martes, 11 de noviembre de 2008

Viaje al centro de la tierra



Recuerdo en algún lugar de mi infancia, hace mas de 35 años, que aparecieron en casa unos pequeños libros de la colección Billiken. Estos ejemplares venían con tapas de colores que identificaban distintas series: la roja era la de aventuras y se ve que era la de más éxito entre los niños de mi edad, ya que de golpe comencé a devorarme clásicos de la literatura en formatos adecuados para jóvenes. Hasta tenían el atractivo de algunas láminas a todo color dispersas a lo largo del libro, que recuerdo era lo primero que buscaba cuando llegaba un nuevo ejemplar a mis manos. Pero sigo sin recordar como llegaron a mí esos libros, seguramente alguno de mis mayores lo hizo intentando acercarme al hábito de la lectura, tal vez mi hermana, tan gran lectora ella, o tal vez mi madre en silencio, moldeando sin estridencias en mi persona todo eso a lo que hoy me he dedicado y tanto debo. Mi padre no fue de libros, él confió en otro tipo de vehículos para la enseñanza.

Y que va, Julio Verne estaba en la cima de los preferidos, con sus 20.000 leguas de viaje submarino primero, y su Viaje al centro de la tierra después. Los leí en ese orden, y fue tal la fascinación que busqué conseguir todos los demás libros de ese autor. Mas tarde llegaron Cinco semanas en globo, De la tierra a la Luna, ¡La vuelta al mundo en 80 días!, todos ellos dueños de un poderoso magnetismo que me hacía no descansar hasta terminarlos.

El Viaje al centro de la tierra me conjuró al punto que, cuando se me dio la osadía por la escritura, me aventuré a narrar una historia (podemos confesar hoy con franqueza) que se parecía bastante a la original de Verne. Años después, cuando me acerqué a la música, apareció el Viaje al centro de la tierra de Rick Wakeman, una representación musical del libro a cargo del genial músico inglés que aún atesoro.





Y ahora aparece esta película de Eric Brevig, un señor con un respetuoso pasado como supervisor de efectos especiales de numerosos filmes. Se trata ni más ni menos que de una nueva versión, o una nueva representación del libro, ya que en realidad, en la película se menciona al libro, y por un motivo de ficción agregado a la historia original, un grupo de personas se aventura a realizar el mismo viaje que relata la obra.

El principal está a cargo de Brendan Fraser, a esta altura me animo a decir, el comediante más efectivo que ha dado Hollywood en los últimos años, sin que por ello no haya incursionado en el drama (excepcional La pasión de Darkly Noon) Sin necesidad de gestos excesivos ni gritos constantes, Fraser puede sobrellevar cualquier momento sin perder la amabilidad ni dejar de dar la permanente imagen de buen tipo. Aquí está junto a Anita Briem, una actriz nacida en Islandia, justamente dónde se desarrolla parte del film (la parte que está afuera de la tierra, claro), y Josh Hutcherson, un joven actor precoz norteamericano.

La película es muy divertida, con una dosis de efectos que no satura, y recrea en buena parte la imaginería de Verne. Hay escenas en las cuales hasta aparecen guiños a los mismos efectos especiales, que hacen que cuando uno esté a punto de dudar, o de pensar si no se habrán excedido con tal o cual toma, el mismo film nos dice: “que buen efecto este”, como cuando están cayendo hacia el mismo centro de la tierra, y pasan los segundos, siguen cayendo y ven que no llegan al fondo, y ellos mismos dicen: “¡todavía estamos cayendo!”. Genial

Más allá del efecto de los recuerdos, esta película realmente vale por lo que entrega y porque me pareció una película honesta, que no divierte por lo bajo, no inventa nada tampoco, pero redondea una aventura conocida pero muy bien recreada. Para adentrarse sin miedo.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0373051/

No hay comentarios:

Publicar un comentario