domingo, 20 de junio de 2010

Nórdicos


Conclusión


Catedral de Helsinki, Finlandia.



A la vuelta de mi primer viaje a Europa recuerdo haber hablado con un amigo que por cuestiones de trabajo viajaba mucho, y conocía casi todo el viejo contienente. Le expresé en aquel momento mi primera impresión de maravilla tras haber estado unas semanas en Berlin y Colonia, Alemania. “Y si, viven mejor”, fue su respuesta; justa, sin sorna ni melancolía, y hoy tras un par de viajes, yo puedo confirmar esto que no es ninguna novedad: en Europa se vive mejor. La pregunta es a costa de que o quien.

Nunca se trató aquí de comparar un país con otro: los estándares y niveles de vida son fácilmente contrastables con indicadores que estan al alcance de cualquiera; si, por caso, cotejar la idea que gran parte de los que viven entre nosotros tienen de estos lugares.

Quienes se empeñan en sostener que es la mediocridad la culpable de todos nuestros males, la pobre capacidad que tenemos como sociedad para la realización conjunta, o la falta de solidaridad para con el prójimo, un logro pendiente, encontrarían interesantes respuestas ahí cerca del cieloraso del planeta.

Como que las grandes limitaciones están impuestas más por arriba que por debajo de la escala social. Que los niveles de corrupción y delito están en una proporción no llamativa a la densidad de población de nuestras grandes ciudades. Que el alto nivel de civilidad de estos lugares ha relegado a segundo plano logros que en nuestro hemisferio serían atribuibles más a un superador esfuerzo colectivo. Que los derechos y atribuciones no vienen dadas por el solo hecho de cumplir con las obligaciones ciudadanas, sino por una profunda definición que hace foco en el ser humano como elemento fundamental e indispensable de la sociedad.

Quienes sostienen que en nuestros paises hay estándares que son imposibles de materializar por una cuestión genética o “de educación”, descubrirán, por la misma lógica de pensamiento que los hizo arribar a esa conclusión, que su vida cotidiana encontraría fuertes limitaciones en aquellas sociedades. Allí donde se marca la queja constante y la presunción de que todo marcha en sentido contrario, se esconde muchas veces el pretexto de buscar el arreglo fácil o la salida ventajosa como única forma de seguir adelante. Algo que entre los nórdicos, está muy mal visto.

Presentación
Parte 1: Espacio público
Parte 2: Horarios
Parte 3: Bicicletas
Parte 4: Pueblos originarios
Parte 5: Salud y educación

Nórdicos


Parte 5: Salud y educación




Hospital público en Bergen, Noruega.


En Buenos Aires hay una importante comunidad de inmigrantes, en su mayoría, proveniente de países limítrofes. Se han insertado en la sociedad argentina, entre otros motivos, en la búsqueda de un mejor horizonte para sus vidas. Han encontrado trabajo, educación y salud, y hoy en día, junto con los nacidos en esta tierra, conforman una núcleo social indisoluble.

Sin embargo, cuando estos inmigrantes se alejan de los lugares en los que la sociedad los encuentra naturales e indispensables (obreros de la construcción, vendedores de verdura, empleadas domésticas, etc.), es común que aparezcan reacciones de ciertos sectores más o menos radicalizados del MPP que reclaman por el derecho a la tierra y sus derechos.

“Los hospitales públicos están llenos de paraguayos y bolivianos, y si vos te querés hacer atender, tenés que esperar una eternidad. Encima, ni siquiera podés ir temprano a la mañana, porque estos tipos… ¡duermen ahí!” (Cynthia Lombardo, 26 años, telefonista) Frases como estas enmarcan el muy difundido concepto que los servicios públicos son, en algunos casos, demasiados públicos, y que habría que hacer “algo” al respecto.

