lunes, 21 de febrero de 2011

Afterschool



Se podría decir que Aterschool ("Después de la escuela", en español) es una película que habla sobre la realidad. Pero no un documental sobre actualidad, sino más directamente, lo que significa "la realidad". En el caso puntual del filme, la sentencia sería "que es la realidad" para Rob, el protagonista.

La historia transcurre en un colegio secundario de Nueva Inglaterra, una región al noroeste de los Estados Unidos, que según Wikipedia, "produjo las primeras piezas de literatura y filosofía estadounidense y fue el hogar de los inicios de la educación pública y gratuita", a la vez que "desempeñó un papel prominente en el movimiento para abolir la esclavitud en los Estados Unidos". Se lo ve lindo al colegio; tiene el aspecto de un instituto privado con una importante carga de prestigio que mantener. El recorte social que se aprecia es de clase media/alta, a juzgar por el predominio caucásico y estilizado del alumnado, y la casi ausencia de indicadores que en general el cine utiliza para señalar a las clases más bajas: jerga callejera, imposición física, ambiente de bandas o pandillas, obesidad o desaliño físico, etc. Los alumnos, que parecen provenientes de un casting, reflejan algún tipo de pertenencia a un sector que comanda y oculta, las dos vueltas de cerradura imprescindibles para mantener a salvo el claustro.

Rob tiene su propia realidad, más allá de dónde pertenece y de quien lo rodee. Está cursando los primeros años, apenas se interrelaciona, y consume su tiempo fuera de clases encerrado en su habitación mirando videos de internet. Prefiere los del tipo graciosos, de accidentes caseros o los de peleas callejera; a veces también algo de pornografía. Pero los que más lo excitan son aquellos en el que aparece un sujeto entrevistando a una joven amateur. El tipo le habla duro, grosero, la maltrata verbalmente. Luego la agarra del cuello como si fuera a ahorcarla y la obliga a saludar a su familia, a decirle a su mamá que va a tener sexo por dinero. La chica obedece mirando siempre a la cámara, y diciendo lo que se le pide, aunque perturba cierto miedo en su mirada. Como sea, ese cuadro a Rob lo excita, al punto de poner llave a su cuarto para poder masturbarse a oscuras.



Mucha droga y vodka circula por la escuela cara. Los alumnos comercian entre ellos no con mucho disimulo. No parece hacer falta mantener tanto rigor en el secreto, ya que cualquier filtración será mantenida puertas adentro por el tácito control interno que impone la imagen del establecimiento. Rob habla con su madre por teléfono, le cuenta que no está a gusto en el lugar, le dice que siente que él no es una buena persona. Su madre intenta calmarlo, le dice que se maneje con su consejero, le ofrece gestionar pastillas para él. Rob declina el ofrecimiento, y finalmente hace lo que su mamá le pide: la deja tranquila, diciéndole que va a estar bien, haciendo como que ignora lo que sucede a su alrededor, incluyendo a las parejitas que se manosean en las salas de estar o al dispensario de cocaína en que su compañero transformó su habitación.

Existe la consigna en la escuela de anotarse en alguna actividad para después de clase; algún club o tarea deportiva. Hay un taller de video en el que Amy, una compañerita que le gusta, va a anotarse. Rob suma conveniencias y no duda. El profesor los integrará en un equipo y les asignará un trabajo que asegurará a Rob estar cerca de ella. Ellos deberán filmar planos de acercamiento, tomas de las aulas, los pasillos, etc, lo que en la jerga fílmica se llama el b-roll, o material complementario para el video completo.

La cámara será para Rob ese lente que le permitirá moldear la realidad a su conveniencia. Él verá tras el foco, y reinterpretará todas y cada una de las imágenes, como si pudiera editarlas en línea en su mente, y hacer con ellas un lugar más confortable, o al menos, menos hostil. Él tiene la cámara, y también a la chica, y la cosa puede acabar en cualquier lado, máxime cuando ambos experimentan sus primeros escarceos sexuales.



Ommipresentes a lo largo del filme, están las mellizas Talbert, dos bellísimas jóvenes de los cursos superiores que tienen encandilada a toda la escuela. Ellas representan ese afuera del éxito, son las "chicas populares", ese modelo a seguir. Y pagarán algún precio por ello, sin duda. Rob tras su cámara será una persona diferente, capaz de encontrar un nuevo intérprete a sus demonios, y le tocará compartir escena con las mellizas, las estrellas rutilantes del show. Sólo que ahora él cuenta con su cámara, su arma fetiche que compone la realidad que él decide. Otra vez juntos, la realidad y Rob. Alguien le señalará en algún momento que todo lo que aparece en el porno no tiene nada de real. Él duda, no coincide plenamente con esa afirmación, piensa en el sujeto del video que asusta a la chica y él cree que ese miedo es real.

Antonio Campos es el jóven director de este que es su primer largometraje. Nacido en 1983 en Nueva York, realizó varios cortos previamente y actualmente se encuentra rodando su segundo largo. Puso todo su talento al servicio de tratar de comprender la llamada "Generación You Tube", o jóvenes que abordan la realidad a través de los videos de internet. Quienes admiramos a Haneke vemos con agrado su influencia en su trabajo.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1224366