viernes, 16 de diciembre de 2011

Ese puño izquierdo



Para el pueblo argentino, cantar el himno nacional siempre fue, por decirlo de forma decorosa, un trámite a realizar, una situación ineludible en algunas circunstancias, y al que se buscaba concluír de un modo expeditivo. Y es que en ciertos aspectos técnicos, la canción patria es dueña de pasajes poco asimilables para la multitud, esto es, tiene una introducción instrumental algo extensa, las estrofas son de notas largas y sostenidas, y el momento que da paso al estribillo sucede en medio de abruptos cambios de ritmo, con fraseos complejos y entonación dificultosa. Brota el recuerdo de los actos escolares, la maestra de música peleando al piano con esa interminable introducción, y el resto del cuerpo docente tratando de mantener a los niños en silencio hasta que llegue el momento de cantar.

En 1990 Charly García publica en su disco Filosofía barata y zapatos de goma una versión propia del himno nacional. Como casi todo lo que hacía el artista en aquellos años, la controversia nació instantáneamente, incluso un particular intentó sin éxito años más tarde interponer un recurso judicial para evitar que esta versión se difundiera en las radios, alegando ofensas al símbolo patrio. De alguna manera, García se salió con la suya, y el himno se pudo escuchar en recitales de rock, tocado por una banda de músicos y cantado a los gritos por la multitud, que no vacilaba en saltar y divertirse como con cualquier otro tema de repertorio. En ningún momento se pudo demostrar falta de respeto alguno al emblema, y por el contrario, sí se registraron escenas de paroxismo en la multitud: el himno había mutado de ese canto solemne que se movía con la gracia de un elefante a ser una canción que rescataba las pasiones que seguramente tuvieron quienes la compusieron en 1813, aunque tal vez les faltó el olfato de hit del que gozaron otras músicas patrias, como la envidiable Marsellesa que arranca con la voz apenas diez segundos después de comenzar.

Pero el suceso más interesante en lo que tiene que ver con la transformación del significante del Himno Nacional Argentino sucedió en las canchas de fútbol. Por más que algún relator deportivo local se indigne, cada vez que la reglamentación de algún torneo internacional lo requiera, hay que cantar los himnos, y el turno del nacional, era un entuerto tanto para el público como para los organizadores: la larga introducción era demasiado para la ansiedad que se acumulaba en las tribunas, no se respetaban los silencios en su correcta extensión, y casi indefectiblemente, se generaban indeseables efectos de eco, ya que la gente nunca cantaba toda junta.



Y tal vez gracias al aporte de García, de pronto el himno en los estadios se comienza a corear desde el inicio. Las voces arrancan junto con la banda, y acompañan la línea melódica a los gritos. Hay algo ancestral, primitivo, casi tribal en ese gesto, como si la ausencia de palabras pudiera completar un sentido único capaz de aunar a todos. La pasión, la fuerza y las ganas que se registran en esos momentos son inéditas, y esos miles de personas logran parir un nuevo canto, quizás más emparentado con el valor necesario para enfrentar una contienda que con la mera formalidad de una fecha o un evento.

Paralelamente esta innovación significó una solución magnífica para los organizadores, que pudieron acortar sin culpa la canción nacional, al punto que ya casi ni siquiera se llega a la parte de la letra, ahorrando así valiosísimos minutos de aire televisivo. Ahora el himno argentino, al menos en los estadios, muestra otra faceta, una potencia oculta se hace presente y logra imponer un respeto y una valía hasta hace entonces no tan visibles, a la vez de lograr cierto efecto en los rivales, si se lo compara con el (al menos ahora) grotesco haka neozelandés.