Habiendo requerido de una atención médica en Noruega, concurrí a la sala de guardia de un hospital público. Llené una ficha y aguardé mi turno, que llegó a la hora cincuenta minutos. La atención fue breve y correcta, al menos para el cuadro en cuestión, y el consultorio dejaba mostrar el adelanto tecnológico presente en estos países en todos los órdenes. Por aquel entónces, la guardia se encontraba mayormente ocupada en temas traumatológicos, debido a la época de esquí. Se podría decir que con la excepción del colorido mobiliario y el mantenido aspecto edilicio, el citado nosocomio no mostraba demasiadas diferencias en relación con lo que se podría encontrar en Buenos Aires, considerando aquello que debe saciar la necesidad de concurrir a un hospital. Pero hubo un detalle que marcó una diferencia sustantiva: la consulta no es gratuita si uno no cuenta con un seguro universal de salud, con lo cual tuve que pagar el equivalente a 50 euros por la atención.

La educación púbilica, en cambio, es 100% gratuita en escandinavia. Finlandia se jacta de contar con la educacion de primer y segundo ciclo más trabajada y exitosa del mundo, y con una tasa de alfabetización del 100%. La educación privada es prácticamente inexistente (sólo el 1%) y las universidades son gratuitas. Los maestros reciben su título tras seis años de estudios, y su cargo es equiparable al de funcionarios del estado, con lo cual no es necesario que un padre le recuerde que su sueldo proviene del erario público, hecho muy frecuente en los barrios emepepepianos de la metrópoli porteña, sobre todo cuando el docente le pone una nota baja al nene. Allí sucede un extraño caso de comunismo, pero al revés: el monopolio de la educación lo tiene el estado, sin embargo, la formación privada existe, y es libre, pero nadie la elige. Un hecho similar en el campo privado sólo se podría llevar a cabo con una inversión publicitaria monumental.

Presentación
Parte 1: Espacio público
Parte 2: Horarios
Parte 3: Bicicletas
Parte 4: Pueblos originarios
Conclusión

domingo, 6 de junio de 2010

Nórdicos


Parte 4: Pueblos originarios



Parlamento Sami de Noruega.



En coincidencia con los festejos del bicentenario de la Revolución de Mayo en Argentina, se realizó la Marcha Nacional de los Pueblos Originarios, representando a decenas de etnias de todo el país que desde distintos puntos confluyeron en la Plaza de Mayo de la capital el jueves 20 de mayo de 2010. Allí realizaron un acto reclamando el respeto a la diversidad cultural y por el reconocimiento de sus derechos sobre la tierra. Posteriormente fueron recibidos por la presidenta de la nación, quien creó una comisión para analizar propuestas con el fin de garantizar a estos pueblos el derecho que reconoce la Constitución para la posesión de tierras que ocupan desde antes de la llegada de los españoles en el siglo XV.

Esta movilización, la primera que se recuerda en magnitud y relevancia, contó con la simpatía y calidez de los porteños, principalmente por el novedoso y colorido escenario que tapizó una ciudad más consustanciada con la herencia cultural proveniente de Europa que con su propio adentro. Por otra parte, si bien se identifican como “periodistas independientes”, es un secreto a voces que en Buenos Aires la prensa que informa acerca del estado del transito está fuertemente dominada por cuadros del MPP, y desde ese espacio comunicacional, muchas veces regulan la predisposición temperamental de los ciudadanos. Pese a las advertencias de colapsos en algunas arterias de acceso, las complicaciones no fueron de magnitud, y la movilización culminó con la satisfacción de los organizadores.

Sin embargo, miles de descendientes de estos pueblos transitan la ciudad a diario; otros tantos trabajan en comercios y tareas domésticas, y muchos de ellos constituyen la fuerza laboral básica del gremio de la construcción. En todos estos casos, lo hacen sin elementos que los identifiquen como tal: no lucen ropas típicas ni estandartes, no se maquillan el rostro con pinturas de colores, no hablan su lengua ni consumen sus comidas típicas. El único distintivo común que poseen es su rostro, que implacablemente denota su origen. Y allí la mirada de los ciudadanos, mayoritariamente caucásicos descendientes de europeos, se muestra diferente.

