domingo, 16 de diciembre de 2012

Una vida simple



Ah Tao es una mujer anciana que ha servido a una familia como mucama a lo largo de toda su vida. Siendo adoptada desde niña, y al fallecer su padre durante la ocupación japonesa, fue enviada a casa de los padres de Roger, donde cumplió tareas domésticas y de crianza por cuatro generaciones. Hoy, en el ocaso de su vida, es justamente él quien deba ocuparse de ella.

Roger (Andy Lau) es un director de cine, soltero alrededor de los cuarenta. Ah Tao (Deannie Yip) vive en Hong Kong, en un departamento de la familia, que Roger utiliza cuando visita la ciudad. A pesar de los años, la criada sigue atendiéndolo como si fuera un niño. Los años se harán notar en el cuerpo de Ah Tao, y a raiz de un ataque, deberá ser internada. Roger es el único vínculo, ya que la mayoría de la familia se encuentra viviendo en Estados Unidos. La señora manifiesta sus deseos de jubilarse y de internarse en un asilo, para no dar trabajo a sus atendidos.

La película relata ese tramo de la vida en el cual sólo hay lugar para los recuerdos, y cada encuentro con los seres queridos es una oportunidad para rememorar a modo de balance los momentos vividos. La distancia física con la familia, a excepción de Roger, hace que los contactos con los únicos que tiene en el mundo sean esporádicos y breves. Será para él el momento en que se pondrán en juego los delicados hilos que ajustan la balanza entre lo dado y recibido.




La vida de Ah Tao fue pensada y asumida para el atender, el servir al otro que le dio casa y comida. Se muestra la exigencia y el esmero que puso en cada detalle de su labor, lo cual se traduce en la vehemencia que ella misma manifiesta cuando, dándose cuenta que no podrá volver a hacerse cargo de sus obligaciones, decide elegir a su sucesora. Igual rigor se verá al momento de ser justamente ella quien reciba en la mesa el plato de comida elaborado por su ahijado. Es que su vida no ha conocido otros valores que no sean esos vinculados a cumplir con el deber de servir hasta el que el cuerpo lo decida, y no asumirá facilmente deshacerse de esas obligaciones.

Se muestra esa nueva institución que ha desarrollado la modernidad reciente: el asilo de ancianos, que en función de bajar los niveles de culpa social, ahora reciben edulcorados nombres menos cruentos por su significante. Allí quien ingresa sabe que no quedan demasiadas opciones de una nueva mudanza, al menos en la misma posición respecto al piso. El filme ahonda en las relaciones que se enlazan entre las personas que allí habitan, la más de las veces, muy distantes de los rostros promocionados en los folletos de las aseguradoras de retiro. No extraña que por más lejano en kilómetros y cultura que pueda resultar el país de origén de la productora, no se aprecien diferencias sustanciales en los modos de vida puertas adentro de estos lugares.



Una excelente actriz, Deannie Yip, ganadora numerosos premios por este trabajo, entro otros el del festival de Venecia. Andy Lau, que hace mucho tiempo ya dio pruebas fehacientes de su capacidad todo terreno en el ancho abanico del cine de su país. Juntos conforman una pareja que se vuelve a juntar tras dos décadas de no trabajar como madre e hijo. Entre los numerosos cameos, destaco las perlas de Anthony Wong, quien mejor traduce en la pantalla los papeles en los que se conjuga el ventajista de ciudad, poseedor a la vez de férreos códigos de amistad y lealtad para con los suyos. De la directora Ann Hui, pudo saberse que se había propuesto dar por terminada su carrera con este trabajo, pero debido al gran suceso de críticas y premios, decidió continuar filmando.

Una vida simple es una película que hace honor al título, porque sin estridencias brinda un relato de alto octanaje emotivo sin caer en golpes bajos. El guión se basa en la historia real de uno de los productores, que no debe diferir en sustancia de la de cientos de miles en el mundo entero.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2008006/

lunes, 26 de noviembre de 2012

Nestor Kirchner - La película



Tuvieron que pasar 89 años para que volviera a nevar en Buenos Aires. Como una metáfora de las infrecuencias, el paso de Nestor Kirchner por la vida de los argentinos fue un evento que dejó una huella imborrable para todos aquellos que dieron evidencia de aquello que el filósofo Ricardo Forster hábilmente describe como la anomalía kirchnerista.

La historia abre narrando testimonios de quienes se han visto tocados en forma directa por el accionar del ex presidente argentino. Personas comunes, hombres y mujeres de a pie, que por diversas circunstancias tuvieron la oportunidad de ser escuchados y atendidos en forma directa. Sabido es que los mandatarios, en su ocasional contacto con las personas en los actos públicos o bien a través de los mecanismos ideados a tal efecto, reciben pedidos por parte de particulares. Cartas con solicitudes de las más variopintas, desde una ayuda para quien padece una enfermedad hasta el pedido de un techo para un desamparado; las más de las veces el ruego es por trabajo. Se sabe de la particular atención que Nestor Kirchner ponía en tales recados. Un área de su administración se dedicaba específicamente a la atención de estos pedidos, y estaba monitoreada muy de cerca por él mismo y por la doctora Alicia Kirchner, su hermana y ministra de Desarrollo Social. En muchos de los casos, las respuestas a los solicitantes eran antendidas en forma directa y personal por el mismo presidente.

¿Se puede narrar en palabras el efecto que produce en quien recibe esta devolución? Quien acude a estos mecanismos de solicitud lo hace en su gran mayoría como un recurso in extremo, acuciado por las circunstancias que lo llevan a enviar una botella a ese mar de incertidumbres que constituía la realidad social de la Argentina del año 2003. Esa marca indeleble en su memoria lo transformará en un gesto que atravesará generaciones, pues ya no se trata del genérico "a mí este gobierno me dio trabajo", sino de una referencia personal de haber sido atendido en directo por el solicitado. ¿Pudo imaginarse aquella mujer que respondió, como miles de nosotros alguna vez, una encuesta acerca de la realidad nacional, y que por haber dejado sus datos personales, fue llamada días después por el Presidente de La Nación para compartir sus opiniones? Historias como estas se multiplican en el cotidiano de su gestión, y en modo exponencial, tienen un poderoso efecto en quienes reciben en forma inédita una prueba fehaciente de que es posible hacer política de otras formas. Allí acaba el funcionario y comienza el mito hecho realidad de lo que para muchos no es menos que el padre espiritual de una nación, el hombre común en circunstancias especiales, como a él mismo le gustaba retratarse, pero que no sólo se queda en gestos que cualquier descreído pueda tildar de intencionados, sino que posteriormente acompaña con su gestión una formidable transformación de la realidad.

