sábado, 1 de agosto de 2009

El niño pez




La última realización de Lucia Puenzo trata la historia de Lala, una jóven hija de un juez y componente de una familia de buen pasar económico de la Argentina. El personaje está encarnado por Inés Efron, lejana pariente de la mítica Paloma Efron, mas conocida como Blackie, periodista, cantante y directora de TV y teatro fallecida hace más de tres décadas. Esta promesa del cine argentino ha transitado desde sus inicios casi en su totalidad papeles difíciles, por intentar un adjetivo. En XXY (2007) hizo de hermafrodita, en El nido vacío (2008) era la hija adolescente del matrimonio protagónico, en La mujer sin cabeza (2008) era la sobrina lesbiana de Verónica, la actriz principal, y en esta obra se mete en la piel de una muchacha lesbiana y con una fuerte carga de conflicto proveniente del seno familiar.

La película abre con La Guayi (Mariana Vitalle, Emme) desunda boca abajo en una cama, con un hombre amacándose acompasamente sobre ella. Luego se viste, sale del lugar que parece ser un vagón de ferrocarril detenido en una playa de maniobras, cruza un descampado y emprende un viaje en tren. En el camino recoge un cachorro de perro que estaba abandonado en una bolsa de residuos.

Y allí comienza una historia que está contada alternadamente en dos espacios de tiempos diferentes, uno que va desde la mitad del film hacia adelante, y la otra que es el resto que completa el relato. El punto de encuentro de ambas historias es el descubrimiento por parte de La Guayi del padre de Lala yaciendo muerto sobre su escritorio. Y también comienza un relato plagado de obviedades y guiños que empalagan hasta el hartazgo. Aparece otro problema recurrente en el cine argentino: el sonido. Hay escenas completas que son casi incompresibles por problemas de audio, y es que está muy fuerte el sonido ambiente, o sencillamente no se entiende lo que dicen los protagonistas. El tono general del film es como menos grave, oscuro, elevando la carga del personaje hasta niveles importantes. Pero las referencias constantes son las que hacen que la obra sea compleja de asimilar como creíble, llegando al punto de soslayar el único punto realmente fantasioso, que es el personaje que da nombre a la película. Para muestra va el siguiente punteo:

· La Guayi es la sirvienta de la casa de Lala (mi hijo me reta cuando digo sirvienta, me aclara que se debe decir "empleada doméstica") Le dicen Guayi por que es (claro) paraguaya, y además de los quehaceres domésticos, se encarga de atender sexualmente al dueño de casa (el Juez), quien la conoce desde que llegó a la casa hace años y dice que la quiere casi como una hija.
· La Guayi en realidad quiere ser cantante (Vitale es cantante profesional, esta es su primera incursión en el cine) Dice le gustaría cantar en guaraní (porque es paraguaya), y hasta ensaya un breve pasaje a capella en una escena.
· El papá de La Guayi es Sócrates, que es paraguayo, y es interpretado por el actor Arnaldo André (que también lo es). Cuenta el film que en su juventud, Sócrates era galán de telenovelas (cómo lo fue el actor durante más de 20 años en la televisión argentina)
· Lala y La Guayi están de novias, y están juntando dinero para escaparse a Paraguay. Lo guardan en una caja de un video de "Alicia en el país de las Maravillas"
· En un tramo de la película La Guayi le muestra a Lala el ómbibus que las llevará a la frontera con el Paraguay, un micro que dice "Transportes del Paraguay"
· A pesar de que se realice con cuadros y joyas robadas, el cruce de la frontera entre ambos países es poco menos complicado que la cola del domingo en la fábrica de pastas.





Podría seguir, pero sería ensañarme. Que de haber nacido en el país guaraní, seguramente esta película me hubiera molestado bastante por los estereotipos, estirados y llevados hasta el hartazgo para contar una historia que amagó con ser fantasiosa y terminó como un policial. Si me asombró una escena que transcurre en una cárcel de mujeres, y apenas comenzada, me preparé para ver todo el catálogo propio de ese tipo de películas (duchas, peleas, violaciones, etc), pero no, ahí parece que primó cierto prejuicio por parte de la dirección y no se vio nada de eso. Que el personaje de La Guayi es de lo más sumiso, componiendo una mujer que es usada por el que se le ponga delante, y además (tal vez lo peor), aceptando este destino como un hecho inexorable en el tránsito que le tocó hacer por la vida, constituye un cuadro poco amigable y para nada reivindicatorio del papel del inmigrante en estos suelos. Y sin caer en un moralismo puritano, haciendo el máximo esfuerzo por saltear estos detalles, el film no ahonda en el único punto que podría haberlo hecho brillar, que es el elemento fantástico antes mencionado del niño-pez en una tierra como la guaraní, pletórica de leyendas fascinantes.

Si XXY era una kermese de metáforas que rondaban la complejísima sexualidad de la protagonista, El niño pez intenta acercarse a la tierra, pero termina embarrada en sus propios preconceptos.


Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1235842/

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