En oportunidad de la ceremonia de asunción del segundo mandato presidencial de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, la Presidenta se reservó un momento para compartir con la multitud allí reunida, y fue justamente el canto del Himno Nacional, interpretado por el mismo Charly García. Allí estaba el músico haciendo la canción nacional. No es la primera vez que es convocado por esta administración, ya alguna vez estuvo presente en una fecha patria. Muchos se preguntaron porqué no estuvo allí una orquesta sinfónica o una banda militar afecta a las marchas. Sin embargo, ahora García vuelve a encontrarse con su gente después de un largo período de rehabilitación, algo cambiado en su fisonomía, pero intacto en su intelecto y capacidad de traducir en música lo que absorbe de los millones que lo siguen. Y en el escenario están sólo ellos, García con su banda y la Presidenta que llega y es ovacionada por la multitud. Ella lleva puesta la banda presidencial que le colocó su hija en el acto de asunción. Saluda al músico con afecto, y se dirige al borde del escenario, a un costado, a cantar el himno con la gente.

La música arranca inmediatamente, no da tiempo a la multitud emocionada a cantar sus propias consignas. La Presidenta esta paradita con ambos pies juntos, con la mano derecha sobre el corazón, presta a cantar. Los argentinos no cantamos el himno con la mano en el corazón, en muchos otros países tienen esa costumbre, pero no es normal aquí. Sin embargo la Presidenta suele hacerlo, tanto aquí, como en el exterior, en ocasión de alguna visita oficial. Veremos cuánto prende este gesto en la gente, tal vez de aquí a un tiempo aparezcan otros imitándola.



Charly García y su banda ejecutan una versión excelente. García canta bien, y dirige como puede a la gente para que la voz se escuche sólida. Cómo sabe hacerlo, lo logra, mientras la Presidenta canta emocionada y cada tanto devuelve sobriamente algún saludo. Entónces acontece un detalle que puede ser mínimo, pero que tal vez sea necesario recalcar, porque en medio de la emoción del momento no haya sido debidamente registrado. El pasaje instrumental entre la estrofa y el estribillo, allí dónde la banda irrumpe con la fuerza que la partitura requiere, es deliberdamente alargado por García, buscando crear la tensión necesaria para hacer que la explosión que sigue sea aún más sonora. El músico se dirige primero a la banda para adoctrinarla, y luego hacia la multitud, para que acompañe el momento desde abajo. Y allí podemos ver que la Presidenta rompe con su actitud más ceremonial, y comienza mover con energía su antebrazo izquierdo arriba abajo (su mano derecha permanece inmóvil en su pecho). Hace el gesto de la fuerza, esa tantas veces nombrada en su campaña presidencial; sonríe, mira a los (en su mayoría) jóvenes y acompaña desde su lugar el entusiasmo de la propuesta. Se ve que todo su cuerpo se estremece al ritmo de los sacudones que da con su brazo, y marca el ritmo con el taco, sin perder jamás la línea. Sólo detiene su menear cuando retoma la letra del estribillo.

Puede parecer nimio, tal vez un detalle desapercibido para aquellos poco afectos a los sentires populares. Ahora que la patria está siendo tratada un poco mejor, algunos valores están volviendo a su sitio. Pero no puedo por más que busco encontrar una conexión tan intensa entre la máxima canción patria, su reformulación popular, su músico más representativo y su más alta autoridad democrática. Ese puño izquierdo podrá leerse de muchas maneras, y a lo mejor no significa ninguna de ellas, pero existió un día en el que no se necesitaron palabras para expresar lo que ese puño significa.

viernes, 9 de diciembre de 2011

252: Señal de vida



Los amantes del cine catástrofe tendrán su picnic con esta producción japonesa de Nobuo Mizuta, un realizador nipón oriundo de Hiroshima, que comenzó su carrera en el cine componiendo dramas televisivos allá por 1980, e hizo su debut en el cine en el 2006 con Yo y el fantasma.

La historia puede no ser novedosa, aunque siempre es efectiva. Un terremoto de grado 7 sacudió las islas Ogasawara, unos 1000 kilómetros al sur de Japón. Cuando el susto parece pasar, los meteorólogos vuelven al ataque: cambios en composición química y la temperatura del agua configuran un escenario en el cual un tifón de proporciones bíblicas podría azotar la ciudad de Tokio. Como (casi) siempre, las autoridades especulan con las opciones menos probables, y deciden no alertar a una población ya sensible por el reciente temblor. El resto, es de imaginarse: se viene el agua y a correr quien pueda.



