martes, 8 de octubre de 2013
La purga
En los Estados Unidos del año 2022, hay una jornada que lleva distensión a los atribulados corazones de sus habitantes. Habiéndose logrado un record en la baja del nivel de desempleo del 1%, y con los índices de violencia por debajo del piso histórico, la población parece vivir este día con gran entusiasmo y actitud participativa. Es que la nación actual es “una nación renacida”, bendita como siempre, pero la diferencia es que ahora se menciona enfáticamente a “nuestros padres”, aquellos que en el día de hoy permitirán purgar las almas. Las consignas suenan fuerte en la radio, y se multiplican en las personas que se cruzan por la calle, con el mutuo augurio de “que tenga una noche segura”. Un día del año en especial, que llevando al grotesco algunos titulares actuales, puede ser un día cualquiera en los Estados Unidos.
La purga cuenta la historia de un futuro cercano en el país del norte, en el cual hay un día al año reservado para que los ciudadanos suelten su violencia contra el prójimo con total impunidad. Están legalizados todos los crímenes, incluso el asesinato, a partir de las 19 y por las siguientes doce horas. Sólo algunos funcionarios del gobierno a partir de cierto rango están excluidos de la oferta, y se advierte que los servicios de policía y bomberos no estarán disponibles. Se podrán utilizar todo tipo de armas hasta un determinado calibre.
Los medios están en su salsa en un día así. Desde temprano difunden vídeos registrados en jornadas de años anteriores, y pululan los especialistas que analizan los valores de esta práctica. Hay llamados de oyentes que cuentan sus planes para hoy: uno está decidido a ir por su jefe. Otros, en cambio, prefieren encerrarse en casa y seguir el curso de los acontecimientos por la TV. Claro, encerrarse en casa no es metafórico, ya que uno no sabe que puede estar tramando el vecino. La otra pata de la historia lo constituyen los sistemas de seguridad, sofisticados mecanismos de blindaje y monitoreo, que transforma la vivienda en un verdadero alcázar.
James Sandin (Ethan Hawke) vive con su esposa Mary (Lena Headey) y sus hijos Zoey (Adelaide Kane) y Charlie (Max Burkholder). Viven bien, en parte gracias a la actividad de James, que es la venta de dispositivos de seguridad para hogares. Teniendo en cuenta los índices de delito vigentes, parece haber sólo un día al año en el que la inversión tiene sentido. Está llegando a casa, falta poco para que suene la sirena y se desate el vía libre. Aún así, tiene tiempo para saludar a sus vecinos, muchos de ellos clientes suyos, que le muestran su agrado por haber contado con sus servicios.
El film acerca una reflexión interesante, que de haberse ahondado, habría sumado varios puntos a su calificación final. A partir de las declaraciones de quienes son consultados por los medios minutos antes de darse por iniciada la purga, se escuchan comentarios que vinculan esta actividad como positiva, ya que, por ejemplo, sirve para deshacerse de los pobres y los enfermos, verdaderas cargas para el estado. De allí que en pleno momento de cacería, se puede ver a un indigente negro suplicando por una casa que le dé asilo y protección, ya que se sabe a merced de la furia comunitaria. Pero por desgracia la acción del filme se centra en lo que sucede dentro de la casa, cuando lo verdaderamente interesante hubiese sido mostrar que pasaba en las calles, y quienes eran las víctimas y victimarios. Esto de la casa tomada, tan recurrente en las películas norteamericanas a partir de los sucesos de las torres gemelas, es un cliché a esta altura bastante relamido, aunque nunca pierde efecto, y tiene de algún modo el propósito de justificar tanta violencia hacia fuera, pura y exclusivamente como un método defensivo. Intenta también dar sentido a cuanta intervención se requiera de los Estados Unidos dando entidad a un enemigo monstruoso y poderosísimo: el terror.
Pero hay un giro interesante que hace valer la pena la realización. Nada que contarse, para no perder encanto al descubrirlo por si mismo, solo reflexionar acerca de que sucederá cuando ya sean erradicados todos los pobres, los enfermos, los ilegales, y todos aquellos que se suponen la causa de todos los padeceres. ¿Quién seguirá luego, cuando ya todos sean blancos, anglosajones y protestantes? ¿Se armará una nueva lista, ordenada por cantidad de yates y piscinas por familia? ¿Mandarán a erradicar a aquellos que no alcancen determinados ingresos al año? ¿A quienes se imagina uno como los nuevos dueños de la nación?