La muchedumbre que Raúl Scalabrini Ortíz detallara en su obra El hombre que está solo y espera como aquel hombre gigantesco que presiente que algo está por ocurrir, pero no sabe muy bien de que se trata, es una bestia que aguarda mansamente la llegada del receptivo, de aquel que sea capaz escuchar, tamizar y reparar. Es un colectivo complejo y variado, "es un arquetipo enorme que se nutrió y creció con el aporte inmigratorio, devorando y asimilando millones de españoles, de italianos, de ingleses, de franceses, sin dejar de ser nunca idéntico a sí mismo, así como usted no cambia por mucho que ingiera trozos de cerdo, costillas de ternera o pechugas de pollo. Ese hombre gigante sabe dónde va y qué quiere". (1)

El logro mayor de la película, allende la evocación afectuosa y el homenaje, es mostrar y demostrar que Nestor Kirchner sabía lo que quería para su país. Lo supo desde el primer momento que se lanzó a la vida política, en su remota provincia de Santa Cruz, en el sur de La Argentina. Aún quienes no compartan sus pensamientos o su acción de gobierno, no podrán refutar que los principios de su ideario se mantuvieron inalterables a lo largo del tiempo, y que los llevó adelante con las armas que contó y en el momento que pudo. Mortal surcado por errores y contradicciones, nunca disimuló sus malos pasos con malabares distractorios, sino que corrigió el rumbo sobre el accionar mismo de los hechos, dando prueba que la historia se escribe con la letra irregular que permite el carro en movimiento.

Se verifica en el filme a través de relatos de época y testimonio de allegados, que no mediaba distancia alguna entre el Nestor Kirchner presidente y el hombre fuera de su cargo. Verdadero animal político, su actividad cotidiana se ve atravesada por constantes actos tendientes a modificar la realidad que lo rodea. Poseedor de una inquebrantable fe para llevar adelante sus ideas, se retrata a modo de ejemplo y con cierto guiño de simpatía, la empresa personal de conquistar en su juventud a la muchacha más bonita de su clase, siendo él mismo portador de una estampa desgarbada muy por fuera de los cánones de estética dominante; se descarta a su vez en la elegida, la capacidad para discernir el contenido del continente, como una característica que la hará dueña, entre otras cualidades, de un ojo clínico indispensable para dar completitud al legado.

La película es una construcción colectiva, nutrida de miles de testimonios, imágenes y videos obtenidos de particulares que fueron recolectados a lo largo del proceso de producción. Es una prueba de ese poderoso yo colectivo que se mostró implacable a lo largo de los festejos del bicentenario de la patria, en mayo de 2010, y vulcanizó el lazo de contención fundamental para la continuidad del proyecto.

La proyección abre y cierra con el testimonio de su hijo Máximo, de impactante parecido físico y gestual con su padre. El film fue producido por el publicista Jorge "Topo" Devoto, y el diputado bonaerense y referente del Movimiento Evita, Fernando "Chino" Navarro, cuenta con el guión del filósofo Ricardo Foster y el periodista Carlos Polimeni, y con música de Gustavo Santaolalla.

Sepa disculpar el lector que en esta edición huelgue la crítica cinematográfica habitual y adecuada para con sus seguidores. Pudo haberse elaborado con cierta mecánica de tratarse de la biografía de un personaje más lejano o ajeno, tal vez una personalidad de tierras o épocas remotas. Pero esta vez no se trata de la película de otros, sino de la película de uno, aquella que relata la historia reciente de quien, como millones, perstó su piel para luego mostrar con orgullo la cicatriz que dejó el evento.

http://www.nklapelicula.com.ar/nestor-kirchner-la-pelicula.html

1)  "El hombre que está solo y espera", Raúl Scalabrini Ortíz, Editorial Gleizer, Buenos Aires, Diciembre de 1931 

martes, 13 de noviembre de 2012

Baila este vals



Hay dos o tres escenas que por sí solas justifican ver Baila este vals, pero quizás el plato fuerte sea disfrutar de la evolución de Sarah Polley como una directora capaz de dotar de una importante cuota de aire fresco al cine contemporáneo.

Su debut tras las cámaras fue en 2006 con Lejos de ella, un relato de amor entre personas de tercera edad, protagonizada por Julie Christie, una mujer que sufre de alzheimer. Su último trabajo (Stories we tell, 2012) es un documental que a través de testimonios entreteje la intimidad de su propia familia.

Baila este vals es una historia de amor timoneada por la insatisfacción de su protagonista, Margot (Michelle Williams), quien manifiesta cargar con cierta fobia por los lugares intermedios, ese espacio de incertidumbre que puebla el transcurrir. Insiste en llenar y justificar su vida con cada detalle, y esto la lleva a padecer una constante melancolía que la agobia por momentos. Vive hace cinco años casada con su novio de la adolescencia, y se esfuerza por hacer de cada instante un hecho de felicidad mediante juegos y mimos, sumiéndose en densos laberintos cuando no lo logra. Su marido Lou (Seth Rogen) es un hombre afectivo y dedicado, aunque con sueños de vuelo limitado y algo rutinario. Pero la pasión de Margot por arrasar cada segundo de nada para convertirlo en algo trascendente genera instantes de confusión y desazón en la pareja.

En este marco aparece Daniel (Luke Kirby), un jóven de su edad con quien se encuentra en un viaje y acaba siendo su vecino. Una especial atracción se construye entre ambos rápidamente, y no será el deseo sexual quien aporte el combustible necesario, sino esa insatisfacción de Margot por completar cada instante de su vida con algo memorable que hace ver en Daniel un motivo perfecto para moverse hacia el próximo punto.



El filme transcurre en Toronto, y el paisaje es de una belleza onírica, saturado de colores naranjas y amarillos tanto en los decorados como en el vestuario, con la idea de transformar el cuadro en un grotesco de aquella realidad a la que aspira Margot. Su núcleo familiar es acotado, y será justamente alguien muy cercano a ella, poseedor de verdaderas carencias, quien le dejará claro lo que estar en deuda con la vida.

El nombre de la cinta hace referencia a la canción de Leonard Cohen, e ilustra un particular pasaje de la película, en la que Margot parece tildar de a una la lista de sus fantasías sexuales y románticas en su quijotesca búsqueda cotidiana.

Sarah Polley es una directora de carácter, que lleva a la pantalla muchos de los gestos que le han valido famas de varios tintes en la industria. A la edad de doce años y en plena guerra del golfo, fue invitada por la Disney a participar en un evento en Washington, y concurrió llevando un símbolo de la paz, lo que le valió ser parte de la lista negra del conglomerado desde entónces. Militante de izquierda, a poco de independizarse mantuvo relaciones con hombres que casi la doblaban en edad. Participó en organizaciones contra la pobreza y perdió algunos dientes en un enfrentamiento con la policía protestando contra el gobierno conservador en Toronto.

Cautivante en el trato y perturbadora en las conclusiones, por un extremo o el otro de esta historia, durante o al finalizar la proyección, algo terminará haciéndonos recordar a nosotros mismos.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1592281/

lunes, 1 de octubre de 2012

La vida sin principios



La vida sin principios es una de las últimas producciones del laborioso Johnnie To, que nos vuelve a regocijar con una pintura de época que incluye lo mejor del género, el género To, aquel que él mismo inventó hace más de una década. En este trabajo se destaca ese recurso que tan bien maneja, que es la forma en que describe los avatares de la realidad local, compleja, con todas las características propias de los gentíos orientales, y como siempre, con una dosis de humor que lateralmente acompaña sin invadir el concepto de la historia.

Es quizás una de las películas que más interpela al espectador, porque lo hace tomar partido por muchas decisiones de las cuales algunos personajes sacan provecho, y no siempre se encuentran registradas en los manuales de buenas prácticas morales.

