viernes, 18 de octubre de 2024

Macalma

Lo importante es la canción.


Macalma toca desde el 2014. Salvo el bajista, la formación se mantiene. Se conocen desde antes de tocar juntos; cada uno tenía su banda, y por esas cosas de Hurlingham, se cruzaban en cada recital punk que pintaba.

Damián Alin Oviedo toca la batería desde los 18; ahora tiene 40. Cuenta la leyenda que de pibe, él quería una moto, pero una batería se cruzó por su camino. Cuando cumplió 18, le cambió a su viejo el pedido, y en vez de la moto eligió la batería.

Pablo Acosta es guitarrista, y a diferencia del resto, Macalma es su primer banda estable. Orgulloso autodidacta, recibe su amor por el instrumento de manos de un pariente eventual que era disc jockey de Pinar de Rocha, y ya a los 12 años no sólo le hacía escuchar música, sino que le compró su primer guitarra.

Matías Vargas también toca la guitarra, y él arrancó a los 8 años en el conservatorio de Morón. Como la madre era folclorista, la educación musical era casi obligatoria. Resistió un año; la disciplina fue demasiado para el gen rockero que ya a esa edad se hacía dominante por sobre el resto. Años después tuvo su primera guitarra eléctrica; cuenta que acudió a un compra-venta y consiguió dos guitarras muy truchas, luego fue de un amigo y de ambas hizo una buena. Lo importante era que hiciera ruido. Del conservatorio rescata que al menos entendía lo necesario como para hacer sonar el instrumento. El resto lo aportaron las revistas que traían las canciones con los tonos como para tocarlas en casa. Salió a tocar con su primer banda a los 14 años de punk rock.

Alejandro De Luca es el vocalista de Macalma. Su impronta denota una presencia intensa. Si el rock tuviera ángeles, Sokol y Prodan hicieron de las suyas con el nombre de este cantante. No puede fallar.

Cuenta Matías que el quiebre lo hizo Nirvana.

- Nunca vas a poder ser Slash si no estudiás. Nirvana hizo las cosas más fáciles.
- ¿No sentís que hay un techo si no estudiás?

- Si no estudiás, sí. Quizás un techo técnico, no tal vez creativo. El método te da caminos más fáciles, tal vez tardes menos.

Macalma no conoce de frontera de estilos. Cuenta Alin:

- El primer disco fue una cosa, el segundo es otra, y yo quiero que el tercero sea otra diferente.

El primer disco es Colores de la oscuridad, es del 2014 y se grabó con la formación actual. Intriga el nombre de la banda. Cuenta Matías:

- Es un juego de letras: las tres primeras son las iniciales de Martín Ariel Canevari, un amigo nuestro, primo de Alejandro,  que lo mataron para robarle la moto y que había tocado antes con ellos. Muchos nos juntábamos a tocar a partir de estar con él, él estaba bien económicamente, era muy generoso y nos ayudaba muchísimo. El resto de las letras son Al de Alejandro, Ma de Mariano y Matías. En esas pocas letras quedó resumida el alma de MAC.


Alin reflexiona sobre lo que fue la experiencia del primer disco, a propósito de un comentario acerca de su color sonoro.

- Está bueno porque dice la verdad.  Cuándo hacés un tema, esta bueno que haya allí alguna vivencia tuya. A mí al menos no me da de contar algo que no pasé o no viví.

En Macalma componen todos. En el primer disco la mayoría de los temas compuestos por Matías y Alejandro; Alin aportó un par de canciones, pero en este segundo trabajo, la idea es componerlo entre todos.

(Matías) - A veces uno trae un pedazo de un tema, otro le agrega alguna parte… Entre todos armamos el resto. Con las letras pasa algo parecido.

(Alin) - Las letras tienen que contar algo, pero no de modo tan directo.

Alejandro menciona a Acido Profundo, su banda anterior, que funcionó durante quince años. Cuando llegó su fin, se juntó con Matías, que venía de Infractora, y armaron Macalma, a los que se unieron Alin y Pablo. El último integrarse en unirse fue Mincho, Fermín Sokol, que comparte formación con La caja del Polaco.

La relación de Alejandro con Fermín insume la vida misma del bajista.  Amigo de Alejandro Sokol (padre de Fermín), lo conoce desde que nació, y desde que su padre falleció en 2009, la relación se hizo más intensa.

(Alejandro) - Lo conozco desde la panza de la madre. Jamás imaginé en verlo con un instrumento colgado tocando al lado mío. Pensé que yo iba a ser mucho más viejo para cuando él creciera, pero no. Con Acido Profundo fuimos teloneros de Las Pelotas varias veces. Incluso alguna vez fui invitado a cantar con ellos.