El día elegido en el calendario es el 21 de marzo. Dio curiosidad revisar efemérides estadounidenses de esa fecha. En 1963 se cierra la prisión de Alcatraz; en 1965 comienza la marcha por los derechos civiles encabezada por Martin Luther King. En 1979 se ejecuta la primera pena de muerte por inyección letal, y en 2010 fue el día en el que el presidente Obama promulgó su ley de reforma sanitaria, que extendería los beneficios de una salud universal a gran parte de la población, hasta entonces excluida de ésta.
El director es James DeMonaco, hombre que al juzgar por sus títulos anteriores, gusta de las balaceras. Ya se encaró la realización de una segunda parte, como es de esperar. Vaya comprando pochoclo, fideos o balas, según le parezca. Y por las dudas, tenga en ojo a la gente de su barrio, no sea cosa que algún gobernante se le ocurra sacar alguna enmienda novedosa que en haras de la seguridad termine poniéndonos a todos en peligro.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2184339/
miércoles, 14 de agosto de 2013
La reconstrucción
Cuando el dolor aparece, no sólo es necesario contar con la entereza suficiente para soportarlo, sino también estar dotado de una importante cuota de valentía como para enfrentarlo. El valor como para soportar el sufrimiento del otro, no ya del propio, sea físico o mental. Ese temple que permite mantener la traza cuando se está conversando con alguien que ya reconoce que pronto no seguirá con nosotros; que a veces por piedad, decoro, o simplemente para no incomodarnos, nos hace creer que el trance va a superarse, usando gestos y frases propias de un mal actor secundario, o tal vez justamente por ese lugar que le toca estar, aprovecha para decirnos esas cosas que no se animó nunca antes a mencionar. Y poseer ese valor no es patrimonio de todos, ni obligación mucho menos. No sería tan fácil sino negar la ayuda con la vista en alto, cuando se nos solicita en la calle como una mano extendida o nos apoyan algún objeto en la pierna cuando viajamos en tren.
La primera escena de la película, a escasos segundos de comenzar, ya delinea el concepto que gravitará a lo largo de los restantes minutos: el valor para enfrentar el dolor. Eduardo (Diego Peretti), es un hombre hosco, mal entrazado, poco comunicativo y en general hostil con el entorno. Trabaja en una compañía petrolera, en el sur argentino. En coincidencia con el comienzo de sus vacaciones, recibe el llamado de Mario (Alfredo Casero), un amigo suyo que vive en Ushuaia, la última ciudad del mundo. Le insiste mucho para que viaje para allí, algo que finalmente accede, no sin algo de fastidio. Mario vive con Andrea (Claudia Fontán) y sus dos hijas adolescentes, Cata (Eugenia Aguilar) y Ana (María Casali).
A poco de llegar, el carácter de Eduardo se dejará mostrar sin matices, dando lugar a una serie de situaciones incómodas. De trato difícil, casi irracible y manejándose en el límite inferior de lo civilizado, pondrá en una posición compleja a Mario, un padre cariñoso y afectivo con su familia, que deberá explicar a sus jóvenes hijas de dónde sacó semejante amigo.
El resto de los eventos se desencadenarán de manera más o menos rápida, y darán paso a la verdadera historia que existe por detrás.
Diego Peretti, muchas veces verborrágico, compone esta vez un personaje que, con suerte, llega a las tres carillas de parlamento en todo el filme. Hay en su trabajo gestual y en su aspecto físico todo lo necesario como para llenar de líneas de diálogo varios capítulos. Muy a su medida, y sólo repitiendo algún que otro tic de otros trabajos anteriores, conmueve y estremece, pero fundamentalmente convence, que es algo que en un actor debe valorarse mucho. Igual mérito para Alfredo Casero, un actor que por su origen puede ser afecto a los excesos, aunque esta vez no sea el caso. Claudia Fontán carga con el valor de mostrarse con soltura en la cotidianeidad y en la tragedia. En general, las actuaciones cuentan con un muy buen nivel de acoplamiento, lo cual le da al trabajo una solidez de relato destacable. Bienvenido es el nuevo rumbo que decide tomar el director Juan Taratuto en este, su cuarto trabajo, abandonando el género de la comedia, y arriesgando en una apuesta visual y emotiva de gran porte.