Como cuando el presidente boliviano Evo Morales viene de visita al país, es común escuchar a algún miembro del MPP destacar con cierta ternura el hecho de que un indígena esté al frente de su país; sin embargo son ellos mismos quienes no vacilan en considerar a los descendientes de los pueblos originarios locales como integrantes del sector al que se le adjudican gran parte de los males de este país. Para todos ellos en general rige el cargo de “portación de cara”, un estereotipo que identifica a un individuo peligroso, al menos sospechoso, o en todo caso de preferencia a evitar.

Los nórdicos tienen sus pueblos originarios, los sami. Ellos habitaron el norte de la península desde tiempos ancestrales; viven en los gélidos territorios en base a la agricultura y la ganadería, básicamente de la cría del reno. Comprende su territorio el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. A través de los siglos, sus derechos fueron avasallados por los respectivos gobiernos, y su cultura fue ignorada y perseguida. Actualmente se cuentan en 80000 entre los cuatro estados.

A principios del siglo XX, los pueblos sami de los diferentes países comenzaron a agruparse en organizaciones propias, actividad que se incrementó tras la segunda guerra mundial. El Parlamento Sami de Finlandia se fundó en 1973. Este vigila por los derechos del Pueblo Sami y promueve el desarrollo de la economía, la sociedad y la cultura sami. Tiene competencias del Estado en la administración del lenguaje y de la cultura entre los samis. En 1989 se fundó el Parlamento Sami Noruego. La Constitución política de Noruega recoge que es deber de las autoridades el crear condiciones para la protección y el desarrollo de la cultura, la sociedad y el lenguaje sami. El Parlamento Sami de Suecia se fundó en 1993,y contribuye a desarrollar y consolidar la identidad entre los samis estimulando las cuestiones sociales y políticas.

He tenido la oportunidad de cruzarme en alguna calle de la moderna Estocolmo con integrantes de esta cultura: sus coloridos atuendos sobresalen en el marco de la sobria vestimenta invernal sueca, y sus rostros se distinguen aún más en un escenario de cabellos rubios y tez bien blanca. Caminan orgullosos por las calles, y se abran paso sin diferencias en la sociedad occidental.

El 21 de mayo de 2010 el presidente Evo Morales se convirtió en el primer mandatario en visitar el parlamento Sami noruego. Allí, el gobierno de Bolivia y los Sami formaron una alianza en defensa de la Madre Tierra y de las conclusiones de la I Conferencia Mundial de Pueblos Sobre el Cambio Climático, celebrada en abril último, en la localidad de Tiquipaya, en el departamento boliviano de Cochabamba. Los parlamentarios recibieron al presidente Morales vestidos con trajes típicos, en medio de muestras de aprecio y cariño, y lo señalaron, como a “un hermano indígena que nos inspira el seguir luchando por los derechos de los pueblos del mundo”. Morales también ofreció una charla en la Universidad de Oslo y compartió un almuerzo con el Rey Herald V. Los representantes parlamentarios culminaron con una declaración en la que esperan que Suecia también se inspire en el Parlamento boliviano para que apruebe la convención de la ONU y se reconozca a los pueblos indígenas del mundo, porque todos tienen derecho a desarrollarse y a existir.


El presidente Evo Morales en su visita al Parlamento Sami en Noruega.