La crisis del capitalismo ahora sacude Europa, pero las ondulaciones del relieve llegan hasta las cosmopolita Hong Kong. Nadie quiere perder dinero, o mejor dicho, nadie quiere de dejar de ganarlo, y el área de inversiones de un banco puede ser una buena pasarela para que desfile lo peor de las miserias humanas, acicaladas en épocas de crisis. El relato entreteje poco a poco la historia de tres personajes que no pueden escapar a su entorno. Una empleada bancaria que sufre fuertes presiones laborales por “cumplir con los objetivos”, ese moderno eufemismo que utilizan las empresas para decorar alguna forma de explotación laboral. Un policía con su vida familiar en en hilo, y que además, si bien no tiene su honestidad puesta en juego, no termina de tener claro quienes son los ladrones y quienes son las víctimas, y un miembro de un clan o pandilla local que se maneja al borde de la legalidad invocando permanentemente el concepto de hermandad. La hábil pluma de To logrará que las órbitas aparentemente independientes de estos tres individuos se toquen en algún punto, sin forzar la historia ni caer en resoluciones fáciles.



Los perfiles de los personajes marcan un punto de quiebre en el relato. Su elección pareció estar puesta en aquellos que por su fisonomía a o comportamiento componen una muestra sumamente representativa de lo que se denomina “gente común”. Tal vez en cualquier otra producción, uno puede por el rostro y el aspecto físico del personaje agrupar el elenco entre principales y secundarios a poco de empezar la proyección. Sin embargo, en La vida sin principios huelgan los rostros apuestos que pueblan las revistas de moda, al punto que se comienza a desconfiar de aquellas siluetas delineadas en trajes caros y maquillajes perfectos.

En un mundo sin tanta crisis, la basura siempre la recogen los más pobres, y cuando el olor llega a los barrios altos, hay que ordenar al rebaño para sortear quien debe saltar del bote antes de que se hunda y lleve a todos al fondo. Nada irrita más a un futuro ex-rico que ver a un pobre preparando el banquete de bienvenida. To pudo leer la realidad, y componer una historia de ficción que no se aleja de los titulares de los diarios de hoy en día.



¿Sería uno capaz de embaucar a una anciana pensionada con tal de lograr el cometido que le impone su superior en el trabajo? ¿Qué pasa por la cabeza de un agente de la ley que no es capaz de hacerse cargo de las necesidades de sus propios familiares? Sin caer en moralinas ni señalar con el dedo, To hace cuestionar a través de la historia el comportamiento de cada uno de los que al mirar la película, no podemos evitar el juicio de los personajes.

El elenco está encabezado por Lau Ching Wan, recordado por trabajar en las dos Con los días contados (1999 y 2001) y El detective loco (2007), ambas dirigidas por el mismo To. Richie Jen es el inspector Cheung, y trabajó para To en Exiled (2006) y él ya clásico Breaking News (2004) Denise Ho, que interpreta a Teresa, la empleada del banco, es una cantante pop honkonesa de trayectoria, que incursiona en la actuación, y es reconocida en su país por darle voz a personajes de la película de Simpons y Kung fu Panda.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1371585/

domingo, 19 de agosto de 2012

Año bisiesto



Año bisiesto es el relato de la soledad de una mujer a lo largo de un mes de su vida.

En un modesto departamento vive Laura, sola en medio de la populosísima ciudad de México. Ella es oriunda del sureño estado de Oaxaca, y se gana la vida escribiendo notas para una revista de negocios. Este año es bisiesto, y en el día culpable se cumplen cuatro años de la muerte de su padre. La coincidencia del día extra, que pudo ser risueña en otros casos, en este se ensañó con la tragedia, y el recuerdo golpea el frágil equilibrio de Laura, que descarga su bronca con el almanaque.

Por lo que carga en el carrito del supermercados, es de apreciar que la dieta de Laura no es la mar de balanceada. En las colas de las cajas de estos establecimientos, uno puede darse cuenta del perfil de la persona que espera junto a uno, básicamente por sus consumos. El de Laura denota claramente su subsistencia solitaria, principalmente por las sopas instantáneas y las latas de conservas. Comer sentada en el sillón mirando la televisión, una ceremonia que se repite a diario, y que solo puede ser perturbada por la llamada telefónica de su madre, que por las respuestas de Laura, se muestra preocupada por su salud y su alimentación.
Hay otra ventana, además de la televisión, a la que Laura acude, y es la ventana de su casa, desde donde observa al departamento vecino, que es habitado por un matrimonio joven, y a la planta baja, en dónde mora una pareja de ancianos que pasan el tiempo conversando en el patio. Todas películas que representan sus carencias, y no hacen más que agigantar los ardores que provoca en ella la soledad.



El único gran consuelo de la soledad de Laura es el sexo. Ella se siente segura en ese territorio, y lo transita con asiduidad y soltura. Se pone bonita, se dedica tiempo frente al espejo, y sale a la aventura, de la que generalmente vuelve acompañada. Se entrega al placer intenso, y luego se vuelve a quedar sola. El ciclo recomienza.

Laura tiene un hermano, Raúl, su único vínculo de contacto con su familia. Es menor, y deja entrever que Laura es su referente en varios aspectos. Acude a ella a menudo, se instala en su casa, e interrumpe de modo agradable su rutina escapatoria.

Una relación, de las tantas ocasionales que tiene Laura, la hará transitar por caminos filosos dónde la carne y el placer bordean el dolor y la humillación. Como una manera de echar fuera su dolor, ella se flagelará el cuerpo hasta con la intención de alcanzar en el músculo la misma intensidad de suplicio que carga en su alma. Para ello echará mano de un partenaire que parece haber encontrado en Laura un muñeco perfecto para liberar todas sus fantasías. Casi todas: todo tiene su limite.



Año bisiesto fue premiada como la mejor ópera prima en Cannes y galardón que también obtuvo en su país, junto con el de mejor actuación femenina, a cargo de Mónica del Carmen, de excelente trabajo en esta producción. El director Michael Rowe es australiano de nacimiento, pero tiene nacionalidad mexicana. Supo retratar en este trabajo la discriminación que pesa sobre la mujer en su país, más aún si esta posee marcados rasgos indígenas, como en el caso de Laura. Un cuerpo que escapa claramente de los típicos estándares de belleza de pantalla, y que muestra sin culpas las imperfecciones y sobrantes que todos tenemos. Y es notoria la decisión del director de mostrarlo así como debe ser, a diferencias de aquellas producciones dónde el representante del sector marginado es un modelo más con rasgos de marginado; Rowe quiso dejar claro que Laura no es la Pocahontas de Disney.

Rodada en un solo ambiente, con un austero y efectivo decorado, Año bisiesto marca un hito en el cine mexicano, por la calidad del guión, por su gran actriz, y por el contenido de su denuncia.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1537401/

martes, 17 de julio de 2012

Tenemos que hablar de Kevin



Tenemos que hablar de Kevin es una clara apuesta a la teoría de que la bondad innata no es patrimonio de todos.

La directora escocesa Lynne Ramsay gusta del cine independiente, y sus trabajos anteriores nos hablan del particular sentido de sus intenciones tras el lente. Ratcatcher (1999) su primer largo, es la historia de un niño de doce años que trabaja de recolector de basura en Glasgow en 1973, y que de manera accidental ahoga a otro niño en un canal. El viaje de Morven (2002) cuenta la historia de Morven, una jóven que al regresar a su casa descubre que su novio se ha suicidado, dejándole una breve carta.