Allí en la bella Ushuaia, uno de los paisajes naturales más hermosos del planeta, La reconstrucción invita a entender los silencios ajenos. A no apresurar los juicios acerca de las no acciones u omisiones de los otros. A no exigir prestancia y diligencia en las respuestas acorde al ánimo de las preguntas. A no aceptar los estándares como filtro fino por el que deben pasar todos aquellos que quieran ajustarse a lo establecido, a no discriminar los afectos. Y nos enseña también que todos los dolores quedan guardados, sólo que a veces desconocemos en que sitio. Sin consignas de autoayuda de medianoche, ni angustia pasatista, solo con retazos de vidas que pueden ser la de cualquiera de nosotros.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2718462/
viernes, 14 de junio de 2013
Buscando a Sugar Man
El director sueco Malik Bendjelloul dirigió en 2012 este documental que le valió varios premios, entre ellos el Óscar norteamericano en el rubro documental largo y galardones en los Festivales de Moscú y Sundance. Cuenta la historia del cantautor norteamericano de ascendencia mejicana Sixto Rodríguez, que a principios de los años 70 grabó dos discos que tuvieron escasa o nula repercusión en su país. Por algún que otro motivo del azar, sus trabajos llegaron a Sudáfrica, donde no sólo se hicieron muy populares, sino que además influenciaron a muchos músicos jóvenes de ese país. Sus canciones también acompañaron a la juventud durante las grandes jornadas de protesta contra la segregación racial en ese país, gobernado por un régimen que imprimía duras censuras y persecución política a la población. Rodríguez es oriundo de la ciudad de Detroit, cuna de la industria automotriz norteamericana, merecedora de una clase trabajadora que conoce el áspero rigor de una recesión que comenzó justamente allí por los 70, a raíz de las crisis del petróleo y la competencia automotriz japonesa. Sus letras no son exactamente pinturas pasatistas, sino retratos de una época dura. No es de extrañar que hayan calado hondo en el corazón de la protesta sudafricana.
Estamos posiblemente ante una de las producciones más emotivas de los últimos tiempos, básicamente porque no se trata de una película más “basada en hechos reales”, sino de un producto de género documental guionado de manera impecable. Por como está planteada desde el principio, la historia es ya poseedora de un caudal fantástico propio. Y es que el relato, por imparcial o apasionado, no puede evitar que la figura de Rodríguez se torne, como poco, intrigante, idílica; inevitablemente romántica. Pero con el correr de los minutos, esta dosis mínima de fantasía comienza su efecto en cascada, y la genialidad del guión loga expandir su potencial para dar paso al mito. Nada es más venerado que aquello que vuelve de sus propias cenizas.
La tan común figura del artista que se deja ver en los medios de comunicación, a través de entrevistas, o bien en filmes biográficos o de ficción, nos muestra personas que de tener la mirada tan afilada en su arte, carecen de capacidad crítica para evaluar la vida corriente de una forma traducible a los ojos del resto de los mortales. A muchos de ellos incluso le es casi imposible arrancarles una opinión concreta de algo, se sospecha que por incapacidad de expresión trivial o por un alto nivel de evasiva para insertarse en la vida real.
Para que el artista pueda contactarse con su pueblo, debe involucrarse en su cotidiano, consumir su comida y moverse en su barro. Esto no exime ni obliga: la mirada sensible no es patrimonio de pocos, y muchos son capaces de retratar al otro casi sin acercarse, o incluso siendo bien distinto. Pero el artista que no es como su pueblo, sino que es parte de él, cuenta con un adicional difícil de adquirir en una academia, o a través de una campaña de prensa discográfica. El verso no necesariamente crea obligaciones, pero establece cotas mínimas de las cuales no es posible bajar, al menos sin consecuencias.
