carga Sang-kyeong en verdad aún no ha filmado ninguna película, está sin trabajo y busca recuperar urgentemente su autoestima. De hecho, se muda a Canadá, donde su tía que regentea tiendas de revelado de fotos al instante, le ha ofrecido trabajo en una de ellas. Intentando crear su propia mística, habla con sentencias, trata de recordar refranes o frases célebres y las repite, pero inadecuadamente o en momentos incorrectos, con lo cual logra el efecto inverso al deseado.

Joong-sik, por su parte, es un crítico que busca impactar con sus opiniones, pero en general sólo alcanza con irritar a su interlocutor. Toma pastillas para la depresión, a la vez que está siguiendo un tratamiento por hipnosis en Seúl. Es frecuente que recuerde que es momento de tomar su medicación cuando está eufórico en medio de una plática. Está casado, pero no soporta estar en su casa. Tiene una relación paralela con Ahn Yeon-joo (Ye Ji-won), una azafata con la que se ve hace seis meses y que ya está comenzando a demandar un lugar en su vida.

Yoon Yeo-jeong interpreta a la mama de Moon-kyeong, dueña de un restaurante en el que sucederán muchos de los encuentros de la película. Moon So-ri (Oasis, Caramelo de menta) es la guía Wang Seongok, y se la verá en toda su plenitud, impetuosa, vacilante y expresiva como siempre.

La hermosa Kim Gyoo-ri-I, que encarna a No Jeong-hwa, la ayudante de cocina de la madre del director, es una excelente y muy prolífica actriz que maneja como los dioses una gestualidad que oscila entre la inocencia y la provocación. Hace poco tiempo la he disfrutado en el segmento "El hombre 33" de la muy buena "Los cinco sentidos de eros". Completan el elenco Kim Kang-woo como el poeta Kang Jeong-ho y Kim Yeong-ho como el Almirante Yi.

Algunos diálogos (¡esta ES una película de diálogos!) son destacables, y sólo pueden tener cabida en el estado de tontera que suele producirnos estar enamorados. Escena en un restaurante. Ella esta terminando su plato, intestinos de cerdo. Él no come, y mira con cierto reparo el plato de vísceras.


-¿Crees que soy la más bella?
-Si. Cuando me siento normal, el 95% de lo que haces me gusta.
-¿Qué tengo de lindo?
-Todo. Todo lo que haces es hermoso, hasta tus zapatos son encantadores. Cuando miro a otras mujeres, son a veces hermosas, pero tú eres hermosa siempre. Hasta el color de tus ojos cuando miras televisión es bello.
-Pero no te gusto cuando estoy comiendo esto.
-Sólo porque no me gusta esa comida, tontita.
-Eres muy egoísta.




Se repite Hong, trabajo tras trabajo, y se agradece que así sea, porque no falla. No deja de mostrarnos a nosotros mismos, en cada una de nuestras simplezas y debilidades, más allá de las distancias culturales que puedan existir. Sería un interesante desafío para el coreano filmar con actores occidentales en algún lugar distinto de su país. Acordaríamos tal vez algún punto de encuentro con las comedias de los últimos años de Woody Allen tal vez, allí dónde las pláticas parecen excederse hasta que el mundo acaba, si bien en Corea no aparezca tan a menudo la figura del psicoanalista que viene a recibir nuestra catarsis.

Es imposible para el espectador no verse a sí mismo en esos trances que nos tienen como protagonistas de épicas metidas de pata. En las películas de Hong, nos encontraríamos con hombres que lloran como niños con más frecuencia que la imaginamos, con mujeres que pierden la compostura o no vacilan en mostrarse fuera de control. Nos veríamos en la cama teniendo relaciones que se parecen más a la lucha que a la danza de la comedia musical. Nos hallaríamos reflejados en peleas callejeras protagonizadas por hombres iracundos y no por atletas que se turnan para el golpe. Con lo endeble de nuestros principios cuando del tema del corazón se trata. Con la crudeza de nuestros padres y las crueldades de nuestros hijos. Nos encontraríamos con nosotros mismos. Y ese es el gran valor, que allí, en la otra punta del globo, haya una persona que entienda exactamente eso que te pasa.

Hancinema: http://www.hancinema.net/korean_movie_Ha_Ha_Ha.php