Esta es una película de catástrofe que, como tantas otras de su género, tiene su centro en la acción de los bomberos rescatistas y las historias de sus triunfos y sus derrotas. El personaje central es el de Yuji (Hideaki Ito), un ex rescatista que actualmente trabaja de vendedor de autos, pero que no puede evitar desviaciones profesionales de su anterior ocupación, al recomendarle a sus posibles clientes de autos deportivos que manejen con calma, algo así como darle torta de chocolate a un niño y pedirle que no se ensucie. Su jefe le recrimina sus modos y pone en duda su aptitud para el puesto. Por otra parte, en casa, su bella esposa Yumi (Sachiko Sakurai) hace de sufrida madre de la pequeña Shiori (Ayane Omori), que es muda debido a problemas auditivos. Completa el plantel Shizuma (Masaaki Uchino) quien es actualmente rescatista y le debe la vida a su hermano Yuji de la época en que trabajaban juntos como bomberos.

No es un filme de efectos especiales, es más bien una de esas de gente atrapada que pugna por salir, con algunas reminiscencias de aquella Pánico en el túnel del 96, en la que Silvester Stallone se cargaba al grupo que había quedado en el túnel Holland de Nueva York. La diferencia es que en esta producción el dramatismo es por igual en ambos lados de la superficie, y aquí hay en juego relaciones familiares que atender.



Cerca de la primera media hora de proyección ya se podrán apreciar las escenas en las que se desata el desastre, y que son de un caudal dramático de alto impacto. Poco parece haber de efectos especiales en las escenas en la que cientos de personas son barridas por una ola gigantesca que ingresa al subterráneo; más bien uno puede apreciar a personas de carne y hueso que se apelotonan sin prurito al intentar salir. El realismo de estas tomas es espectacular y la producción se luce de lo lindo. El número del título alude a un código del ámbito profesional. Anote: si queda atrapado bajo tierra (en Tokyo) por algún evento y decide esperar por ayuda, no grite, mejor golpee alguna pared 2, luego 5, y finalmente 2 veces, que es el código que indica que hay sobrevivientes esperando por ayuda. Los detectores sonoros de superficie harán que vengan en su auxilio. De hecho esta película se inspira en un suceso real de 2004, cuando tras un derrumbe por un deslizamiento de tierras, un grupo de personas que permanecieron atrapadas 90 horas, pudo ser rescatado gracias a este mecanismo.

Las actuaciones que se ven en el cine japonés de este género pueden parecer impactantes para el espectador poco habituado a la cultura oriental. Y para quienes consumen estas producciones por primera vez, puede que algunos roles lleguen a un extremo de histrionismo tal que seguramente soltarán alguna mueca de burla o, como menos, incredulidad. Habría que hacer tal vez el ejercicio de pensar a la inversa: como sería la reacción de un espectador de una comunidad que (imaginemos) nunca tuvo contacto con el cine de Hollywood. ¿Cómo reaccionaría al ver a un conscripto del Ejército de Los Estados Unidos de Norteamérica responder a pié enjuto y tieso hasta los dientes: “¡Sí Señor!” ante la orden de su superior? ¿Recuerda la burla del personaje de Will Smith en la película Hombres de Negro, cuando hace el test para entrar al grupo de elite, frente a los otros aspirantes que sentenciaban sus premisas de honor y fidelidad a la patria a los gritos? ¿No debería sucedernos lo mismo que al Ajente J cuando estamos ante un personaje similar, pero en un género que no es la comedia? Observe en cualquier film norteamericano cual es la reacción brava y desafiante de un soldado que debe rendirse ante un escuadrón de árabes armados, y compárela con la actitud cobarde y suplicante de un iraquí cuando es atrapado por un grupo de marines.



El cine globalizado nos ha hecho naturalizar algunas reacciones de los actores, al punto tal que muchas de ellas ya han sido incorporadas al acervo cultural propio. No sólo me refiero a aquellas personas que hace tiempo comenzaron a decir “oops” en vez de “epa”, sinó de todas aquellas veces que hemos visto escenas estereotipadas hasta el hartazgo, pero de habituales ya no nos despiertan ningún gesto de asombro. Párrafo aparte merecen las introducciones lingüisticas provenientes de las traducciones latinas, como por ejemplo las que lograron que las señoras paquetas se sientan mucho más relajadas en pedirle al quiosquero un "sorbete" en vez de la incómoda "pajita", sin reparar que aquél tiene un sonido mucho más cercano a lo escatológico que éste a la cochinada sexual.