Con este plafón de fondo, en esta su tercer película del 2011, Ramsay compone la historia de un matrimonio que se embarca en la tarea de criar a su primogénito, el Kevin del título. Relatada con un montaje que mixtura pasajes del pasado y el presente, el filme va presentando la historia, haciendo saber de antemano que las cosas no terminaron bien. Eva (Tilda Swinton) es la madre de Kevin. A través de los distintos saltos en el tiempo que presenta la proyección, se puede apreciar que el niño ya en sus primeros años es de todo menos dócil, al punto que su comportamiento roza un término que cualquiera quisiera evitar a toda costa, más tratándose de un niño: pura maldad.

Franklin (John C. Reilly) es el marido de Eva y padre de Kevin. Su manejo con el niño no es tan crítico; por su trabajo esta menos en contacto con la criatura, y de vuelta al hogar debe ocuparse más de contener a la madre que de lidiar con él, y porque además, explícitamente el niño con su padre es un primor, lo cual angustia profundamente a Eva, que detecta el accionar perverso.



El pequeño Kevin está caracterizado por el niño Jasper Newell, el cual hace un trabajo magnífico, tensando al máximo la capacidad del espectador de permanecer indiferente. El Kevin adolescente es Ezra Miller, un jóven actor que ya pudimos saborear en la excelente Afterschool, ahora algo más maduro, y cuya mirada penetrante y fisonomía andrógina resulta sumamente perturbadora.

La pregunta que flota tras la proyección es: ¿puede un niño ser malo per se? Quienes ahondan en las profundades del alma humana suelen encontrar alteraciones del comportamiento producto de situaciones de entorno durante la formación del individuo, o bien por desórdenes de índoles constitutivas. Pero cuando estas opciones son descartadas, y se desecha la posibilidad espiritual de una intervención del patrón del Averno, ¿qué explicación puede hallarse para entender a una persona que ha crecido y se ha formado en un hogar y un derredor en el que no parecen estar dadas las condiciones para semejante desvío?



La familia de Kevin dista de ser lo que comunmente se presenta en el cine como una familia disfuncional. El padre muestra cierta indulgencia con el niño, y la madre quiere convencerse día a día que se trata de una etapa de berrinches y travesuras que pronto llegará a su fin. Por otra parte, no debe ser fácil de reconocer para una madre que su hijo es malo.  La consulta médica como primer paso, y el buen desempeño en la escuela más tarde, revelarán que el objetivo de Kevin no es indiscriminado, sino que por el contrario, es bien selectivo. Sus flechas se apuntarán directamente a su madre, y el misterio a develar es el motivo que las mueve: tal vez hacerla sentir responsable de haberlo traído a este mundo. La misma sociedad (y no Kevin) será quien posteriormente se encargue de hacerle tronar a Eva el escarmiento merecido.

Otra película más en la que Tilda Swinton saca brillo a su enorme capacidad para transmitir los más oscuros pesares con una economía gestual apabullante. Tal vez otra actriz hubiera podido llevar adelante el reto de encarnar a Eva, pero la inglesa tiene el talento natural de expresar con unos pocos gestos lo que a otra le llevaría varias líneas de parlamento. Capacidades innatas, que le dicen. Como las de Kevin.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1242460/

lunes, 28 de mayo de 2012

El puerto



Quizás Kaurismäki entendió que los hechos trascendentales de la manifestación vital se suceden sin ampulosos decorados ni música de fondo, como el nacimiento de un niño o la apertura de una flor. En su cine, difícil será ver personas rodeadas de opulencia o excesivo bienestar; por lo general se trata de clase trabajadora, gente que vive con lo justo, o algo menos quizás. Y el director se encarga, trabajo tras trabajo, de realzar lo más valioso que poseen: sus códigos de valor y el respeto por sus pares. Tienen diferencias entre ellos, marcan a veces claramente que no piensan del mismo modo, pero saben definitivamente de que lado de la de la torta está la porción que va a tocarles. Y saben también que sus lamentos no valen un pase de vereda para inclinar la balanza, pues conocen de sobra lo que el destino les tienen reservado: el permiso de creer que por un rato pertenecen a la clase que los margina y el posterior descarte al lugar de origen.

¿Cuántas palabras son necesarias para contar una historia? Con unos pocos trazos, el cine de Kaurismäki puede estremecer hasta el infinito, haciéndonos poner en duda cuanto es lo redundante de la vida diaria, y por añadidura, del cine comercial más promocionado. Estando ausente el decorado excesivo, la música ambiente omnipresente y fundamentalmente, la gestualidad muchas veces innecesaria, la atención sólo puede estar puesta en lo escencial que resumen las breves líneas de diálogo y lo acotado de las escenas.





Inevitablemente, sus obras acaban por poner en duda lo saturado que nuestras vidas están de palabras y de objetos que tal vez no necesitamos para aquello que fueron diseñados, sino más bien para darnos resguardo de la soledad o la insatisfacción. Sin la solemnidad aleccionadora de la que es tan adicto el cine asiático, sin estamentos sentenciosos ni frases complicadas, es inevitable que en cada una de sus películas nos encontremos frente a momentos de extrema ternura, allí donde parecería no caber ni una gota de ella.

Kaurismäki es el medicamento escencial, la monodroga única sin saborizantes ni colorantes, el estribillo sin estrofa, el plato sin adornos. Es el respeto por la capacidad del espectador a su confianza de que las palabras y los gestos son vehículos para llegar a un destino que es el objetivo previsto. Es un modo de ver la vida que nos rodea con nuestros propios ojos. Él viene a ser el tamiz que se ofrece abnegado para recibir el todo y retener sólo lo importante, allí dónde nuestro ojo ha sido entrenado para recibir cada dosis de escencia rodeada de material de relleno.




El puerto es una lección más del director finlandés. También puede ser vista como un filme. La narración cuenta la historia de un grupo de inmigrantes ilegales africanos que es descubierto dentro de un contenedor en un puerto de la Normandía francesa. Entre ellos se encuentra un niño que escapa del control policial, y es acogido por Marcel, un hombre que se gana la vida lustrando zapatos. Su abnegada esposa Arletty vive su vida dedicada casi exclusivamente a las tareas de la casa y a su esposo. Sus vecinos y amigos, personajes típicos del lugar, constituyen una marca de fábrica del director. La solidaridad entre ellos está basada en férreos códigos que se mantendrán inalterables más allá de las viscisitudes que atravesarán. Completa el elenco el particular representante de la ley y el infaltable perro. Comentar más de esta película sería borrar con el codo todo lo expresado anteriormente.

Marcel es André Wilms, quien ya trabajó con Kaurismäki en La vida de bohemia y en Vaqueros de Leningrado. Arletty es Kati Outinen, actriz estrella del director, que merece un bretel aparte por el tamaño de su figura. Elina Salo interpreta a Claire, y es otra actriz casi infaltable en sus filmes. Evelyne Didi es Yvette, y Bondin Miguel es el pequeño Idrissa.

