jueves, 23 de abril de 2009
Un hombre sin pasado
Filmada en 2002, esta película del finlandés Aki Kaurismäki muestra un país que no parece fácil de abordar a simple vista. Ya mencionado anteriormente en otro tópico de este medio, el espectador más desprevenido o tal vez menos informado, puede formarse una imagen particularmente gélida del país nórdico. Quizás más allá de la que sugiere su clima en particular, la Finlandia de Kaurismäki es poco menos que desaprensiva, indiferente, y básicamente insensible.
El protagonista de la historia casi no es mencionado por su nombre en toda la película. Sólo una letra, M, lo identifica en algún pasaje. Y es que no sólo perderá su nombre, sino mucho más que eso: al poco de llegar a la ciudad, y tras quedarse dormido en un banco de una plaza, es abordado por una patota de delincuentes que, no contentos con robarle todas sus pertenencias, lo muelen a palos. Y si es que existen, (al menos el director no los muestra), no son los medios de comunicación preocupados por la inseguridad quienes se ocupan de él al día siguiente, sino la salud pública. Vendado como una momia, en la cama de una sala que apenas muestra lo necesario en cuanto a instrumental y hotelería, un médico y su asistente certifican el deceso del desgraciado, casi como una salida preferible a lo que sería una vida postrada y reducida.
M (Markku Peltola) no se muere, o resucita, como quieran. Se recompone y vuelve a la vida, sólo que sin siquiera una imagen en su memoria. Y allí iniciará su peregrinaje por una vida sin recuerdos, sin pasado. Quienes se harán cargo de él pertenecerán al mismo grupo social que lo llevó a ese estado: los marginales, los desplazados, aquellos que ven en su desventura un reflejo de su propia vida. M no sólo esta sin recuerdos: sin pertenencias, sin casa ni dinero, será acogido por quienes tienen apenas algo para compartir de sus precarias vidas.
La irrupción del Ejército de Salvación constituye una de las escenas mejor logradas del film. Una larga cola de excluidos hace turno para recibir un plato de comida caliente, mientras la banda ejecuta canciones de fe y esperanza, ataviados con trajes impecables. En esta brigada M conoce a Irma (Kati Outinen), vieja soldado de las tropas de Kaurismäki en otras películas, con quien traba una relación que redondea la historia.
La economía de gestos y palabras, como en tantas otras realizaciones del director, es impactante. Las escenas se suceden con un brevísimo fundido a negro, como dándole aún más languidez al relato. Y tal vez halla que entender en esta forma de contar la historia una intencionalidad particular por parte del cineasta. Algo así como una oposición a tanto efecto, a tanto grito, a tanta saturación de estímulos con la que la industria del cine nos tiene habituados, y sin la que (parece) no somos capaces de sentir nada. La transmisión de una idea, o de un sentimiento en particular, se desprende de un gesto tan minúsculo como imprescindible, y la sobreabundancia de condimentos posiblemente nos haya saturado el gusto, con lo cual cada vez será necesario ponerle más picante al bocado para poder recibir algo. La apuesta de Kaurismäki es la inversa: empezar a quitar para volver a percibir.
El mensaje es altamente simbólico a lo largo de la película. Todas las fuerzas se agrupan en aquel margen de la idealizada ciudad europea: el guardián de la ley, la fe cristiana, los artistas. Este hombre sin pasado rearma su presente como si antes ya hubiera pertenecido a este mismo grupo, y a medida que se recupera, va tendiendo redes y lazos que lo sostienen, y que sostienen al grupo mismo, como una forma de devolver a esa sociedad los favores recibidos. Aquí nadie se plantea las atribuciones correspondientes por el sólo pago de impuestos, se trata de una comunidad surgida de la marginación y el aislamiento de una sociedad que en parte los contiene, y en parte los rechaza.
Quienes se emocionaron con Nubes pasajeras, seguramente volverán a hacerlo con Un hombre sin pasado. El mensaje esperanzador permanece, el humor negro tan sutil como los gestos, las interpretaciones medidas y justas, siguen ahí presente. Y de ese hombre sin recuerdos, sólo y abandonado, esa escoria que desborda de los modelos ideales de sociedad, será capaz de construir el nuevo hombre del futuro.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0311519/
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