En la provincia de Jujuy, en el norte de Argentina, tiene sede la Asociación barrial Tupac Amaru, fundada y dirigida por Milagro Sala, una descendiente de los pueblos coyas locales. A los quince años, Sala descubrió que era adoptada y que su madre biológica la había abandonado frente a un hospital en una caja de cartón. Dejó su casa, vivió entre buscavidas, vendedores de drogas y prostitutas; también trabajó de lustrabotas. Estuvo presa durante 8 meses. Allí se dio cuenta que pagó carcel por no contar con la defensa adecuada, vedada a esta parte de la población, y se juró que a la salida de la prisión iba a luchar para que no hubiera más injusticia. Posteriormente ingresó a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) Actualmente la organización Tupac Amaru cuenta con presupuesto del gobierno nacional. Han construído escuelas de niveles primarios a terciarios, con salarios pagos por la organización, tienen dos centros de salud en los que funcionan una farmacia y un laboratorio; también cuentan con un tomógrafo y un mamógrafo. En el barrio funciona el CEMIR, un centro integral de rehabilitación de personas descapacitadas, gratuito y abierto a la comunidad, con plazas con juegos adaptados, gimnasios, piletas climatizadas y una sala con cámara Gesell para que trabajen psicólogos y psicopedagogos. Compraron dos ambulancias de alta complejidad y los remedios y la atención son gratuitos. Se establecieron seis fábricas con fondos del ministerio de Desarrollo Social que emplean a 600 ex desocupados, una fábrica textil que confecciona delantales blancos por encargo. Una fábrica de bloques de construcción para ahorrar en costos de las 1800 viviendas en el Alto Comedero, a 15 km de la ciudad, un barrio con piletas de natación, cibercafé, polideportivo con canchas de fútbol, hockey y rugby, y hasta un parque temático con dinosaurios gigantes y esculturas de peques, los duendes patagónicos de un dibujo animado nacional. Están tramitando la instalación de una radio.

Sin embargo, muchas han sido las explicaciones que Milagro Sala ha tenido que dar a los grandes medios nacionales acerca el origen de los fondos y la capacidad de solvencia de su organización; fue acusada de realizar clientelismo político a favor del gobierno nacional; se le cuestionó por intervenir a favor de los que menos tienen en la provincia de Buenos Aires, mientras un millonario empresario de origen colombiano arremete con su buffet de abogados a la justicia intentando presentarse como candidato a presidente, hecho claramente vedado por la constitución; fue acusada por un senador de la nación de tener vínculos con la droga y por una diputada de contar con armamento. Todos estos sucesos tuvieron alta repercusión en el núcleo duro del MPP, muchos de los cuales no vacilaron en tildar a Sala de “india violenta” y “cucaracha” (una variedad de insecto que ha demostrado sobrevivir algunos millones de años de evolución natural)

Un estudio del 2005 de la Universidad de Buenos Aires señala que el 56% de los argentinos tiene sangre indígena, dato que si no se hubiera revelado dentro de las secciones de información general de un diario dominical, habría provocado una verdadera catarata de suicidios en algunas zonas de la ciudad, controladas hace décadas por fuerzas del MPP.

Presentación
Parte 1: Espacio público
Parte 2: Horarios
Parte 3: Bicicletas
Parte 5: Salud y educación
Conclusión


Fuentes

http://www.noruega.org.ar/News_and_events/Noticias-de-la-Embajada/Evo-Morales-visita-Noruega
http://indigena.nodo50.org/sapmi/parlames.htm
http://www.tupacamaru.org.ar
http://es.wikipedia.org/wiki/Milagro_Sala
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-136086-2009-11-28.html

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Nórdicos


Parte 3: Bicicletas




En noviembre de 2007, el diputado porteño Pablo Failde de la agrupación Autonomía con Igualdad presentó un proyecto de ley destinado a la implementación de un sistema de transporte basado en el uso gratuito de bicicletas, conocido en otros lugares del mundo como "bicing". El proyecto, que "consiste en brindar un servicio donde los usuarios se presenten en una estación, retiren en alquiler una bicicleta, se puedan dirigir a su destino y al llegar dejen el vehículo en una estación cercana", fue finalmente aprobado el 6 de diciembre de 2007. Cuando se anunció la medida, recuerdo el comentario de quién más tarde pude identificar como un importante dirigente anti gremial del MPP: "Sabés acá lo que van a durar esas bicicletas, ¿no?" Buscando desenmascarar la hasta el momento encubierta actividad proselitista, pregunté con fingida inocencia: "¿Cuánto van a durar?", a lo que respondió: "¡Nada, se las van a robar a los 10 minutos!". Terminé la charla con una pregunta a modo de reflexión: "Nosotros no podemos hacer nada bien, ¿no?"

