lunes, 30 de agosto de 2010
El mar
El mar es otra película del director islandés Baltasar Kormákur, ya comentado anteriormente en otra entrada de este blog. (ver acá) Casualmente, no por ningún fetiche con el cine islandés, accedí a esta producción que es del año 2002 y que tuvo que cargar con el peso de haber sido la sucesora de la debutante 101 Reykjavík, que contó con la participación especial de la española Victoria Abril.
Thordur, el viejo patriarca de la familia, es el dueño de la empresa de procesamiento de pescado que da trabajo a gran parte de los habitantes del pueblo. Su idea es reunir a sus tres hijos ya adultos para hacer algunos ajustes finales de cuentas, a la vez que a develar un par de secretos.
En la empresa trabaja el mayor de sus hijos, Haraldur, que intenta en vano convencer a su padre de aceptar el ofrecimiento de inversores para quedarse con la empresa. Está casado con la multicolor Aslaug, propietaria de una boutique, quien presiona por todos los medios a su marido para conseguir dinero. El hijo menor es Agust, vive en Paris con su novia francesa, y se ha gastado toda la plata que su padre le ha enviado, fingiendo ir a la escuela de negocios. La otra descendiente es Ragnheidur, frustrada aspirante a cineasta, que tras diez años en una escuela polaca, “sólo filmo anuncios de pañales”; casada con el poco habilidoso Morten, y madre de un hijo adolescente, poseedor de todos los estereotipos posibles que existen en su clase.
La acción transcurre en Neskaupstaður, un pueblo de pescadores, con 1500 habitantes situado al oeste de la isla. Hay algún efecto vinculado al “pequeño pueblo que carece de secretos”, que se visualiza en la imperiosa necesidad de algunos de los integrantes de escapar cuanto antes de allí. Como si toda esa inmensidad, ese paisaje majestuoso enmarcado en el mar y la montaña fuese una enorme cárcel que los sujeta. Se mencionan en los diálogos, como al pasar, las violaciones de jóvenes, casi como un hecho común, aceptado por parte de todos. La particular idiosincrasia de esa sociedad, sin embargo, invierte la carga del delito y lo hace caer sobre la mujer. En el guión, el reclamo es desde el padre hacia la hija que acaba de ser violada: “Las imbéciles son violadas por imbéciles".
También hay algo de comedia, y de juego con el entorno. Los ciervos son parte del paisaje, y en la primera, escena un carro de bomberos debe esperar a que se corran de la ruta para seguir su camino rumbo a un incendio. Todos en el pueblo se conocen: los policías, los dueños de los negocios, los niños con los ancianos. Hay una proximidad que de tan cercana a veces se torna ligeramente incestuosa, y justamente este tema sobrevuela el drama. Todos en al familia tienen algo bueno para ocultar, o al menos para no sentirse a gusto confesándolo: el padre ha enviudado, y en segundas nupcias se ha casado con la hermana de su ex mujer, su cuñada; uno de los hijos tiene una relación no resuelta con su hermanastra; los manoteos y abusos afloran rápidamente en cuanto comienza a circular el alcohol, y siguen las firmas. El personaje de color es la abuela Kata, malhablada mujer que gusta de tomar licor, fumar, y escuchar música a todo volumen en sus auriculares.
Islandia tiene el tercer ingreso per cápita más alto del mundo y está entre las diez economías más igualitarias. Algo de toda esta situación se puede percibir en el film: el escenario es el de un mundo perdido en medio del mar y la montaña, apenas interrumpido por el sonido de las aves y un viento constante. Sin embargo, la relación del hombre con todo ese entorno agreste es mediante una modernísima tecnología, aunque sin descuidar ni agredir este el ambiente natural.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0332381
viernes, 13 de agosto de 2010
Home
Home marca el debut cinematográfico de Ursula Meier, una directora franco-suiza nacida en 1971 que transitó sus primeros pasos en el cine documental.
