domingo, 16 de diciembre de 2012

Una vida simple



Ah Tao es una mujer anciana que ha servido a una familia como mucama a lo largo de toda su vida. Siendo adoptada desde niña, y al fallecer su padre durante la ocupación japonesa, fue enviada a casa de los padres de Roger, donde cumplió tareas domésticas y de crianza por cuatro generaciones. Hoy, en el ocaso de su vida, es justamente él quien deba ocuparse de ella.

Roger (Andy Lau) es un director de cine, soltero alrededor de los cuarenta. Ah Tao (Deannie Yip) vive en Hong Kong, en un departamento de la familia, que Roger utiliza cuando visita la ciudad. A pesar de los años, la criada sigue atendiéndolo como si fuera un niño. Los años se harán notar en el cuerpo de Ah Tao, y a raiz de un ataque, deberá ser internada. Roger es el único vínculo, ya que la mayoría de la familia se encuentra viviendo en Estados Unidos. La señora manifiesta sus deseos de jubilarse y de internarse en un asilo, para no dar trabajo a sus atendidos.

La película relata ese tramo de la vida en el cual sólo hay lugar para los recuerdos, y cada encuentro con los seres queridos es una oportunidad para rememorar a modo de balance los momentos vividos. La distancia física con la familia, a excepción de Roger, hace que los contactos con los únicos que tiene en el mundo sean esporádicos y breves. Será para él el momento en que se pondrán en juego los delicados hilos que ajustan la balanza entre lo dado y recibido.




La vida de Ah Tao fue pensada y asumida para el atender, el servir al otro que le dio casa y comida. Se muestra la exigencia y el esmero que puso en cada detalle de su labor, lo cual se traduce en la vehemencia que ella misma manifiesta cuando, dándose cuenta que no podrá volver a hacerse cargo de sus obligaciones, decide elegir a su sucesora. Igual rigor se verá al momento de ser justamente ella quien reciba en la mesa el plato de comida elaborado por su ahijado. Es que su vida no ha conocido otros valores que no sean esos vinculados a cumplir con el deber de servir hasta el que el cuerpo lo decida, y no asumirá facilmente deshacerse de esas obligaciones.

Se muestra esa nueva institución que ha desarrollado la modernidad reciente: el asilo de ancianos, que en función de bajar los niveles de culpa social, ahora reciben edulcorados nombres menos cruentos por su significante. Allí quien ingresa sabe que no quedan demasiadas opciones de una nueva mudanza, al menos en la misma posición respecto al piso. El filme ahonda en las relaciones que se enlazan entre las personas que allí habitan, la más de las veces, muy distantes de los rostros promocionados en los folletos de las aseguradoras de retiro. No extraña que por más lejano en kilómetros y cultura que pueda resultar el país de origén de la productora, no se aprecien diferencias sustanciales en los modos de vida puertas adentro de estos lugares.



Una excelente actriz, Deannie Yip, ganadora numerosos premios por este trabajo, entro otros el del festival de Venecia. Andy Lau, que hace mucho tiempo ya dio pruebas fehacientes de su capacidad todo terreno en el ancho abanico del cine de su país. Juntos conforman una pareja que se vuelve a juntar tras dos décadas de no trabajar como madre e hijo. Entre los numerosos cameos, destaco las perlas de Anthony Wong, quien mejor traduce en la pantalla los papeles en los que se conjuga el ventajista de ciudad, poseedor a la vez de férreos códigos de amistad y lealtad para con los suyos. De la directora Ann Hui, pudo saberse que se había propuesto dar por terminada su carrera con este trabajo, pero debido al gran suceso de críticas y premios, decidió continuar filmando.

Una vida simple es una película que hace honor al título, porque sin estridencias brinda un relato de alto octanaje emotivo sin caer en golpes bajos. El guión se basa en la historia real de uno de los productores, que no debe diferir en sustancia de la de cientos de miles en el mundo entero.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2008006/