La muerte de Sokol fue un evento que pudo a prueba el temple del cantante.

- Yo no sabía si iba a seguir tocando tras la partida de Alejandro. Las cosas con Acido Profundo no estaban bien, pero la banda levantó gracias a que en el momento en que él empieza a tocar sólo con El Vuelto, me pide que le haga la gamba. Yo por supuesto acepté, y junto con otras bandas íbamos de teloneros. Eso nos mantuvo a flote durante un tiempo.

Pero la realidad era que la situación puertas adentro de Acido Profundo ya no era lo que antes. Cuándo no está más Sokol, ya nada sostuvo a la banda.

La realidad de las finanzas de Macalma no es diferente a las del resto de las bandas de su tipo.

- ¿Alguno de ustedes vive de la música?
(Pablo) - No.
(Alin) - Neeee…
(Matías) - Olvidate, ni cerca estuvimos.
(Alejandro) - Yo siempre pucherié.

- Pero estaría bueno vivir de la música, ¿o no?

(Alejandro) - Es lo que quisiéramos todos. Yo hace más de 30 años que estoy en la música, imaginate que yo quisiera vivir de esto.

- ¿Entienden que si ustedes vivieran de esto cambiarían algunas cosas? Por el hecho de tomarse esta actividad como un sustento, quiero decir.

(Alejandro) - Si yo viviera de la música, no dependería tanto de mi trabajo. Tendríamos más tiempo para tocar, para componer. Calculo que a todos nos pasaría lo mismo.

- Y eso les plantearía obligaciones…

- Y gustoso las aceptaría.

(Pablo) - Yo me levanto para trabajar a las cuatro de la mañana, en un rato. A veces vengo a ensayar  con una cara súper larga, pero en cuanto comenzamos a enchufar, se me olvida todo.

- ¿No tienen miedo que de alguna forma eso les haga perder frescura?

(Alejandro) - ¿Sabés con qué se pierde la frescura? Con Macri se pierde la frescura.

La charla deviene en un sendero que al instante de la entrevista podría replicarse indistintamente en una cola de un negocio, en un ascensor cualquiera, o en un vagón de tren yendo al trabajo.

- Hoy me cortaron la luz de mi local, mañana tengo que pagar 10 lucas que no tengo, y tengo que ir a rogarle a Edenor que me hagan un plan y ver cómo hago para conseguir de entre mis amigos algo de plata para pagar. Ahora estoy acá ensayando pensando en todo eso. Eso sí hace perder frescura.

Es espacio creativo tiene un lugar especial en el estudio de grabación. Cuenta Matías:

- Cuándo vamos a grabar, tratamos que sea lo más espontáneo y fresco posible. Ensayamos fuerte antes y vamos.

(Alejandro) - Matías es el que más entiende del tema, se pone con el operador y entran en cada uno de los detalles, el tema de los efectos y todo eso.

- ¿Y tienen algún parámetro en términos de sonido, alguna banda como la que les gustaría sonar?

(Alejandro) - Nosotros queremos sonar como Macalma.

No sé si estos muchachos finalmente van a lograr la trascendencia que desean; ni si van a hacer dinero con su obra, descarto que vayan a hacerse millonarios, ojalá que sí. Pero hay una honestidad y transparencia en cada cosa que dicen, en cada gesto y en cada mirada, que hace que uno que ya ha pasado por unas cuantas y descree de casi todo, vuelva a tener esperanzas en la pervivencia de la raza humana. Algo así como llenar el estadio de mis ilusiones.


Alin repasa sus inicios.

- Yo arranqué tocando temas de Sepultura, doble bombo, doble pedal, todo eso. Empecé con una banda punk, luego una banda hardcore, y ahora estoy en una banda que es más tranqui. Y tengo un par de amigos que arrancaron conmigo que me dicen: "Eeee negro, ¿qué onda, estás tocando rock" Y yo les contesto, que más vale, que la onda es tocar todo.

Influencias.

(Alejandro) - Yo escucho de todo. Música electrónica, hardcore, rock, Metallica, INXS… ¿me entendés? Lo hago porque me gusta, no por ejercicio, y hay un montón que no te nombré.

(Pablo) - Tengo millones de guitarristas que me gustan, y trato de sacar de cada uno lo que más me gusta.

(Matías) - Por eso siempre menciono para mí lo importante que fue Nirvana. Cobain tomó esa desprolijidad y la hizo música. Entonces, en vez de Slash, ahora quería ser Cobain. Un solo acorde llenaba todo, en vez de un súper punteo.