Se trata de una ficción extrema, casi surrealista, de una familia compuesta por un matrimonio y sus tres hijos que viven a la vera de una autopista inconclusa y por lo tanto, no utilizada por los automovilistas. Su casa es bonita y confortable, y está construida a pocos metros del pavimento, lejos de centros urbanos visibles.
La convivencia en el núcleo familiar se ve sumamente alegre, distendida, en algún punto algo hippie, con el asfalto gris interrumpiendo un paisaje verde y natural, y a la vez sirviendo como patio de juegos y extensión habitacional de la familia: se distinguen en medio de la ruta los juguetes del niño, un sillón que el padre utiliza para fumar en las noches bajo el cielo estrellado, una pileta inflable dónde refrescarse en el verano y trastos varios.
La madre (Isabelle Huppert) está dedicada a las tareas de la casa, y el padre (Olivier Gourmet), sale a la mañana a trabajar en su auto modelo rural, mientras sus dos hijos pequeños van a la escuela y su hija mayor pasa gran parte del tiempo en una reposera tomando baños de sol con su diminuto bikini mientras escucha música de metal: una manera de disfrute que solo es posible con el marco de impunidad que puede dar semejante aislamiento. Todo allí se hace a campo traviesa: se ven los senderos marcados en los pastizales por donde el auto y los niños van y vienen a diario, y apenas se divisa alguna otra construcción a la distancia. El pequeño usa la autopista para ir a toda velocidad con su bicicleta, y tras algunos minutos de carrera alcanza las casas de sus amigos con quien comparte ratos de juego.
La familia pasa mucho del tiempo compartiendo momentos. Se bañan todos juntos, divirtiéndose y chapoteando en el agua, consumen las noches sentados en un sofá por las noches, y los primeros instantes de la película muestran un derroche de diversión y jolgorio.
Un día el escenario se ve invadido por hombres y máquinas de vialidad, que vienen a unir el tramo pendiente de la autovía, y a partir de allí la vida de la familia cambiará para siempre.
Isabelle Huppert (se sabe) tiene experiencia de sobra para manejar papeles difíciles a la vez que se mueve fácil por la pantalla, y debe ser allí donde debe buscarse el porqué de su éxito en las empresas que encara: aún en películas que no han alcanzado la redondez necesaria, su presencia siempre es destacable y engalana cualquier obra. Con Olivier Gourmet pasa algo parecido. El belga trabajó en innumerables películas, entre ellas en gran parte de las producciones de los hermanos Dardenne, y tiene una plasticidad a prueba de balas para expresar lo que le caiga en el guión. Los jóvenes que protagonizan a los hijos de la familia tienen cada uno una personalidad muy definida y están llevados a cabo de manera sobria y definida.
Cuenta la directora en un reportaje que un día mientras manejaba por la carretera se detuvo a ver lo que había a los costados, y allí a pocos metros observó casas y pudo ver a la gente en sus jardines y a través de las ventanas. Eran como historias que sucedían a su lado a medida que avanzaba por la ruta, comenta, y puso el punto de vista en imaginar lo que verían esas personas de noche y de día desde sus hogares. A partir de allí, pergeño esta interesante e inquietante historia que transita momentos sumamente dramáticos y asfixiantes.
El cine francés en su variante metafísica es capaz de llevar a la pantalla historias en donde el protagonista experimenta cuadros de depresión porque se quedó sin aceite de cocina. No es este el caso de Home. Aquí se hace presente la angustiante sensación de encierro en medio de la nada, y se pagan las consecuencias de mantener hasta el extremo una experiencia casi irreal, o como poco, muy difícil de sostener. Quizás quien está más desacoplada del funcionamiento general de la familia, la única que cuestiona de alguna forma el estatus-quo imperante, es quien goce de un resto final como para salvar lo poco que le queda ropa que le queda en esta historia.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1319569
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