lunes, 26 de noviembre de 2012
Nestor Kirchner - La película
Tuvieron que pasar 89 años para que volviera a nevar en Buenos Aires. Como una metáfora de las infrecuencias, el paso de Nestor Kirchner por la vida de los argentinos fue un evento que dejó una huella imborrable para todos aquellos que dieron evidencia de aquello que el filósofo Ricardo Forster hábilmente describe como la anomalía kirchnerista.
La historia abre narrando testimonios de quienes se han visto tocados en forma directa por el accionar del ex presidente argentino. Personas comunes, hombres y mujeres de a pie, que por diversas circunstancias tuvieron la oportunidad de ser escuchados y atendidos en forma directa. Sabido es que los mandatarios, en su ocasional contacto con las personas en los actos públicos o bien a través de los mecanismos ideados a tal efecto, reciben pedidos por parte de particulares. Cartas con solicitudes de las más variopintas, desde una ayuda para quien padece una enfermedad hasta el pedido de un techo para un desamparado; las más de las veces el ruego es por trabajo. Se sabe de la particular atención que Nestor Kirchner ponía en tales recados. Un área de su administración se dedicaba específicamente a la atención de estos pedidos, y estaba monitoreada muy de cerca por él mismo y por la doctora Alicia Kirchner, su hermana y ministra de Desarrollo Social. En muchos de los casos, las respuestas a los solicitantes eran antendidas en forma directa y personal por el mismo presidente.
¿Se puede narrar en palabras el efecto que produce en quien recibe esta devolución? Quien acude a estos mecanismos de solicitud lo hace en su gran mayoría como un recurso in extremo, acuciado por las circunstancias que lo llevan a enviar una botella a ese mar de incertidumbres que constituía la realidad social de la Argentina del año 2003. Esa marca indeleble en su memoria lo transformará en un gesto que atravesará generaciones, pues ya no se trata del genérico "a mí este gobierno me dio trabajo", sino de una referencia personal de haber sido atendido en directo por el solicitado. ¿Pudo imaginarse aquella mujer que respondió, como miles de nosotros alguna vez, una encuesta acerca de la realidad nacional, y que por haber dejado sus datos personales, fue llamada días después por el Presidente de La Nación para compartir sus opiniones? Historias como estas se multiplican en el cotidiano de su gestión, y en modo exponencial, tienen un poderoso efecto en quienes reciben en forma inédita una prueba fehaciente de que es posible hacer política de otras formas. Allí acaba el funcionario y comienza el mito hecho realidad de lo que para muchos no es menos que el padre espiritual de una nación, el hombre común en circunstancias especiales, como a él mismo le gustaba retratarse, pero que no sólo se queda en gestos que cualquier descreído pueda tildar de intencionados, sino que posteriormente acompaña con su gestión una formidable transformación de la realidad.
La muchedumbre que Raúl Scalabrini Ortíz detallara en su obra El hombre que está solo y espera como aquel hombre gigantesco que presiente que algo está por ocurrir, pero no sabe muy bien de que se trata, es una bestia que aguarda mansamente la llegada del receptivo, de aquel que sea capaz escuchar, tamizar y reparar. Es un colectivo complejo y variado, "es un arquetipo enorme que se nutrió y creció con el aporte inmigratorio, devorando y asimilando millones de españoles, de italianos, de ingleses, de franceses, sin dejar de ser nunca idéntico a sí mismo, así como usted no cambia por mucho que ingiera trozos de cerdo, costillas de ternera o pechugas de pollo. Ese hombre gigante sabe dónde va y qué quiere". (1)
El logro mayor de la película, allende la evocación afectuosa y el homenaje, es mostrar y demostrar que Nestor Kirchner sabía lo que quería para su país. Lo supo desde el primer momento que se lanzó a la vida política, en su remota provincia de Santa Cruz, en el sur de La Argentina. Aún quienes no compartan sus pensamientos o su acción de gobierno, no podrán refutar que los principios de su ideario se mantuvieron inalterables a lo largo del tiempo, y que los llevó adelante con las armas que contó y en el momento que pudo. Mortal surcado por errores y contradicciones, nunca disimuló sus malos pasos con malabares distractorios, sino que corrigió el rumbo sobre el accionar mismo de los hechos, dando prueba que la historia se escribe con la letra irregular que permite el carro en movimiento.
Se verifica en el filme a través de relatos de época y testimonio de allegados, que no mediaba distancia alguna entre el Nestor Kirchner presidente y el hombre fuera de su cargo. Verdadero animal político, su actividad cotidiana se ve atravesada por constantes actos tendientes a modificar la realidad que lo rodea. Poseedor de una inquebrantable fe para llevar adelante sus ideas, se retrata a modo de ejemplo y con cierto guiño de simpatía, la empresa personal de conquistar en su juventud a la muchacha más bonita de su clase, siendo él mismo portador de una estampa desgarbada muy por fuera de los cánones de estética dominante; se descarta a su vez en la elegida, la capacidad para discernir el contenido del continente, como una característica que la hará dueña, entre otras cualidades, de un ojo clínico indispensable para dar completitud al legado.
La película es una construcción colectiva, nutrida de miles de testimonios, imágenes y videos obtenidos de particulares que fueron recolectados a lo largo del proceso de producción. Es una prueba de ese poderoso yo colectivo que se mostró implacable a lo largo de los festejos del bicentenario de la patria, en mayo de 2010, y vulcanizó el lazo de contención fundamental para la continuidad del proyecto.
La proyección abre y cierra con el testimonio de su hijo Máximo, de impactante parecido físico y gestual con su padre. El film fue producido por el publicista Jorge "Topo" Devoto, y el diputado bonaerense y referente del Movimiento Evita, Fernando "Chino" Navarro, cuenta con el guión del filósofo Ricardo Foster y el periodista Carlos Polimeni, y con música de Gustavo Santaolalla.
Sepa disculpar el lector que en esta edición huelgue la crítica cinematográfica habitual y adecuada para con sus seguidores. Pudo haberse elaborado con cierta mecánica de tratarse de la biografía de un personaje más lejano o ajeno, tal vez una personalidad de tierras o épocas remotas. Pero esta vez no se trata de la película de otros, sino de la película de uno, aquella que relata la historia reciente de quien, como millones, perstó su piel para luego mostrar con orgullo la cicatriz que dejó el evento.
http://www.nklapelicula.com.ar/nestor-kirchner-la-pelicula.html
1) "El hombre que está solo y espera", Raúl Scalabrini Ortíz, Editorial Gleizer, Buenos Aires, Diciembre de 1931
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