Algo en la obra de Rodríguez pone al autor en sincronía con el suceso, y es la impactante consecución entre lo sugerido por el artista y lo realizado por el hombre. Un hombre que logra expresarse y plasma sus ideas en una obra artística, y posteriormente no tiene otra cosa con que defenderla que con su vida misma, puede no ser un constructor de castillos, pero tiene un valor simbólico demoledor, principalmente porque allí existe un aval para demostrar que el verso no fue presa de la métrica. Insisto, decenas de poetas y artistas han sabido elevarnos con sus creaciones, la mayoría producto de la pura imaginación, es decir actuaciones, inventos, mentiras mismas como aquellas que dicen: “Yo te conocí en un verano...”, “Mi amada de Hong-Kong…”, etc. Y el que recibe la fantasía lo sabe, claro, pero también quiere creerlo, le gusta pensar que eso ha sucedido de ese modo que se le cuenta, y es porque así es como funciona el arte. Lo mismo sucede con el cine. Todos sabemos que el relato es ficción y que el artista no es el personaje. Pero si estuviéramos todo el tiempo pensando en que la película se filma de a tramos de no más de algunos minutos, o que los técnicos y asistentes multiplican por varios a los que aparecen en escena, sería imposible emocionarse con Gatica o asustarse con Alien, por citar algún ejemplo. El contrato no funcionaría, la famosa magia del cine que tanto se menciona se quedaría sin trucos.
Buscando a Sugar Man es una película excelente, porque cuenta de manera impecable la historia de un artista que no hizo ni más ni menos que poner su vida en algunos discos, y luego la dejó allí, en un estado de suspensión temporaria, y casi permanente. Quien quiera revivirla, deberá afrontar los riesgos de poner cara a cara al monstruo con su creador y ver cómo reacciona después de estar tanto tiempo durmiendo en la perfección que los años le otorgan a los recuerdos.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2125608/
domingo, 21 de abril de 2013
El secuestro
Se deja ver que Peter es un ejecutivo de alta gama. La oficina es su ámbito natural, más precisamente la sala de reuniones, de un austero amueblado que evita distraer la atención de lo importante. En estos sitios, Peter se mueve como pez en el agua, y mejor aún nada cuanto más grande es la presión que deba soportar. Como un espejo refleja esa fuerza que cae sobre él y puede hacérsela sentir a quienes tiene enfrente, devolviendo el favor, y llevando adelante aquella premisa del ancestral aikido de utilizar la fuerza del oponente a su favor.
Mikkel es un cocinero y trabaja en un barco. Habla por teléfono con su esposa que está esperándolo en su casa, y con recaudo le adelanta que su llegada se retrasa. Ella se queja, él se defiende como puede, la vida en el mar a veces tiene esas cosas. Le endulza el oído con piropos. Habla con su hija pequeña, pero sabe que el diálogo no es muy fluído a esa edad.
Mikkel es cocinero en un barco carguero que pertenece a la empresa en la que Peter es director ejecutivo. Casi dos extremos de una larga soga que pertenece vaya a saber a quien, pero de tan larga no puede evitar surcar calles, barrios y clases con holgura. Van a tener algún contacto. No deseado, por cierto.
Secuestro (Kapringen) es lo último que ha salido a la luz del director Tobias Lindholm, quien se inició como guionista y es además un frecuente colaborador de Thomas Vinterberg. Es la historia de la negociación que sucede al secuestro de un barco en aguas del Mar de la India; un relato en el que el protagonista principal es la tensión a ambos lados de la línea que une (como la soga) los dos extremos en pugna. Peter es Søren Malling, quien es reconocido por su rol del detective Jan Meyer en la primera temporada de Forbrydelsen. Mikkel es Johan Philip Asbæk; trabaja en el cine y la televisión danesa desde 2008.