Cuando la oferta se maneja por la cantidad de adicionales más que por el valor del productor principal, como en el llame yá televisivo, suele ser buena estrategia ir a por sitios seguros que nos pueden brindar sabores primarios de primera clase, como cuando probamos esos tomates de quinta que se promocionan no como "los más ricos" o "los más grandes", sino "sin agroquímicos ni conservantes". Esa necesidad que a veces tenemos de recordar el olor original de las cosas, o la sensación primera de contacto con alguien. Allí está Aki Kaurismäki con su cine, producto siempre nuevo y recordado a la vez.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1508675/

viernes, 18 de mayo de 2012

Bestia



Buenas noticias: la sociedad entre Christoffer Boe y Nicolas Bro goza de buena salud. En Bestia se materializa la sexta colaboración entre el director y el actor, ambos contemporáneos y nacidos en Dinamarca.

Christoffer Boe nació en Rungsted Kyst en 1974, se graduó en cine y medios de comunicación en la Universidad de Copenhague en 1996, y en dirección en 2001. También es fundador de Alphaville Pictures Copenhaguen, compañía en la que editó sus dos primeras producciones. Su debut con gloria fue la notable Reconstrucción de un amor, en 2003. Posteriormente filmó Allegro (2005), Fuera de pantalla (2006) y Todo va a estar bien (2010). Intercalan su carrera algunos trabajos para TV y colaboraciones con otros directores.

Nicolas Bro nació en 1972 en Copenhague. Su padre, Christopher Bridges, era director teatral cuando en 1978 se lo llevó a vivir con él al divorciarse de su esposa. La relación con su padre lo marcó significativamente, tanto en su carrera como en su vida personal. Su trayectoria actoral es extensísima, si se tiene en cuenta su edad: en 1998 hizo su debut en teatro con El Castillo. En 2000 fue contratado por el Teatro Real y participó en numerosas obras. En televisión trabajó en Crónica y en la segunda temporada de El crimen. En 2007 encarnó al Mefistófeles de Fausto y en 2008 descolló en su interpretación de Hamlet en el teatro local; en 2011 trabajó para el director norteamericano Steven Spielberg en Caballo de guerra. Su importante humanidad se vió reducida en 2012 tras una drástica dieta, lo cual le permitió acceder a otro tipo de trabajos, como por ejemplo, hacer pareja con una blonda actriz danesa cuyo molde responde al estándar de las tapas de revista de modas.

Juntos, Boe y Bro, trabajaron en las cinco películas que filmó el director, más una sexta inédita que todavía no ha salido a la luz. También se destaca el trabajo realizado en Fuera de pantalla, donde Bro hace de sí mismo y tiene la intención de hacer una película sobre él, para lo cual, le pide ayuda a su amigo Christoffer. Ambos interactúan en los dos roles, y el resultado es tan interesante como caótico. Pero en cualquiera de los otros trabajos en conjunto, se es testigo de historias de alto impacto, con pasajes en general densos y tortuosos, justo allí donde se ponen a prueba los laureles de quienes están a un lado y del otro del lente. A partir de los otros trabajos que pudimos ver de Nicloas Bro para otros directores, se vislumbra un actor de una ductilidad enorme, con elástica capacidad para pasar del drama a la comedia en pocos pasos. Su sola presencia en la pantalla es imponente, tal vez por su tamaño o por su voz potente; a la vez sus rasgos dan con el perfil de persona bonachona y amable. Desde el policial, el cómico (desopilante en Caballo Negro interpretando a Morfar, un sujeto cuya principal aspiración es ser árbitro de fútbol), o el drama, es inevitable la huella que deja su paso por la obra.



Bestia es la historia de un amor entre una pareja compuesta por Maxine (la Montenegrina Marijana Jankovic) y Bruno (Nicolas Bro), que es vivido por él de un modo enfermizo. La cinta abre con Bruno mostrándole a Maxine una hermosa casona que él quiere comprar para que la habiten juntos, el nido de amor que consolidará la unión de ambos. Así como a las paredes, Bruno considera a su mujer como de su propiedad, y sufre un pánico atroz de sólo pensar en perderla. La sospecha de una infidelidad lo trastornará definitivamente. Bruno dará paso a la bestia que habita en su interior.

Cuenta Boe de su película: “La intención era retratar toda la amplia gama de emociones, desde el rechazo al amor apasionado, por el que puede pasar una pareja en un solo día. Yo no quería mostrar ninguna de las cosas del medio, por lo que la película fue desde el primer momento un trabajo que se presentaba como muy fragmentado”. Relata que el guión de Bestia lo compuso en seis largas noches de escritura en los bares de Copenhague. El proceso de filmación se completó en tres semanas, en el apartamenteo de Boe y con un presupuesto mínimo.

De su trabajo con Boe, Nicolas Bro reconoce: “Trabajar con Christoffer ha sacado muchas capas de mí como actor. La timidez, la vanidad, la falta de coraje se han hecho pedazos. He adquirido un conjunto de herramientas que me permite hacer cosas que de otro modo no me atrevería a hacer.”



El actor Nicolas Bro y el director Christoffer Boe. Photo: Simon Ladefoged

Sobre la película, completa Bro, "'Bestia' es mi intento de mostrar el verdadero y humano rostro del amor. El corazón -y el amor- se traduce a menudo como un delicado pastel de color rojo y forma pulida, cuando en realidad se trata de un gran trozo palpitante de carne con extrema energía, y su fuerza vital es el bombeo de sangre hacia las arterias hasta los últimos estertores de la muerte. Es por eso que 'la Bestia' es una historia de amor positivo, también, porque muestra la pasión extrema jugando más allá de los burgueses límites del matrimonio"

Las tres B, Boe, Bro, y la Bestia, una definición que les cabe perfectamente a ambos. Un actor que se devora el escenario cada vez que lo habita. Un director que nunca intenta el trabajo fácil. Y un último trabajo conjunto que (como corresponde) incomoda y enaltece a quien lo disfrute. La B de Bretel hoy está que no entra en la página.


Dfi: http://www.dfi.dk/Service/English/News-and-publications/FILM-Magazine/Artikler-fra-tidsskriftet-FILM/72/Boe-and-the-beast.aspx
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1572501/

domingo, 29 de abril de 2012

Nuevo tipo: sólo para su amor



Yuri es una joven que trabaja vendiendo tickets en la terminal de ferri. Tiene un ojo ciego; ella lleva puesto un parche para cubrir la mancha que empaña su visión. Cada tanto, se lo quita y frente a un espejo se limpia con un pañuelo; atento su ojo sano presta atención al cuidado periódico.

Yuri conocerá a Kwon, un jóven que llega tarde a comprar boletos para el último ferri. Posteriormente, la arribará en una situación no del todo amistosa, pero con el tiempo un vínculo particular le gestará entre ambos.

Los une a Yuri y Kwon sus particulares poderes sobrenaturales. Él tiene alguna capacidad para transmitir energía a distancia, y se ve como puede hacer estallar lamparitas y cosas así. La capacidad de Yuri es más compleja de manifestar, y por sus implicancias en su persona, menos frecuente de sucederse. Muy a tono con su apacible vida solitaria en el hogar, que mantiene en forma rigurosa haciendo muestra de sus habilidades con la pintura.  Con el transcurrir del rodaje, aparecerá un tercer personaje poderoso, Akiyama, una jóven que conoce a Kwon, y con quien comparte una historia que completará la trama del filme.

