viernes, 29 de agosto de 2008
Laurie Anderson en Argentina
Laurie Anderson se presentó los días 27 y 28 de agosto del 2008 en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, y tuve la suerte de estar allí en la jornada del 28. El evento resultó ser un bloque homogéneo que a lo largo de la noche no mostró fisuras, si bien al público local le costó sostener el ritmo planteado desde el escenario.
El trabajo Homeland presentado por la artista es de un corte sonoro bajo, lento, musicalmente rozando el minimalismo y con una importante bajada de línea desde lo discursivo, lo cual pudo ser seguido por la audiencia gracias a que el show fue subtitulado en tiempo real.
Anderson habló mucho, cada vez más, según su tendencia en los últimos tiempos. En otros artistas se especularía que se trata de alguien que se quedó sin voz, o sin melodías nuevas para mostrar. Aquí parece tratarse de quien intenta ser tan abarcativo como puede, y va más allá de su dominio inicial que sería el pentagrama, para adentrarse en la poesía, o (más allá aún) en el discurso político y social, haciéndose cargo y dando por tierra aquella vieja discusión que debate si el artista debe inmiscuirse en no en la política y en las cuestiones sociales que lo contienen: el artista lo hace y hará aunque no quiera, porque es y será parte de ello, es un instrumento de su tiempo, y su conciencia social estará (por emisión o por omisión) siempre presente en su discurso.
Por eso Anderson no paró de hablar de su país, Estados Unidos, y de las cosas que allí suceden, o bien hacen suceder en el mundo los norteamericanos. Con una excelente dosis de apocalipsis y humor negro, logró una vez más despertar conciencias acercando una sonrisa a quienes la disfrutaron.
La historia de un pájaro que vuela con su bandada en los tiempos en el que ni siquiera había tierra dónde posarse. Es así que vuela en círculos todo el tiempo, y cuando su padre muere, se da cuenta que no tiene dónde enterrarlo, así que decide ponerlo detrás de su cabeza para dar origen a la memoria.
Más tarde vino "Only an expert", la interesante visión acerca de los expertos, los problemas, y la obsesión norteamericana por el control, tal vez el momento más movido desde la electrónica de la noche. "Underwear gods" habló sobre los gigantes letreros de modelos y artistas en ropa interior que pueblan la ciudad, con sus cuerpos que ocupan varios pisos de los edificios.
Muy presente siempre el concepto de Homeland, la madre patria, aquella que seguramente mucho le duele a Laurie verla hoy en día. "¿Por qué nos odian?" se pregunta con inocencia en un pasaje, y más tarde vuelve a la carga con "Llamándolos a filas", una oscura imagen en la que nos muestra modernos ejércitos conformados por niños.
Lou Reed apareció como invitado para hablar del "Perdido arte de la conversación", agregando una disonante cuota de volumen y distorsión, y para que el público pudiera saciar su sed de tribuna. ¿Conocemos y queremos tánto a Lou, o es su imágen la que tanto nos lleva a vivarlo de esa forma? No puedo evitar pensar en aquello que se dice en la Argentina acerca de Borges, el escritor más comentado y a la vez el menos leído. El esposo aportó su tono particular de voz, y dió el color justo a la canción que hablaba acerca la forma en que nos comunicarnos, en medio de distorsiones y alto volúmen, que mucho se distanciaron del tono pastel que daba la cálida electrónica de Anderson. Al final del show volvió a posar para el aplauso.
En marzo, Laurie Anderson y Lou Reed participaron Speak Up!, un concierto a beneficio para la paz en Irak y la justicia en casa, junto a otros artistas como Norah Jones, David Byrne, Moby, Damien Rice, apoyando a ex combatientes de Irak y Afganistán en contra de la guerra, y clamando justicia por las atrocidades cometidas por las fuerzas norteamericanas en uno y otro bando.
Se fue Laurie Anderson, con el cálido aplauso que se merecía, dejándonos a todos llenos de arte y emoción, con una mezcla de alegría por lo visto, y la vez de inquietud por lo que nos hizo ver, recordándonos que este mundo es peligroso mucho antes del 11 de septiembre de las torres, si bien había dos represores más juzgados y condenados en la Argentina. Cuando algunos empezábamos a pensar cabizbajos en el regreso nuestras realidades, volvió el ángel extraño a deleitarnos con una preciosa melodía de su violín. Allí se acercó por vez primera al borde del escenario, sola, como dándonos una caricia a cada uno, que nos sirviera para poder llegar a casa al menos un poco menos tristes.
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