En cuanto a la utilización de bicicletas en un sistema de tránsito ordenado, los países nórdicos son verdaderos campeones mundiales. Si bien en toda la región este transporte está ampliamente difundido, en Copenhage la imagen es impactante. El tránsito de biciclos es tan nutrido como el de los demás vehículos; en casi todas las calles hay sendas debidamente señalizadas y semáforos dedicados. Aún en invierno, los ciclistas daneses pueblan las calles y son sumamente respetuosos en su forma de conducir, y no vacilan en protestarle a uno cuando se les cruza desprevenidamente en su camino.

Allí en Copenhage pude acceder a un periódico local de noticias en inglés y casualmente encontré una nota criticando la falta de eficacia del sistema anti robo de bicicletas.(Nota completa) Sucede que se instalaron chips en los rodados con el objeto de hacer un seguimiento en caso de una denuncia por robo, pero hasta el momento, ningún dueño se pudo reencontrar con su bicicleta sustraída. De todos modos, se aclara que el proyecto está en una fase de prueba, por lo cual aún deben terminar de completarse detalles definitivos. Lo que sí es un hecho concreto es la estadística: cada año en Copenhage se roban 18.000 bicicletas, lo cual representa 2 robos por hora.

Presentación
Parte 1: Espacio público
Parte 2: Horarios
Parte 4: Pueblos originarios
Parte 5: Salud y educación
Conclusión

Nórdicos



Parada de buses en Oslo.
Se indica el tiempo restante
para el próximo servicio.

Parte 2: Horarios


“Y claro, allá todo funciona a horario, tomás un tren a que dice 14:06 y sale 14:06, 14:07 a más tardar”, espeta un corregidor de la brigada MPP Norte. Tuve algunas demoras en uno que otro transporte, pero no voy a contradecir el comentario: en general el servicio de trenes, que fue el más utilizado en el viaje, fue soberbio. El ferrocaril sueco es el SJ, Statens Järnvägar, que se traduce al español como Ferrocariles Nacionales. Trenes públicos. Hablo de viajes en días de semana al extremo norte del país, 100 kilómetros por encima del círculo polar ártico, en los cuales en cada vagón había un promedio de 4 (cuatro) personas. En Noruega, el costo del boleto incluía una frazada, una almohada inflable, anteojeras y tapones para los oídos, todo en una simpática bolsita que decía “Esperamos que disfrute de este kit, tanto en el viaje como en su casa”. Y no aparece, ni siquiera se menciona, la relación de costo; ningún economista osa demostrar la rentabilidad de ese servicio en pos de transferirlo a una empresa privada: los trenes son partimonio y orgullo público.

Pero si de reloj se trata, en el ámbito privado también se precian de ser puntuales los escandinavos. Los comercios que venden artículos de primera necesidad como supermercados, a determinada hora… ¡cierran! Y los fines de semana, abren los sábados y con horario reducido. A nadie se le ocurre ir a comprar una cerveza o un paquete de fideos a las nueve de la noche, como así tampoco, olvidar hacer las compras un fin de semana. En Helsinki dí con la fortuna de tener un pequeño súpermercado que estaba abierto los sábados por la tarde y los domingos por la mañana, y estaba claramente identificado, porque era uno de los pocos que están asignados a cada barrio. Y era atendido sólo por el cajero. En Oslo tuve que ir un domingo a comprar un análgésico a una farmacia de autoservicio, y noté que los productos tenían dos precios, uno ligeramente superior que el otro. Al llegar a la caja, me cobraron el más caro, y cuando pregunté a qué se debía, me respondieron que era el precio que corresondía al fin de semana. Se supone que con este diferencial se compensa el salario extra por día no laborable.

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Parte 1: Espacio público
Parte 3: Bicicletas
Parte 4: Pueblos originarios
Parte 5: Salud y educación
Conclusión

sábado, 5 de junio de 2010

Nordicos


Parte 1: Espacio Público



Helsinki, Finlandia.