El filme es revelador en varios aspectos, si el espectador no relaja su ojo y ve en los preconceptos que abundan en él las claves del entrado dramático. Los secuestradores son (¿seguirán siendo?) somalíes; se los ve violentos, mal vestidos, apenas pueden comunicarse con los aterrados rehenes vía gestos y a punta de fusil. Sólo uno de ellos habla inglés, y es quien oficiará de negociador. Su nombre es Omar, y a diferencia del resto, se esfuerza por remarcar que él no es un secuestrador, que está siendo forzado a realizar su trabajo. Peter ya se ha descripto como un hábil ejecutivo, maestro en el arte del lenguaje gestual y prolijo hasta la médula, que parece manejarse de la misma forma con todo su entorno: con sus empleados, con quienes negocia, con los familiares de los rehenes que le piden que pague el rescate de una buena vez, y con su esposa que cada tanto pasa a visitarlo a su oficina.
Hay una pregunta que parece banal, pero que puede ser la clave de la película: ¿quiénes son los violentos? Al comienzo del conflicto se presenta a un negociador profesional, el señor Connor Julian, (nota: que en la vida real no es un actor, sino ¡un experto de seguridad en la materia!), pero que a pesar de ser danés, habla en inglés todo el tiempo, y hasta en un momento aparece con una remera de Berkeley, todo esto en un marcado esfuerzo de producción de hacerlo pasar por un experimentado norteamericano. Uno de sus principales consejos es utilizar un negociador externo que no esté involucrado emocionalmente en el conflicto, algo que Peter no aceptará: por nada del mundo se perderá el desafío de su vida, que es negociar con la vida de su gente. ¿Podrá Peter soportar esta nueva presión, distinta a las que suele manejar en cotidiano, pero que piensa llevar a cabo del mismo modo? Con el pasar del tiempo, sus superiores le harán saber que más allá del nivel alcanzado en la escala, todo en la vida puede resumirse en un asiento contable.
El guión de Secuestro, el típico ritmo noreuropeo, y el drama que se lee pero nunca llega a desbordar (al menos al estilo de Hollywood), hacen que este trabajo se presente sumamente interesante y casi sin desperdicio. Sólo hay que esforzarse un poco y no dejar que la bola caiga en el hueco previsto, aunque para allí se dirija. Si lo logra, podrá llegar al fin de la proyección con la pregunta anterior todavía vigente. Y la certeza casi única de darse cuenta quienes son los que verdaderamente tienen las armas.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2216240/
viernes, 8 de marzo de 2013
Feliz día mujer
En la esquina de Corrientes y Uruguay, en la Ciudad de Buenos Aires, existe desde noviembre de 2011 una estatua que recuerda a Alberto Olmedo y Javier Portales en una escena del por entonces muy popular sketch “Borges y Álvarez”, del programa No toca botón, que el rosarino tenía en la televisión, y que se emitía en la década del 80, amén de numerosas repeticiones que perduran hoy en día. La figura los muestra en una pose clásica: sentados en un sillón mientras se desarrollaba el dialogo, sólo que la estatua deja un lugar entre medio para que los transeúntes se sienten entre ellos y puedan ser retratados en fotografía.
Seguramente sería difícil que el contenido de ese programa pasara hoy desapercibido por la pantalla: el nivel de cosificación y degradación de la mujer es enorme. Es más, muchos de los que por estos mismos temas critican las producciones actuales, directamente se horrorizarían de verlo en la televisión abierta de Argentina.
Pero Olmedo murió a fines de los 80, y su entrañable rótulo de artista popular caló hondo en el sentir de mucha gente, incluso aquella que se mencionaba renglones atrás. Yo mismo puedo dar fe de ello, y a instancias de observaciones de mi compañera pude darme cuenta que en algunos casos, el tiempo no mejora las cosas, sino que las empeora.
No es la idea cargar ahora contra Olmedo. Él representó una época, en la cual cualquier señalamiento acerca del lugar de la mujer habría sido objeto de mofa. Pero hoy la realidad es muy distinta en el país, y allí es donde el humor del cómico tendría problemas. Como poco, habría provocado bastante revuelo. Similar reacción es esperable, en otro orden de cosas, si un conductor o invitado de un programa de televisión encendiera un cigarrillo en cámara, algo también muy común en ese entonces.