El nuevo tipo que aparece en el título es una referencia a los personajes humanos con capacidades psíquicas superiores que aparecen en los universos de la Gundam, animes de ciencia ficción situados en algún lugar futuro, y que por lo general narran los conflictos armados que suceden entre la tierra y sus colonias, ansiosas de libertad.

Ryuichi Hiroki , quien ha compuesto historias de alto octanaje dramático, se licencia en esta cinta con una de fantasía y romance. No alcanza el despliegue que pudimos ver en Vibrador y Sólo son habladurías, pero con su formato se acerca a un público que en el Japón es sumamente apreciado, a la vez que nos muestra un costado diferente. Para coleccionistas.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1493027/

jueves, 29 de marzo de 2012

Infierno blanco




Hay mucho de clásico y mucho de contemporáneo en esta obra que está basada en una novela corta llamada Caminantes fantasmas, de Ian Mackenzie Jefferes. Narra la historia de dos tragedias, las sufridas por un grupo de personas que si bien sobreviven a un accidente aéreo, deberán posteriormente sufrir otro tanto antes de completar su salvación final.

John Ottway (Liam Neeson) trabaja para una compañía petrolera que realiza exploraciones en Alaska. Su trabajo es muy específico: es un francotirador que debe proteger a los trabajadores del acecho de las manadas de lobos que ven en los hombres una vital fuente de alimento en un terreno escaso de carne fresca. Su puntería es implacable: él merodea el área con su rifle, y en cuanto detecta un canino cerca, le mete bala a la distancia, quebrando el silencio del paisaje nevado. No lo hace por deporte, ni se percibe en su desempeño una excitación particular. Más por el contrario, se lo ve rendir tributo a su presa agonizante, como remediando lo inevitable de su quehacer. Por lo demás, su vida en ese ámbito deja ver una profunda soledad y tristeza, con recuerdos de momentos frente a una mujer que le habla y le da fuerzas para seguir.

Se describe la vida de los trabajadores como se supone aquella alejada del lugar de origen, en su mayoría personas trasladadas desde sus hábitats, sometidas a la rutina de trabajo diario y diversión nocturna en el único lugar de esparcimiento que brinda la compañía, esto es, un bar en el que la bebida y las riñas son paisajes cotidianos. Ottway los describe como ex convictos, fugitivos, vagabundos e inadaptados; hombres no aptos para la humanidad, pero aparentemente los únicos dispuestos a hacer semejante sacrificio por dinero, especies particulares de marines que en vez de pelear contra árabes deben enfrentarse a la naturaleza. No queda mucho más para hacer, son demasiados hombres solos que extrañan su lugar, y por las noches no tienen opciones más que las previstas.



Ottway carga con un drama, se trasunta por sus reflexiones que a modo de voz en off exhibe la escritura de una especie de diario o carta de desahogo. La visión única de esa mujer se repite; él le habla, le dice que ya no podrá volver a sentir el calor de su cuerpo ni estar a su lado. Él repite en su monólogo una frase que aparecerá varias veces más: “vivir y morir en este día”, a la vez que recuerdos de su infancia se le presentan en modo sepia, vulnerando la monotonía del blanco horizonte. Los peligrosos lobos no parecen ser el único destino de su rifle, hay otro uso que Ottway tiene pensado, al menos eso intenta. Su historia, su trabajo y él ámbito mismo lo han hecho rudo, hosco, y poco afecto al trato con sus pares.


Llega el momento de las licencias, y un grupo de trabajadores embarca en un avión con destino a sus hogares. Una fuerte tormenta terminará con la nave estrellada, y un reducido grupo de pasajeros logra salvarse milagrosamente. Pero el cuadro dista de ser el de la salvación: están perdidos en medio de la nieve, y pronto el asedio de los lobos salvajes se hará sentir en carne propia, literalmente hablando. Ottway ya no carga con su rifle, y el grupo de sobrevivientes se comporta con los mismos parámetros de civilidad que despliegan en su poco amable ambiente cotidiano.

Para evitar la comparación con la tragedia del avión uruguayo que en 1972 se estrelló en la Cordillera de los Andes, y dio lugar al menos a un libro y a una película, al poco de sucedido el accidente, uno de los sobrevivientes hace mención a que “no comerá carne humana”, inevitable primera referencia que habla de lo rudimentario que se vuelve el entendimiento humano en situaciones extremas. Gente poco afecta a obedecer órdenes o a sumirse tras un líder, la tragedia los juntará en un último intento por sobrevivir, a la vez de diezmarlos lentamente. En este punto aparece el formato clásico de este tipo de trabajos, donde la catástrofe inicial da pié a un largo devenir en tono de calvario, hacia la supuesta puesta a salvo definitiva. Lo destacable y remarcable de la obra de Joe Carnahan, es el trato de los personajes, y su relación con un entorno tan hostil como naturalmente bello.

El trabajo de Neeson es fundamental para entender el concepto del filme. Su mirada, ausente y gélida, tan a tono con el clima, cimienta casi sin palabras el sentir de una persona que ha perdido todo menos la vida, siendo eso justamente lo único que tiene para defender en semejante ámbito. Cuando ya no queda otra compañía que la naturaleza misma, y la agonía no parece tener fin, aparece el único elemento que es capaz de mediar entre ambos: la fe. Pero Ottway no es presa fácil de los sentimientos, y no va a rendirse fácilmente a las plegarias, él quiere pruebas, y si no es allí, dónde mejor sino para recibirlas. “¿Quieres mi fe? ¡Pues gánatela, muestra algo real!”, es su grito a las alturas, a esas nubes grises, a las que junto con el color más uniforme del pelaje de los lobos seguramente haga referencia el título original en inglés, The Grey (El Gris)



Viene de angustia la cosa, ya se imagina sin necesidad de leer esta reseña. Pero hay calidad en el relato, poco golpe bajo, y bastante crudeza. Sólo falta alguna mención a los verdaderos responsables de la tragedia. Dan por televisión de cable una muy interesante serie de documentales que narran accidentes aéreos y la posterior investigación por parte de los peritos, a fin de determinar la causa del siniestro. Y en general, el responsable es un trabajador, o un grupo de ellos, que o bien no siguió el protocolo, o salteó alguno de los pasos, desencadenando de esta manera un accidente fatal. Nunca se menciona la presión de las empresas por cumplir los trámites de mantenimiento en tiempo menor, o la falta de personal capacitado y debidamente descansado, todo tras el objetivo de mejorar las ganancias y reducir los costos. En este sentido, muchas veces el culpable no es un trabajador, por más que haya incurrido en alguna falta, sino la ausencia de una red de contención capaz de atajarla. Aquí en Infierno Blanco casi no se menciona a la empresa, al empleador, o a la forma en que recluta a sus trabajadores. Se muestra como un avión cargados de pasajeros comunes se estrella y a partir de allí surge el relato. Sería bueno nombrar con todas las letras al verdadero responsable tras los cortinados: el capitalismo en su afán desmedido de optimizar utilidades sin medir consecuencias. Piel de lobo, dientes de lobo y garras de lobo. Seguro que muerde.