Si puede vea esta película, y preste atención al dramatismo de cada situación, haciendo la prueba de verse en ese entuerto. Observe los personajes circundantes, las personas que se cruzan, los desconocidos. Deténgase a ver los cuerpos sin vida en posiciones poco elegantes. Permítase ver a un bombero o a un policía llorando ante la tragedia y pregúntese después cúal es el mejor cuadro, sin importar de que marca es la pintura.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1260932/

jueves, 1 de diciembre de 2011

La última casa



Chiang Mai es una ciudad ubicada a 700 kilómetros al norte de Bangkok, en Tailandia, y su nombre, en idioma nativo significa “ciudad nueva”. Allí es dónde el Sr. Three ha decido mudarse con toda su familia, más precisamente a un elegante e imponente barrio cerrado. Se lo ve ultimar detalles de la morada, sacando los plásticos que protegen los muebles, decorando las habitaciones de sus hijos, todo con un esmero y una emotividad que parece escapársele de los ojos. El matrimonio se completa con dos hijos, el pequeño Nat en edad de primaria y la jóven Nan, una adolescente de catorce años que está enfadadísima por haber abandonado la cosmopolita Bangkok justo cuando su vida empezaba a ponerse buena en términos de amigos y colegio.

Al poco de llegar al barrio ya se vislumbran sus bondades, con su portón de entrada, niños jugando con total alegría y seguridad, personas disfrutando de la vida al aire libre, en medio de hermoso paisaje natural completado con lagos y fuentes, todo en perfecto orden.

Su esposa Parn lo adora; y lo apoya en todo, aunque se la ve sumamente pendiente de su madre, quien la acosa por teléfono de manera insistente. Esta señora no disimula su desprecio por su yerno, a quien no vacila en tildarlo de inútil, por más que su hija intente explicarle que gracias a él, ella no necesita trabajar. Así las cosas en el nuevo hogar, con la joven hija en contra de su padre y utilizando a su abuela de cuña cuantas veces pueda para generar todo el malestar posible, y con el jefe de familia encarando un nuevo trabajo, en un ámbito en el cual no se lo ve con todos los códigos asimilados rápidamente. En este cuadro de situación hace irrupción el ingrediente que faltaba para redondear el banquete: un fantasma.



Puede ser recurrente en el cine de estas latitudes el tema de los muertos malhabidos, aquellas presencias que vienen a hacer pagar crímenes de antaño y de otras manos. En ese aspecto, esta cinta no descolla por su originalidad, hay que decirlo, pero el tratamiento que hace del asunto es muy bueno. Su director Sophon Sakdapisit entiende del tema, y ya hizo de las suyas con Shutter y Alone.

En las películas tailandesas puede apreciarse con mayor presencia el componente tercermundista de su sociedad. Los desniveles sociales son visibles claramente, y la violencia de puertas adentro, más concretamente de género, aparecen con más frecuencia. En estos compartimentos estancos se ancla el guión de esta película, cuando vemos un hombre endeudado hasta el tuétano para lograr mantener su estatus aparente, con el pánico de la vergüenza social de sentirse un perdedor o fracasado. Una mujer que ha abandonado su trabajo para permanecer al frente de la casa, y si bien esto significa una pérdida de ingreso, es visto como señal de que con el trabajo de su marido ya basta y sobra. Y con detalles más goumet que pueden ayudar a comprender el contexto, como el de contar con una sirvienta birmana.



Hay interesantes efectos visuales, aquellos en dónde la cámara que toma al actor se fija a su cuerpo, acompañando su movimiento y alejando el fondo, los cuales han sido pocas veces vistos en este tipo de películas, y que hábilmente dosificados no se entrometen en el relato de forma artificiosa, sino todo lo contrario, refuerzan la sensación de angustia. Y están los clásicos sustos provocados por alarmas, timbres y ladridos, que también están en otras películas, y que sólo sirven para hacernos acordar que esta que estamos viendo es una de terror.

