martes, 13 de noviembre de 2012
Baila este vals
Hay dos o tres escenas que por sí solas justifican ver Baila este vals, pero quizás el plato fuerte sea disfrutar de la evolución de Sarah Polley como una directora capaz de dotar de una importante cuota de aire fresco al cine contemporáneo.
Su debut tras las cámaras fue en 2006 con Lejos de ella, un relato de amor entre personas de tercera edad, protagonizada por Julie Christie, una mujer que sufre de alzheimer. Su último trabajo (Stories we tell, 2012) es un documental que a través de testimonios entreteje la intimidad de su propia familia.
Baila este vals es una historia de amor timoneada por la insatisfacción de su protagonista, Margot (Michelle Williams), quien manifiesta cargar con cierta fobia por los lugares intermedios, ese espacio de incertidumbre que puebla el transcurrir. Insiste en llenar y justificar su vida con cada detalle, y esto la lleva a padecer una constante melancolía que la agobia por momentos. Vive hace cinco años casada con su novio de la adolescencia, y se esfuerza por hacer de cada instante un hecho de felicidad mediante juegos y mimos, sumiéndose en densos laberintos cuando no lo logra. Su marido Lou (Seth Rogen) es un hombre afectivo y dedicado, aunque con sueños de vuelo limitado y algo rutinario. Pero la pasión de Margot por arrasar cada segundo de nada para convertirlo en algo trascendente genera instantes de confusión y desazón en la pareja.
En este marco aparece Daniel (Luke Kirby), un jóven de su edad con quien se encuentra en un viaje y acaba siendo su vecino. Una especial atracción se construye entre ambos rápidamente, y no será el deseo sexual quien aporte el combustible necesario, sino esa insatisfacción de Margot por completar cada instante de su vida con algo memorable que hace ver en Daniel un motivo perfecto para moverse hacia el próximo punto.
El filme transcurre en Toronto, y el paisaje es de una belleza onírica, saturado de colores naranjas y amarillos tanto en los decorados como en el vestuario, con la idea de transformar el cuadro en un grotesco de aquella realidad a la que aspira Margot. Su núcleo familiar es acotado, y será justamente alguien muy cercano a ella, poseedor de verdaderas carencias, quien le dejará claro lo que estar en deuda con la vida.
El nombre de la cinta hace referencia a la canción de Leonard Cohen, e ilustra un particular pasaje de la película, en la que Margot parece tildar de a una la lista de sus fantasías sexuales y románticas en su quijotesca búsqueda cotidiana.
Sarah Polley es una directora de carácter, que lleva a la pantalla muchos de los gestos que le han valido famas de varios tintes en la industria. A la edad de doce años y en plena guerra del golfo, fue invitada por la Disney a participar en un evento en Washington, y concurrió llevando un símbolo de la paz, lo que le valió ser parte de la lista negra del conglomerado desde entónces. Militante de izquierda, a poco de independizarse mantuvo relaciones con hombres que casi la doblaban en edad. Participó en organizaciones contra la pobreza y perdió algunos dientes en un enfrentamiento con la policía protestando contra el gobierno conservador en Toronto.
Cautivante en el trato y perturbadora en las conclusiones, por un extremo o el otro de esta historia, durante o al finalizar la proyección, algo terminará haciéndonos recordar a nosotros mismos.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1592281/
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