Imdb: http://www.imdb.es/title/tt1601913/

jueves, 1 de marzo de 2012

Milagro



El tren bala cruza el territorio japonés a una velocidad de 260 kilómetros por hora. A ese nivel de aceleración, los centros poblados se suceden muy rápidamente, a la vez que resultaría imposible atravesarlos de esa forma por cuestiones de seguridad. La única manera que tienen de circular, es construir rieles elevados, parecidos a las autopistas, o bien canales por debajo del nivel del suelo. De este modo se mantiene el ritmo del viaje y no se pone en riesgo a los bienes y a las personas. Es así que a pocos pasos de una ciudad japonesa, uno puede ver surcar el horizonte a un bólido endemoniado cuya sola presencia consigue acaparar toda la atención disponible.

En Kagoshima, en el sur del Japón, hay un volcán, el Sakurajima, que insiste en mantenerse activo. Los habitantes del lugar, al levantarse, tienen por rutina mirar a la distancia al volcán, y así prepararse para un día con nada, algo o mucho de ceniza por limpiar. Es una molestia cotidiana, pero que ya está incorporada al día a día de las personas, del mismo modo que en otros lugares lo es el viajar apiñado en trenes o lidiar con la posibilidad de tener el camino cerrado por la nieve. En el particular de Kagoshima, la ceniza es utilizada en el estadio de béisbol. Los habitantes de la ciudad, tienen la costumbre al entrar a un lugar de sacudirse la ropa, de manera similar a cuando uno se limpia los pies en un felpudo antes de entrar a una casa los días de lluvia. Pero para los más jóvenes, la caída de ceniza es un incordio, pues los obliga a repasar los muebles, o a barrer los pisos de las casas y las escuelas. Para los más viejos, es una expresión de vida del volcán.



En toda la zona sur del país es muy popular el pastel de Karukan, una preparación hecha con azúcar, harina de arroz y una especie de batata regional, todo cocido al vapor. El resultado es una masa uniforme y elástica, sumamente blanca. Como todo preparado típico, sus consumidores son conocedores y por lo tanto exigentes a la hora de evaluar el estándar de calidad resultante. Otro tanto sucede con el sashimi de carne de caballo. El sashimi es un preparado a base de mariscos o pescados crudos finamente cortados, algo así como el carpaccio occidental. Se sirve con salsas típicas, como la de soja o el picante wasabi. Algunas carnes rojas utilizadas, a veces son algo cocidas, como en el caso de la del pulpo; en el caso puntual de la carne de caballo, la de mejor calidad proviene justamente de la prefectura de Kagoshima.

Hirokazu Kore-eda es uno de los más sutiles directores de cine. Sus películas retratan básicamente sentires de personas, a veces individuales, otras colectivos. También se relatan momentos, pero el peso del conflicto en general descansa en lo que les sucede a los hombres y mujeres que protagonizas sus películas. Son personas que sufren hasta el punto de quitarse la vida, como en Maboroshi, puede ser un niño de doce años que debe hacerse cargo de sus tres hermanos cuando su madre los abandona, como en la excelente Nadie Sabe, o pueden mostrarse como apacibles seres que una vez fallecidos deben elegir que recuerdo llevar a la eternidad, como vimos en la emotiva Después de la vida; nos detalla el encuentro de una familia al cumplirse el aniversario de la muerte de uno de sus miembros, el paso del tiempo y la tremenda humanidad de sus protagonistas en Caminando, y hasta logró hacernos poner en la ¿piel? de una muñeca inflable concebida sólo para el placer, pero que de pronto cobra vida y sale a descubrir el mundo exterior, como en la fascinante Muñeca inflable, una adaptación de un manga de Yoshiie Gōda. Su filmografía se completa con numerosos documentales para la televisión.



En el caso de Milagro, los encargados de ponernos en cuestión son niños. Dos hermanitos de edad escolar viven en ciudades separadas a causa del divorcio de sus padres. El mayor de ellos, Koichi, vive en Kagoshima con su madre y su abuela, conviviendo con la ceniza, los pasteles y el sashimi. El menor vive en Fukuoka, más al norte que su hermano, y está a la guarda de su padre, un rocker tardío que lleva una vida algo hippie. El diálogo entre ambos padres está cortado, no así entre los hermanos que entablan conversaciones telefónicas a menudo. La línea de trenes que unirá ambas ciudades está ya terminada, y hay expectativa en los habitantes. Koichi sabe de una teoría muy difundida, que cuenta que el primer cruce de ambos trenes bala en sentido contrario y a máxima velocidad, liberará una enorme energía, algo así como una estrella fugaz, que por su poder, será capaz hacer cumplir el deseo de quien presencie ese momento. Los dos hermanos deciden iniciar un viaje y encontrarse en el punto aquel en el que ambos trenes van a cruzarse. Junto a un grupo de amigos, cada uno lleva consigo un deseo para pedir en el momento indicado. Comprenderán que los milagros pueden existir o no, pero el hecho más importante es el trayecto que uno hace hacia ellos. Ese es tal vez el mensaje más acabado del filme.



Las películas de Kore-eda son en principio amables con todos los públicos, pero pueden ser profundamente aleccionadoras para muchos otros. Se podría decir que el cine de este director nacido en Tokio en 1962 mejora a las personas. Les da una hermosa borrachera de optimismo y espiritualidad, sin caer en ningún discurso que pueda entenderse como de lágrima fácil o golpe bajo. Nos muestra que podemos ser mejores seres humanos sólo con tener deseos e ilusiones, sin utilizar consignas religiosas ni diegotorristas. Nos señala como es que allí, en la cuna del consumismo y la tecnología voraz, también existen niños llenos de ilusiones y ancianos agradecidos por los bellos últimos momentos que están viviendo.

Siga a este director; si ya lo conoce, repase su filmografía, si sólo vio alguna de sus obras que pudieron exhibirse dentro del circuito comercial, busque aquellas que son más difíciles de seducir a un empresario de cadenas de cine + pochoclo: en todas ellas hay mucho de linda magia para descubrir y buenas caricias para el desasosiego cotidiano.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1650453/

miércoles, 15 de febrero de 2012

La oruga



La guerra es un hecho exaltador. Las pasiones se elevan al máximo en el momento en el que una nación, ese maleable concepto contenedor del yo colectivo, acude a las armas, ya sea porque es puesta en riesgo, o bien porque se lanza a la conquista. Hemos visto registros documentales que muestran a los más variados pueblos del mundo marchando por las calles entonando consignas y enarbolando banderas, y la pregunta que siempre me surge en esos instantes es: ¿qué gen se dispara en ese momento preciso y pone en acción esa masiva voluntad que parece incontenible? ¿Qué resortes se mueven, cuáles son las pulsiones que se estimulan para que las personas pasen de un estado de quietud a la movilización total? ¿Cómo es ese instante mínimo antes de que ese estallido suceda?

Preguntas que uno se hace, tal vez para tratar de entender cuál es el papel de la razón en medio de tanta pasión desaforada. Esa pasión que quizás una veces fue el motor de las más grandes transformaciones de la historia, y otras, una loca carrera hacia el precipicio. No parece haber lugar en esos momentos para la fría razón; cualquiera que plantease ir en sentido contrario en medio de esa marea quedaría soslayado por el bramar de las mayorías. Hasta pondría en peligro su integridad, en un momento en el que todas las trabas éticas parecen levantarse desinhibidamente.