Olmedo tiene su lugar como artista referente de su época. El problema es querer traerlo hoy en día y hacerlo moralmente aceptable. No es extraño que se haya elegido la Ciudad de Buenos Aires para emplazar dicho monumento: el personaje enmarca el estereotipo de persona vivaracha y canchera que tan bien representa al porteño medio, y entre ellos, a su jefe de gobierno.
Feliz día de la mujer a todas aquellas mujeres que eligieron este día para sacarse una foto junto a Olmedo y Portales.
miércoles, 6 de marzo de 2013
En otro país
En otro país es un nuevo capítulo en esa gran película que es la filmografía de Hong Sang Soo de los últimos años. Fiel a su estilo único, casi a punto de convertirse en un género propio, vuelven a aparecer los frágiles personajes que como envases transparentes dejan ver hasta el último detalle de su interior.
Este formato tan suyo son esas escenas mitad guionadas y mitad improvisadas, que logra que todas sus películas tengan una cohesión enorme, lo que muestra a las claras la muñeca del director a la hora de impartir lineamientos a sus dirigidos. Una técnica que en otras manos significaría correr el riesgo de enfrentarse a un collage poco claro o a un espasmódico sucedáneo de sentires.
La cinta da vida a tres libretos imaginados por una aspirante a guionista. En ellos conviven los mismos personajes y el mismo paisaje, sólo que se alteran las historias. Todo gira alrededor de la visita de Anne (Isabelle Huppert) a Mohang, una localidad costera de Corea del Sur. Por distintos motivos, ella arribará al lugar, se comunicará con los locales en inglés, con algunos de manera más fluida que con otros. Y allí ya hay algo de la historia, pues es el lenguaje un poderoso personaje, a través del cual aparecerán las relaciones con el resto del elenco.
Como piezas mágicas, los relatos se encadenan, se ensamblan y desacoplan en bello ballet. Isabelle Huppert compone el personaje de culto de su carrera. En algunos casos podría suponerse que hace de ella misma, pues el efecto que provoca en los pobladores es de gran magnetismo, como cuando un famoso es detectado en un restaurante. Aniñada, provocativa y a veces naif, no puede moverse por el lugar sin generar sensaciones alrededor. Pero Isabelle es Huppert, y si bien brilla por si sola dentro del cualquier constelación, aquí está enmarcada por el distinto dirigir de Hong. Que continúa con los personajes que tras algunas copas y muchos cigarrillos terminan diciendo algo de más, que luego costará reparar. Que sigue con sus acercamientos de cámara para llevar nuestra atención allí donde se desea. Que sigue dejando la cámara en el que escucha y no en el que habla, como buscando que prestemos más cuidado a cómo se recibe el mensaje que al mensaje mismo. Y que sigue haciendo mostrar a sus personajes con todos sus condimentos, sin el más mínimo temor de hacerlos pasar el ridículo.
Difícil no estar agradecido, más aún no celebrar la entrega de este nuevo capítulo en las historias de directores, actores y guionistas que buscan a veces formar parte de algún selecto universo paralelo, pero que acaban teniendo los mismos problemas que el resto de la gente que pisa el planeta. Yoo Joon-sang es el guardavidas, que se esfuerza en su inglés con tal de lograr cautivar a Anne. Viejo conocido de Hong, participó en varias de sus películas, como El día que él llega, Hahaha y Like you know it all. Del mismo modo las bellas Moon So-ri y Jeong Yu-mi son habituales en el elenco del coreano.
Huppert se declara muy interesada en el cine asiático, y dice que considera sus proyectos cuando tienen el tono y el ritmo correcto. Agrega que le gustaría trabajar con Kim Ki-duk y Park Chan-woo. Hacer En otro país es en parte algo que ella ama: estar en otro país, en otro lado físicamente e intelectualmente.
Hancinema: http://www.hancinema.net/korean_movie_In_Another_Country.php
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1989712/
sábado, 16 de febrero de 2013
El espejo negro
El espejo negro es una serie de tres capítulos independientes realizada en el reino unido en 2011. En este año 2013 se ha estrenado una segunda temporada, también con tres producciones.
