lunes, 1 de octubre de 2012

La vida sin principios



La vida sin principios es una de las últimas producciones del laborioso Johnnie To, que nos vuelve a regocijar con una pintura de época que incluye lo mejor del género, el género To, aquel que él mismo inventó hace más de una década. En este trabajo se destaca ese recurso que tan bien maneja, que es la forma en que describe los avatares de la realidad local, compleja, con todas las características propias de los gentíos orientales, y como siempre, con una dosis de humor que lateralmente acompaña sin invadir el concepto de la historia.

Es quizás una de las películas que más interpela al espectador, porque lo hace tomar partido por muchas decisiones de las cuales algunos personajes sacan provecho, y no siempre se encuentran registradas en los manuales de buenas prácticas morales.

La crisis del capitalismo ahora sacude Europa, pero las ondulaciones del relieve llegan hasta las cosmopolita Hong Kong. Nadie quiere perder dinero, o mejor dicho, nadie quiere de dejar de ganarlo, y el área de inversiones de un banco puede ser una buena pasarela para que desfile lo peor de las miserias humanas, acicaladas en épocas de crisis. El relato entreteje poco a poco la historia de tres personajes que no pueden escapar a su entorno. Una empleada bancaria que sufre fuertes presiones laborales por “cumplir con los objetivos”, ese moderno eufemismo que utilizan las empresas para decorar alguna forma de explotación laboral. Un policía con su vida familiar en en hilo, y que además, si bien no tiene su honestidad puesta en juego, no termina de tener claro quienes son los ladrones y quienes son las víctimas, y un miembro de un clan o pandilla local que se maneja al borde de la legalidad invocando permanentemente el concepto de hermandad. La hábil pluma de To logrará que las órbitas aparentemente independientes de estos tres individuos se toquen en algún punto, sin forzar la historia ni caer en resoluciones fáciles.



Los perfiles de los personajes marcan un punto de quiebre en el relato. Su elección pareció estar puesta en aquellos que por su fisonomía a o comportamiento componen una muestra sumamente representativa de lo que se denomina “gente común”. Tal vez en cualquier otra producción, uno puede por el rostro y el aspecto físico del personaje agrupar el elenco entre principales y secundarios a poco de empezar la proyección. Sin embargo, en La vida sin principios huelgan los rostros apuestos que pueblan las revistas de moda, al punto que se comienza a desconfiar de aquellas siluetas delineadas en trajes caros y maquillajes perfectos.

En un mundo sin tanta crisis, la basura siempre la recogen los más pobres, y cuando el olor llega a los barrios altos, hay que ordenar al rebaño para sortear quien debe saltar del bote antes de que se hunda y lleve a todos al fondo. Nada irrita más a un futuro ex-rico que ver a un pobre preparando el banquete de bienvenida. To pudo leer la realidad, y componer una historia de ficción que no se aleja de los titulares de los diarios de hoy en día.



¿Sería uno capaz de embaucar a una anciana pensionada con tal de lograr el cometido que le impone su superior en el trabajo? ¿Qué pasa por la cabeza de un agente de la ley que no es capaz de hacerse cargo de las necesidades de sus propios familiares? Sin caer en moralinas ni señalar con el dedo, To hace cuestionar a través de la historia el comportamiento de cada uno de los que al mirar la película, no podemos evitar el juicio de los personajes.

El elenco está encabezado por Lau Ching Wan, recordado por trabajar en las dos Con los días contados (1999 y 2001) y El detective loco (2007), ambas dirigidas por el mismo To. Richie Jen es el inspector Cheung, y trabajó para To en Exiled (2006) y él ya clásico Breaking News (2004) Denise Ho, que interpreta a Teresa, la empleada del banco, es una cantante pop honkonesa de trayectoria, que incursiona en la actuación, y es reconocida en su país por darle voz a personajes de la película de Simpons y Kung fu Panda.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1371585/