Se dice por ahí que los sucesos que se narran en esta película están basados en hechos reales, pero usted sabe, ya casi no quedan hechos reales que narrar, la verdad es que la realidad misma es un cine gigantesco y la vida que creemos que vivimos, son narraciones documentales que se escaparon de alguna película.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt2063782/

martes, 15 de noviembre de 2011

Otra tierra



Rhoda está muy feliz. Acaba de ser aceptada para ingresar en el MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, esa prestigiosa universidad estadounidense de ciencia y tecnología que ha cosechado decenas de premios Nóbel entre sus egresados. Tiene Rhoda apenas diecisiete años, y mientras festeja con amigos, bebiendo y mostrando su más luminosa sonrisa, jura que jamás comerá de la manzana del cinismo. Y lo dice sin pensarlo, como una de esas sentencias a secas que cada tanto se lanzan al aire. No imagina que pronto deberá cambiar esa frase por una promesa.

Rhoda ama las estrellas, y tiene entrenamiento intelectual suficiente como para afrontar las duras ciencias que gobiernan su comprensión. Pero como suele suceder, la vida deja variables sin definir, y casi siempre son las que vuelcan la ecuación para el lado más insospechado. Algo propio de su inmadurez, tal vez, o quizás cierto enamoramiento naif con el conocimiento le hará cometer errores. Error, en singular, para ser preciso y estar a tono con el rigor científico circundante; con sólo uno alcanzará para marcarse de allí en adelante, para imponerse a si misma el karma de no volver a vincularse más con aquellos astros que tanto la seducen.

Con una divisoria de aguas a los cinco minutos de comenzado el film, el director Mike Cahill nos llevará el resto de la proyección por un magnético sendero en el que la inquietud no afloja, más quizás por lo dramático de los sucesos previamente presentados que por el accionar posterior de los sujetos. Como esos problemas de ajedrez para aficionados, que muestran las piezas ya ubicadas y nos advierten que en un determinado número de movimientos debe llegar la resolución; así es como decide Rhoda que debe ser la forma de andar sobre el tablero, con la fuerza de sus convicciones, y el peso infinito de su culpa que parece hacerla doblegar en cualquier instante.



Un nuevo planeta aparece en el firmamento, y según las primeras apreciaciones de los científicos, es casi gemelo con la tierra. Se ha ido aproximando en los últimos años, y da la posibilidad de que podamos observarlo a simple vista, y a la vez, tener la misma sensación que tuvo aquel cosmonauta ruso que se convirtió en el primer humano en contemplar a la tierra desde el espacio. Gigante e imponente, el nuevo astro, que es bautizado como Tierra 2, decora el monótono azul del cielo, como si alguien hubiera puesto un enorme espejo allí arriba. También se comenta que allí hasta puede haber vida, y está realmente tan cerca de nosotros que no sería mala idea darse una vuelta a ver si es cierto.

El tono de la película, el fluir de los diálogos, la sobria ambientación musical y el buen tino con el que se desenvuelven los personajes son los condimentos de este interesante trabajo, básicamente por la sincronización con que la que actúan en el todo. Es una destacable muestra de cómo un guión con altos componentes de ciencia-ficción da paso a una historia de delicado dramatismo y sensible transcurrir, algo utilizado hace algunas décadas como un recurso de simbolismo metafísico. No en vano no existe en ningún momento del film alarma alguna relacionada con el choque de planetas y el consecuente fin del mundo.



Brit Marling es Rhoda, la jóven imprudente que si bien pagará por sus errores, quizás al final pueda tener el consuelo de reencontrar(se) y reparar. William Mapother,el actor que los fanáticos de la seríe Lost recordarán por el papel del intrigante Ethan, interpreta a John Burroughs, un hombre destrozado que intentará volver a creer después de haberlo perdido todo.

