sábado, 5 de junio de 2010

Nórdicos


Presentación




En mis últimas vacaciones tuve por fin la posibilidad de conocer el norte de Europa, más precisamente la pensínsula escandinava. Un viejo sueño, debo confesar, era el de conocer de cerca el funcionamiento de una sociedad que se enorgullece de poseer uno de los estándares de vida mas elevados e igualitarios del planeta. Sabía de antemano que un período de receso no suele ser suficiente como para destrabar el cerrojo de una comunidad milenaria y con una mediana difusión de sus construmbres y cultura en nuestra región sudamericana. Los meses previos al viaje constituyeron una verdadera empresa, en la que procuré absorber la mayor cantidad de conocimientos y datos que me permitieran llegar a destino con la mejor y más objetiva calidad de información del lugar.

Coyunturas laborales de nuestro hemisferio no dieron otra posibilidad que hacer el tour en lo más crudo del invierno nórdico, lo cual aportó a la belleza del paisaje, pero restó en las posibilidades de contacto directo con las personas. Sucede que los nórdicos son sumamente educados y amables, pero sin que medie una necesidad puntual o un pedido resultan poco dados al trato casual o espontáneo,. Atienden con presteza y cordialidad cualquier solicitud, pero difícilmente cruzen la mirada con extraños. Temperaturas promedio a los 10 grados bajo cero pueden acrecentar este efecto, distorsionando en parte la apreciación.

En Buenos Aires existe un fuerte movimiento no formalmente organizado (no formalmente, porque organizarse significaría entrar en contradicción con sus principios) que con algo de desdén se lo identifica desde afuera como el Medio Pelo Porteño (MPP, de aquí en adelante) En general son sectores medios ciudadanos que observan con nostalgia las bondades del primer mundo, añoran períodos de supuesta bonanza que van de principios del siglo XX hasta el fin de la segunda guerra mundial, y destacan por encima de cualquier logro colectivo los defectos de una sociedad que parece no tener salida. Muchos de sus más activos militantes constituyen el grupo de convivencia de quien suscribe, y sus comentarios a raíz de mi experiencia viajera fueron los que impusaron la presente reflexión a modo de relato.

Frases como: “Es otro mundo, me imagino, ¿no?”, o “Cuando volvés acá te querés matar…” fueron algunas de las que más picaron en el top. Y algo de cierto puede haber: es otro mundo, y volver cuesta, como siempre cuando acaban las vacaciones. De todos modos, desde los documentales televisivos hasta la torta de la tía, siempre lo ajeno tiende a superar a lo local casi sin transpirar. Así que lo único que nos queda es comparar lo conocido con lo percibido, y tratar de reflexionar al respecto.

Parte 1: Espacio Público
Parte 2: Horarios
Parte 3: Bicicletas
Parte 4: Pueblos originarios
Parte 5: Salud y educación
Conclusión

Banderas de Escandinavia: Cortesía de Wikimedia Commons

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