“En esta ciudad se juntan cinco locos, te cortan la calle, y te arman flor de lío [caos] de tránsito. Encima la policía no hace nada, ¡nadie hace nada! Con esto de los derechos humanos ahora cualquier hace lo que quiere…” (Testimonio de un militante de MPP)

En el artículo 13 de la constitución de Finlandia, se lee:

"Toda persona tiene derecho a organizar reuniones y manifestaciones sin permiso, así como el derecho a participar en ellos.
Toda persona tiene la libertad de asociación. La libertad sindical implica el derecho a formar una asociación sin permiso, de ser miembro o de no ser miembro de una asociación y participar en las actividades de una asociación. La libertad de formar sindicatos y organizar a fin de velar por los intereses de otros es también garantizado (…)" (Más aquí)
Uno de los conceptos con los que más insiste el estado es el del respeto al espacio público. En Finlandia el lugar común pertenece a todos, a la vez que en nombre de esta libertad, nadie puede hacer lo que quiere, entendiendo por nadie, exactamente eso: nadie. Nadie, además de las ciudadanos de a pie, son las corporaciones, los industriales, los comerciantes poderosos o no, el estado mismo. Al igual que en Noruega, la naturaleza toda es considerada como espacio público, y el libre acceso y el derecho al paseo, por ejemplo, están protegidos por la ley o el “derecho a todo hombre”.

Existe una regla no escrita que tiene que ver con la distancia personal. Nos ha sucedido de estar haciendo alguna fila para esperar el turno de ser atendidos, y notar que quien estaba delante nuestro mostraba cierta incomodidad por nuestra cercanía a su espalda. Tras un par de experiencias similares, supimos que los nórdicos establecen una suerte de medianía mínima que no son gustosos de compartir, calcule más o menos medio metro. Si se cruza esa raya, no es que vaya a pasar nada, pero uno nota que hay en el otro un sentimiento no confortable. Son cuestiones culturales, tal vez los latinos somos más afectos a los amontonamientos por lo mismo que somos más ruidosos, bulliciosos, y en cierto modo, más propensos a mostrar los afectos que ellos. Pero la anécdota no pasa por la distancia mínima, sino la máxima. Si bien la propiedad existe y es claramente visible, en Finlandia, por ejemplo, nadie puede impedir a otro instalarse en un terreno ajeno, siempre y cuando no se obstruya o vulnere la intimidad de las personas. Si de naturaleza se trata, nadie puede impedir que uno se interne en un bosque o espacio, por más privado que sea, para por ejemplo, pescar o navegar por un lago, siempre y cuando no utilice propulsión a motor, en este caso. No se trata de invadir la piscina del propietario, esta claro. Pero sí de tomar frutos de un bosque, practicar pesca de características deportivas, escalar, esquiar, nadar en las aguas, acampar, y muchas etcéteras más. Propiedad privada y (no versus) derechos humanos.


Estocolmo, Suecia.



En Suecia existe una cultura de la sobriedad en todo sentido. Nomás al llegar, y estando en pleno centro de Estocolmo, asombra el bajo nivel de ruido ambiente, en comparación con nuestras urbes latinas. Bocinas, escapes, aceleradas, alarmas, todos estos elementos son ínfimos o casi inexistentes, cómo así también el exceso de iluminación. No se trata de una ciudad a oscuras, sino iluminada sobriamente. “Claro, al no haber inseguridad, no necesitan tener todo tan iluminado. Acá si no ponés una luz en la puerta, te puede estar esperando cualquiera cuando llegás a tu casa”, proclama presto un comando de MPP. Si, las calles se ven seguras, aún en el desierto que puede conformar una fría noche de invierno. Pero no toda la luz está pensada para desenmascarar los mismos ilícitos.