La temática de la serie ronda el mundo moderno, y la forma en la cual la tecnología ha modelado una nueva forma de lenguaje y comprensión entre las personas. La construcción de nuevos paradigmas genera forzosamente escalas de valores diferentes a las concebidas hasta el momento. La imagen y la exposición en los diversos formatos de distribución de sentido actuales exigen un importante esfuerzo por parte de las personas que no quieren quedar fuera de la campana. Un paso en falso en el escenario puede resultar definitivo para lo que se supone el plan del futuro. O no, si es que alguien descubre como usar lo que quedó de nafta para apagar el incendio.
Y así el Che Guevara fue remera, la firma de ropa Soviet puso de moda las letras cirílicas cuando todavía había guerra fría, y una empresa de indumentaria masculina del coqueto barrio de Palermo en Buenos Aires eligió Bolivia como nombre para su marca. Del mismo modo, como un monstruo que todo regurgita, recicla y reproduce, el mercado pudo hacer que la música socialmente más contestataria de los barrios negros estadounidenses se transforme en un pastiche que incluye yates, alhajas y mujeres servidas en bandeja. Todo lo que se desprecia puede transformarse en instrumento de posesión, todo aquello que nos combate puede resignificarse y, poniéndolo como ejemplo de lucha y tezón, mutarlo en aliado. Si las agencias de viaje ofrecen excursiones de riesgo en países del tercer mundo, y los asustados turistas pagan fortunas mientras los lugareños les muestran como se caza un jabalí o se usa la dinamita en una mina, es de esperar que pronto surgan visitas guiadas a los ocupantes de Wall Street o a los indignados de Madrid, más no sea como un algún intento de transformar estos bastiones de lucha en stands de centros de compra.
De todo esto se nutre El espejo negro; no exactamente de estos tópicos, pero sí de lo que implican, o de cómo accionan domesticando el sentido común del conjunto social. Con una excelente calidad de filmación, un ritmo que no abusa del tono desenfrenado tan común en las series norteamericanas (que hacen casi imposible seguir el diálogo cuando están subtituladas), sin líneas de texto banales o superfluas, pero para nada pretenciosa de qualité, esta serie nos brinda (al menos en esta primera temporada que es aquí se comenta) un excelente producto no exento de humor negro y áspera ironía. Dice la reseña de la cadena channel4 que la emite: "A lo largo de los últimos diez años, la tecnología ha transformado casi todos los aspectos de nuestras vidas, sin que hayamos tenido tiempo siquiera de haberlo notado. En cada hogar, escritorio o dispositivo de mano –una pantalla de plasma, un monitor o un teléfono inteligente- es posible encontrar un espejo negro del siglo 21. Nuestro contacto con la realidad está cambiando. Tenemos acceso a toda la información del mundo, pero no hay más espacio en nuestro cerebro que para absorber los 140 caracteres de texto de un tweet." Claro y contundente. La referencia al espejo negro proviene del elemento que utilizaban las brujas para predecir el futuro ("espejito, espejito…"), junto con la bola de cristal.
El primer episodio se titula Himno nacional, y relata la encrucijada que debe enfrentar el primer ministro inglés de acceder a los pedidos del secuestrador de la princesa real bajo amenaza de asesinarla. El siguiente se llama 15 millones de puntos, y es un grotesco de una sociedad del futuro que está sobresaturada de entretenimiento, a modo de una evasiva drogra moderna. El tercero es Toda la historia suya, y muestra como funcionan las relaciones entre las personas cuando estas tienen acceso a la revisión de toda su vida pasada gracias a la implantación de un chip en su cerebro que permite rebobinarla, reproducirla (y compartirla) en cualquier momento en una pantalla.
Altamente recomendable y casi sin desperdicio, esta primera temporada da motivos más que de sobra para encarar con el mejor entusiasmo la segunda.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2085059/
viernes, 11 de enero de 2013
El puente
La miniserie El puente es una realización co-producida entre la DR, radio y televisión pública danesa y la STV, la televisión pública sueca. Se filmaron diez capítulos de una hora de duración, que salieron al aire durante el período septiembre-octubre de 2011 y que constituyen una primera temporada. Se anuncia una segunda temporada que podrá emitirse en 2013.