En 1940 Japón estaba en pleno avance de la llamada Ofensiva de Invierno, en lo que se conoce como la segunda guerra Chino-Japonesa, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Los muertos de ambos bandos se cuentan de a cientos de miles, y los japoneses comienzan a estancarse en su ambición de seguir progresando en el terreno, debido a la heroica resistencia del pueblo chino, que no cesa de reemplazar las bajas en el frente. Este es el marco en que transcurre el filme La oruga, de Kôji Wakamatsu.

Kyuzo es un teniente que vuelve a su casa, tras haber sido herido en la batalla. Allí es recibido por su gente, sus amigos del lugar y su familia. Allí también está Shigeko, su esposa, que cumple con los estrictos códigos de tradición familiar oriental, esto es, una abnegada ama de casa que ante la ausencia de su marido supo encarar en solitario su propio sostén en las tareas del campo. El matrimonio no tiene hijos.

Kyuzo vuelve en un estado lamentable, mutilado su cuerpo por haber perdido todos sus miembros, su rostro parcialmente quemado, y con problemas de audición. Shigeko sufre una crisis de nervios cuando ve en ese torso que gesticula angustiosamente lo que alguna vez fue su compañero.



Los diarios muestran en primera página la foto de Kyuzo, el regreso triunfal del “dios viviente de la guerra”, un soldado cuya audacia salvó la vida de muchos de sus hombres, y le valió varias medallas del emperador. Es vestido con traje militar, y mostrando sus medallas, es paseado ante los vítores del pueblo. Su esposa observa perpleja la admiración que sienten por él sus paisanos, y el respeto que le tienen a ella las demás mujeres, por tener de esposo a un hombre que ha dado todo por la patria. Puertas adentro, Shigeko no la tiene nada fácil, pues debe lidiar con un discapacitado de por vida, que apenas se comunica, y no demora en expresar sus más primarias necesidades. Esta relación que se establece entre ambos esposos es el centro del drama que los tendrá como personajes excluyentes.

Con el transcurrir del rodaje se conocerán detalles de lo que a la vista del resto de la comunidad es una pareja contenida por el amor y la satisfacción del deber cumplido. El día a día aporta otros condimentos particulares para este tipo de relaciones, que no resultan fácilmente apreciables desde afuera. La asimetría que se establece entre ambos tensará los límites de la humanidad contenida en Shigeko, y no tardarán en sucederse situaciones de alto vuelo dramático que generarán incomodidad en el espectador. Es que muchas veces los héroes necesitan para erigirse como tales dejar de lado aspectos que no aportan brillo a su bronce, sino todo lo contrario, confrontan con sus propios principios. Y eso puede ser muy difícil de sostener desde el núcleo más cercano.

El papel de Shigeko es llevado a cabo por la gran actriz japonesa Shinobu Terajima, de extensa carrera y dueña de una ductilidad mayúscula a la hora de llevar a cabo sus papeles. Kyuzo es interpretado por Shima Ohnishi, y no se queda atrás en una interpretación que carece de palabras. El director Kôji Wakamatsu es un veterano del cine japonés, precursor del género pinku-eiga, ese porno soft rosa muy propio de su país, y que nunca deja de impactar al espectador por algún costado. En particular, esta realización vale más la pena por el trabajo de los actores que por el propio guión, que no se extiende más allá en lo dramático, pero brinda un aleccionador mensaje en contra de la guerra, y fundamentalmente, a la locura que genera en los pueblos a los que son llevados.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1508290/

domingo, 15 de enero de 2012

Vampiros



El falso documental es un género cinematográfico que lentamente va ganando adeptos. Y es que si se analizan sus premisas, sus reglas de juego y sus códigos más íntimos, la versatilidad que despliega es fantástica. Los realizadores pueden despacharse a gusto y con toda impunidad al acomodar los diálogos a las situaciones definidas, con el objeto de dar soporte a lo que se quiere sostener. Los personajes que supuestamente dan testimonio de veracidad pueden contar con el perfil idóneo que el guionista requiera, a fin de cerrar en la lógica que la imaginería del espectador posea. Además, la voz en off o las placas con información adicional adhieren un marco de poderosa riguridad.

El filme inicia con un texto en pantalla contando que hace unos años se contactó a un equipo de investigación para filmar un documental sobre la comunidad de vampiros de Bélgica, un pedido al que por su extrañeza, fue difícil negarse. Ya en los primeros segundos, el espectador detectará el tono de lo que vendrá más tarde.

El equipo es recibido por el padre de la familia de vampiros, compuesta por su esposa y dos hijos, un joven ingobernable y lleno de impulsos y una adolescente que tiene todos los componentes propios de la edad del conflicto, pero en plan vampiro, es decir, quiere ser humana, no soporta sus colmillos que no paran de crecer, y se viste de rosa, entre otras cosas. Su padre la contempla con un cariño comprensivo propio de quien sabe que esas actitudes cesarán con el tiempo.



Quien haya incurisonado en el cine de esta temática, sabrá que el mundo vampiro está repleto de reglas y códigos que deben cumplirse a rajatabla, so pena de perder la vida incinerado por los rayos del sol. En el filme, se menciona insistemente estos postulados, y se los ve a todos bien preocupados por acatar esta legalidad que los regula. Sin embargo, no dejan de permanecer incluídos en la sociedad europea actual, la cual les brinda abundantemente lo indispensable como para satisfacer sus necesidades básicas. Además, el tema del vampirismo en el cine ya ha atravesado todos los géneros, desde la aventura hasta el drama romántico y el thriller, pasando por el terror clásico y por el cruce con otra sub-raza, como los hombres lobo. El documental falso no ha ahondado demasiado en los chupasangres, y esta realización es una verdadera joya de catálogo.

El idioma inglés utiliza el término mockumentary para definir este género. El prefijo mock significa burla, aunque en rigor, en esta película más que burla lo que apreciamos son las distintas coyunturas por las que atraviesan estas criaturas, su interacción con los humanos que les proveen ciertos insumos básicos, el trato con sus pares, sus diferencias y contradicciones. En este punto tiene fundamental importancia un elemento de este género que es el no control de todo el rodaje, es decir, situaciones aparentemente inesperadas, como discusiones o peleas, que atraviesan la filmación, dando un tinte de realidad indiscutible.



Zelig, El proyecto Blair Witch, REC, Todavía estoy aquí, Actividad paranormal, entre tantas otras, son ejemplos de películas que fueron despachadas al circuito cómo filmes de género, y en realidad siguen al pie de la letra las premisas del documental falso. Entre las series aparece The office como un exponente de este género. Aquí en Bretel recomendamos en su momento el trabajo noruego Cazadores de trolls. http://elbretel.blogspot.com/2011/03/el-cazador-de-trolls.html

Y es que en pleno siglo XXI hasta los vampiros han adquirido costumbres de sus humanos contemporáneos. Se capacitan y forman en escuelas especiales, donde son instruidos de manera adecuada para poder llevar adelante su subsistencia. Les gustas las fiestas, en partículas aquellas en las que hay suficiente comida. Y muchos humanos aceptan con resignación su existencia, preguntándose si no será que su continuidad se debe a que cuentan con fuerte apoyo político.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1500906/