Mi padre, experimentado comerciante de toda la vida, una vez me explicó que un negocio vende más si está bien iluminado. La gente (ese amorfo colectivo maleable a gusto y piaccere) entra a un comercio bien iluminado, y se siente más propenso a consumir, mientras que la penumbra tiende a deprimirlo y a escapar. La iluminación que no abunda en Estocolmo no es la de las luces automáticas que se penden al paso, sino la de las marquesinas y avisos publicitarios, fuertemente reguladas y limitadas. En el centro de la ciudad no hay que hacer grandes esfuerzos para ver el cielo, y el límite son las casi omnipresentes nubes del invierno, no los cables o los avisos de empresas multinacionales, invadiendo el espacio visual a mansalva. Como buen turista corto de divisas en un país caro, era común frecuentar los locales de comida rápida en búsqueda de una bebida caliente. Para identificarlos en una calle céntrica, la estrategia era mirar al horizonte en pos de un logo que los identifique. Fue entónces, en Helsinki, que observé que los carteles de los negocios no sobresalen de las fachadas, con lo cual uno sólo alcanza a ver lo que tiene cerca, o a lo sumo, los de las veredas opuestas. Cuando le comenté este detalle a una finesa con la que entablé contacto y que conocía la Argentina, afirmó que estaban prohibidos, y que solamente se podían instalar letreros o anuncios con un permiso especial y apenas por algunos días. Señalando a la otra calle, puso como ejemplo unos estandartes que estaban anunciando una muestra… en el museo municipal. El mundo capitalista existe, pero no tan salvajemente.

Presentación
Parte 2: Horarios
Parte 3: Bicicletas
Parte 4: Pueblos originarios
Parte 5: Salud y educación
Conclusión

Nórdicos


Presentación




En mis últimas vacaciones tuve por fin la posibilidad de conocer el norte de Europa, más precisamente la pensínsula escandinava. Un viejo sueño, debo confesar, era el de conocer de cerca el funcionamiento de una sociedad que se enorgullece de poseer uno de los estándares de vida mas elevados e igualitarios del planeta. Sabía de antemano que un período de receso no suele ser suficiente como para destrabar el cerrojo de una comunidad milenaria y con una mediana difusión de sus construmbres y cultura en nuestra región sudamericana. Los meses previos al viaje constituyeron una verdadera empresa, en la que procuré absorber la mayor cantidad de conocimientos y datos que me permitieran llegar a destino con la mejor y más objetiva calidad de información del lugar.

Coyunturas laborales de nuestro hemisferio no dieron otra posibilidad que hacer el tour en lo más crudo del invierno nórdico, lo cual aportó a la belleza del paisaje, pero restó en las posibilidades de contacto directo con las personas. Sucede que los nórdicos son sumamente educados y amables, pero sin que medie una necesidad puntual o un pedido resultan poco dados al trato casual o espontáneo,. Atienden con presteza y cordialidad cualquier solicitud, pero difícilmente cruzen la mirada con extraños. Temperaturas promedio a los 10 grados bajo cero pueden acrecentar este efecto, distorsionando en parte la apreciación.

En Buenos Aires existe un fuerte movimiento no formalmente organizado (no formalmente, porque organizarse significaría entrar en contradicción con sus principios) que con algo de desdén se lo identifica desde afuera como el Medio Pelo Porteño (MPP, de aquí en adelante) En general son sectores medios ciudadanos que observan con nostalgia las bondades del primer mundo, añoran períodos de supuesta bonanza que van de principios del siglo XX hasta el fin de la segunda guerra mundial, y destacan por encima de cualquier logro colectivo los defectos de una sociedad que parece no tener salida. Muchos de sus más activos militantes constituyen el grupo de convivencia de quien suscribe, y sus comentarios a raíz de mi experiencia viajera fueron los que impusaron la presente reflexión a modo de relato.

Frases como: “Es otro mundo, me imagino, ¿no?”, o “Cuando volvés acá te querés matar…” fueron algunas de las que más picaron en el top. Y algo de cierto puede haber: es otro mundo, y volver cuesta, como siempre cuando acaban las vacaciones. De todos modos, desde los documentales televisivos hasta la torta de la tía, siempre lo ajeno tiende a superar a lo local casi sin transpirar. Así que lo único que nos queda es comparar lo conocido con lo percibido, y tratar de reflexionar al respecto.

Parte 1: Espacio Público
Parte 2: Horarios
Parte 3: Bicicletas
Parte 4: Pueblos originarios
Parte 5: Salud y educación
Conclusión

Banderas de Escandinavia: Cortesía de Wikimedia Commons