- Exigía menos…

- ¿Andá a hacer un tema de Spinetta? Tenés que tener los dedos más largos del mundo. A la vez, cada uno también tiene sus gustos. Yo no escucho música electrónica. O Bunbury, cómo escucha Ale.

(Alejandro) - Bunbury solista. Y todos los días escucho a los Sex Pistols.

(Matías) - Alin hacía punk y cumbia, como Los Ramones.

(Pablo) - A mí me gusta el post-punk, todo lo que vino después, Joy Division, New Order, la movida Manchester.

- ¿Y cómo se arreglan con las letras?

(Alejandro) - Yo tomo la obra de quién la escribió y así la canto; por ahí ajusto algunas palabras para poder meterlas, pero no cambio nada. No estamos de acuerdo que el cantante tenga que ser el que escriba las letras.

(Alin) - Y si hay algo que a uno no le gusta, listo, afuera. Y a no enojarse.

(Matías) - Es algo que aprendimos con los años de estar juntos, que lo importante es la canción.

- ¿Qué imaginan que les falta, qué les gustaría que sucediera?

(Alejandro) - Vivir de esto, eso sería fantástico.

(Alin) - Yo quisiera estar con mis amigos, prender la radio, y que suene mi tema.

(Alejandro) - Eso a mí ya me pasó, el asunto sería que te lo paguen…

(Matías) - A mí me encantaría estar grabando constantemente, tener mi estudio propio.

Macalma prepara el ensayo. Casi nada les impide comenzar, salvo el sujeto que está en el medio haciendo preguntas. Recuerda Alejandro.

- En el único momento en el cual pudimos hacer algo fue en el 2014, que logramos sacar dos créditos, con los que nos compramos los equipos y grabamos el disco. Es la primera vez en mi vida que alguien me da un crédito, nunca logré la formalidad necesaria como para acceder a uno. Pero durante el segundo gobierno de Cristina pudimos hacerlo.

(Matías) - Antes te llamaban e ibas a tocar, ahora te fijás dónde queda, por el tema de la nafta.

(Pablo) - También había movidas de hacer tours con bandas por todo el país. Eso se hacía, y se sostenía en el tiempo.

(Matías) - Las bandas giraban y tocaban con artistas locales. Había políticas públicas destinadas a la cultura. Hoy ni siquiera tenemos ministerio.

Hoy que en La Argentina se reducen planes de vacunación al punto que los estudiantes de medicina puede volver a ver en persona casos de sarampión que hace años sólo veían en filmaciones o fotografías color sepia. Hasta hace pocos años, existían pasajes subsidiados para  que las bandas de rock pudieran tocar en el interior.

(Matías) - El otro día estuvimos en un festival que tocaron seis bandas; la noche fue espectacular y con lo recaudado alcanzó para pagar todo, hasta los afiches, y no tuvimos que poner ni un mango.

(Alejandro) - Claro, pero hubo como 300 personas, la noche fue espectacular, pero ningún músico gana plata. Yo tengo 30 años en esto, debería haber alguna manera de que se reconozca esa trayectoria, la mía y la de muchos que estábamos ahí.

- ¿Qué te hubiera gustado?

- No tener que mendigar una birra en la barra. Viví en Brasil; no había iva para los músicos; los músicos no tienen que encargarse del sonido y cobran por tocar. Es mínimo pero digno. Acá cuando la noche sale perfecta, el bolichero cobra, el del sonido cobra, el que hizo la transa cobra, el de los afiches y la publicidad ya cobró anticipado. Pero el músico no cobra.

- Y si ustedes no van a tocar, ¿qué le pasa al dueño del boliche? ¿La gente va igual?

- No. Sabemos que es así. Si ese día en vez de 300 personas había 25, la barra no le da. Y si vos le vas a cuestionar eso al bolichero, te contesta que tiene 50 bandas esperando para tocar.

- ¿No será que ustedes tienen tantas ganas de tocar que se bancan todo eso?

- Sí, en parte también pasa eso. Deberíamos ponernos todos de acuerdo, pero no es fácil. En Hurlingham tocan cerca de 30 bandas por fin de semanas. Andá a coordinar a toda esa gente. Sin voluntad política es difícil revertir todo esto.

Macalma es un estado de situación, es un reclamo urgente. Quien busque disonancias y tensiones, las encontrará, pero no en la partitura, sino en cada grito, en cada golpe de bombo, en cada filoso acorde. Macalma es una banda que viene a dejar en claro que la soberanía musical de esta parte del conurbano no es pieza de mercancía, es más bien una indeleble marca de pertenencia.




Hurlingham, 6 de octubre de 2019

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