lunes, 18 de mayo de 2009

El desierto rojo



Este film de 1964 contiene varias aristas que deben ser consideradas cuidadosamente. En primer lugar, cierra un ciclo que el director italiano Michelángelo Antonioni dedicó a los más profundos sentimientos humanos. Sus antecesoras, El grito (1957) y La noche (1961) ya habían ahondado en temas como el desamor, la falta de comunicación y la alienación, y a partir de abordar estas cuestiones, el director se constituyó en algo así como un pionero en el hecho de tratarlas. Es además la primera película en color filmada por Antonioni, y puede apreciarse como esta nueva técnica es utilizada para destacar ciertas características muy acordes al tono general de la obra.

La trama gira en torno al persona de Giuliana (excepcional Monica Vitti), una mujer de familia burgesa, casada con Ugo (Carlo Chionetti) un ingeniero químico absorbido por su trabajo fabril. Giuliana sufrió un accidente automovilístico por el cual debió ser hospitalizada durante un mes, y ya dada de alta, experimenta sensaciones de abandono y persecución, como así también, una conducta dubitativa y errante. El tercer lado del triángulo lo completa Conrado (Richard Harris), un amigo y compañero de trabajo de Ugo, quien se encuentra en pleno armado de un plan para radicar una fábrica en el sur argentino.

Ugo se muestra desatento y algo desconsiderado con Giuliana; se la presenta a Conrado advirtiéndole que desde el accidente “no razona con claridad”, y que quiere abrir una tienda “no se de que” en los alrededores del lugar. Por su parte, Rávena, la ciudad italiana dónde sucede la acción, se muestra como la consecuencia de una despiadada industrialización: el paisaje es de fábricas contaminantes y ríos apestados por los desechos tóxicos, constituyendo un telón de fondo al ya trágico vacío existencial que siente Giuliana. Ella aparece con una expresión de sufrimiento casi constante, sin ella misma poder determinar de dónde proviene el dolor, preocupándose por exceso por su pequeño hijo y por su propia salud, ante la mirada poca atenta de su marido. Es Conrado, quien desde fuera del universo de la pareja, puede presentir en algo sus padeceres, se muestra atento y busca en ella respuestas que no son fáciles de hallar.





Y se llega así al meollo mismo de la película, aquello que tanto preocupó a Antonioni por ese entonces, que es la insatisfacción en la que desembocó ineludiblemente la clase burgesa de esos años. La bella casa del matrimonio, que tanto desentona con el gris entorno de fábricas y obreros en huelga, da lugar a la gran paradoja del desarrollo que ya por ese tiempo se vislumbraba, en medio de una Italia en pleno crecimiento industrial. Las palabras faltan, hay grandes silencios, y el entorno lo domina todo, y es en los colores en donde se encuentran las más fuertes contradicciones de la situación en la que viven los protagonistas.

No fue piadosa la crítica con El desierto rojo. Se la tildó de pretenciosa, pero fundamentalmente se cuestionó la falta de un conflicto concreto en torno a los protagonistas, y en mi opinión, hubiera sido un ejercicio facilista por parte del director construir uno. Exige un esfuerzo situarse en la trama, tratar de comprender al personaje, e intentar abarcar sus pesadillas, pero quienes consumimos este tipo de cine (afortunadamente) tenemos cierto entrenamiento para estas cosas, con lo cual no dejaremos de disfrutar tanto su proyección, como su posterior elaboración una vez finalizada. A por ella.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0058003/

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