La historia comienza con un hecho inédito: el puente de Ørensud sufre un apagón durante unos instantes. Los controladores se inquietan durante es breve suceso, y posteriormente, al restablecerse el suministro, aparece un cuerpo sobre el asfalto, a la altura de la mitad del trayecto.
El puente de Ørensud conecta desde el año 2000 las ciudades de Copenhage en Dinamarca y Malmö en Suecia. Es una maravilla colgante que parte desde Suecia por sobre el mar, y a mitad de recorrido conecta con un tramo subterráneo a través de una isla artificial. El complejo en total tiene cerca de 8 kilómetros, y es la combinación vial-ferroviaria más larga de Europa.
Allí, a mitad del puente, donde se halla la línea fronteriza entre ambos países, aparece el cuerpo tras el corte en la iluminación. Mitad del cuerpo a cada país, y allí llegan ambas policías para hacerse cargo del caso. Del lado sueco, Saga Norén (Sofia Helin), la imperturbable investigadora incapaz de apartarse por un instante de sus procedimientos y reglas. Del lado danés, Martin Rohde (Kim Bodnia), algo más terrenal, falaz y condescendiente que su colega.
Estos rasgos distintivos entre los personajes se forzarán hasta cierto extremo a lo largo de la serie, quizás como un relato paralelo que aporte alguna sonrisa y afloje la tensión de algunos pasajes. En realidad, no es más que un cliché utilizado como recurso de guión, y que blanquea como a través del saber popular se ven unos a otros ambos países escandinavos: los suecos con su corrección y protocolo a ultranza, y los daneses, afincados en el continente, algo más relajados y concesivos.
El puente contiene todos los ingredientes que hicieron del policial nórdico un género de culto. La sordidez de los crímenes contrasta con lo armonioso y adecuado del ambiente general, del mismo modo que resalta la sangre en la nieve. Los agentes de la ley en su gran mayoría carecen del glamour que nos tiene acostumbrado el cine más instalado por las corporaciones. Se los ve cumplir sus funciones con la entrega habitual, pero se sabe de sus vidas privadas, no siempre casualmente infelices o desajusadas. Se observa la integración social, al dejarse ver entre el elenco a alguna persona discapacitada, y a la vez se denuncia el trato discriminatorio hacia los inmigrantes. Muestran altaneros y orgullosos su modo de vida balanceado y delineado, en el que la mención al suicidio es moneda corriente. Se aprecia el lugar que ocupa la prensa en la agenda pública, no muy diferente de la del resto del mundo en su concepción, pero manteniendo algunos códigos que en otros puntos del planeta se han perdido hace tiempo.
Quienes hemos disfrutado de Wallander, Forbrydelsen o (con alguna distancia) Varg Veum, pudimos apreciar con placer la sutil diferencia que hay en estas producciones que llenan la pantalla sin excesos. Es que, a diferencia de lo que se ve en la televisión de difusión masiva de oferta dominante, las persecusiones policiales no son habituales, y no porque las calles sean más estrechas, sino porque son realmente muy difíciles que sucedan en la vida real en una gran ciudad. Aquí los policías son capaces de salir del galpón mucho antes de que explote, y no necesariamente un segundo antes. Los asesinos no distinguen rangos de edades ni posición social. Y los poderosos muchas veces son cuestionados por sus posesiones, sin tener que aparecer antipáticos ante la pantalla.
En particular, el logro de El puente radica en la excelente construcción de la relación entre los dos policías, ambos con fuertes rasgos de personalidad, que resultarán decisivos a la hora de resolver el misterio. Experimentados actores con amplia trayectoria en el medio, sus roles logran desarrollar un vínculo en el que se complementan sin rebabas, aún con las diferencias del caso. La extensión de la obra es justa, dejando una sensación de saciedad sin carencias ni hartazgos.
Apúrese a ver la versión original de El puente antes de que aparezca la remake yanqui. Como se supo tras el anuncio de AMC, no se renovará la serie The Killing (version norteamericana de la danesa Forbrydelsen) para una tercera temporada. En su lugar, la compañía ya pidió un piloto de El puente para supervisar una adaptación que se llevará a cabo en El Paso/Juarez, en la frontera entre México y Estados Unidos.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1733785/
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