La sugerencia es que se dé una vuelta por esta Otra tierra. Con todo el amigable plafón que cobijan las producciones que pasan por Sundance, hay en esta película calidez y ternura suficiente como para aligerar un dolor que parece infinito.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1549572/

viernes, 21 de octubre de 2011

Trabajo de hombre



No la tiene para nada fácil Juha últimamente. La relación con su esposa no es particularmente dócil y no pasa por su mejor momento. A saber, su mujer Katja está bajo tratamiento antidepresivo, y en su casa se percibe un humor muy en sintonía con el tintinear de frasquitos que pueblan el botiquín. Dos de sus tres pequeños hijos están en el momento de pedir, pelearse y desafiar la autoridad paterna, con lo cual algunos griteríos a la hora de la comida matizan (atenúan o incrementan) la banda de bajos que satura por momentos el espectro familiar.

En este marco sumamente delicado, y a modo de frutilla del postre, Juha es despedido de su trabajo. Con su amigo Olli como único soporte, decide ocultar la noticia a su esposa, a fin de evitar que su estado de salud empeore. Dos meses han pasado ya, y Juha consume las horas en una cafetería perdida, esperando un vuelco a su situación económica y familiar. Mientras tanto, en su hogar las presiones no ceden: su esposa cuestiona si podrán dejar de cenar papas o helado y su hijo le pregunta si cuando va a buscarlo al colegio deja el auto lejos para que nadie vea que se trata de un modelo pasado de moda.

Siendo lo suyo la labor manual, diseña avisos ofreciendo trabajo de reparaciones varias en el hogar, del suelo al techo. Esos avisos que tienen troquelado un resumen con los datos básicos de contacto, para que el interesado se lo lleve sin necesidad de andar anotando nada. Juha los pega en el vidrio de una cafetería, y se sienta con su amigo Olli, a beber café y esperar resultados.

Finalmente el primer llamado llega, y Juha deberá ir a la casa de una señora que con la excusa de requerir reparaciones, busca servicios de atención sexual a domicilio. Juha se encontrará frente a una opción que jamás hubiera considerado: la de prostituirse, y de cómo pasar de ofrecer su fortaleza muscular para trabajos en el hogar a otro tipo de menesteres. Mientras tanto, en casa, la mentira crece con el tiempo, hasta alcanzar límites impredecibles.



Impecable trabajo del director finlandés Aleksi Salmenperä, que tiene a Tommi Korpela en el protagónico papel de Juha, a Maria Heiskanen como su esposa Katja, y a Jani Volanen como el complejo amigo Olli. Korpella que carga más de ochenta títulos en su haber, es un versátil actor que logra transmitir en este trabajo la profunda indignación y a la vez, la vergüenza social que le significa haber quedado sin trabajo, hecho que en una sociedad como la suya, parece cargar con más fuerza sobre el sujeto que sobre el colectivo. Él es quien oculta su pérdida, y es él quien busca trabajo a escondidas, descubriendo que no está muy a la altura de las expectativas del mercado laboral, o de lo que la sociedad espera de él, que no es lo mismo.

Pero hay sin embargo un sector social al que él si puede servirle. Un grupo importante de personas que parece no tener prurito en satisfacer cualquier pulsión subterránea que le surja a cambio de un poco de ese dinero que Juha tanto precisa. En ese intersticio es dónde tiene cabida esta muy interesante película que muestra con un finísimo tratamiento el tema de la prostitución desde un ángulo pocas veces investigado, y replantea la crítica hacia la cinematografía finlandesa, tantas veces injustamente acusada de insensible.

Una muestra de cine independiente de valía, con una croma visual y sonora que le resultará familiar a los habitués del cine de los hermanos Dardenne, Hou Hsiao Hsien o Lucrecia Martel. Una lujosa pausa para disfrutar y comentar.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0890882/

martes, 11 de octubre de 2011

La casa de las mariposas negras



Las larvas de los gusanos de seda son muy delicadas, y su crianza requiere de mucho cuidado, ya que no pueden sobrevivir fuera de cautiverio. Un duro invierno puede ser suficiente para destruirlas, y si algo sale mal en esta fase del capullo, la larva puede oscurecerse. Como una poética analogía de la crianza descuidada, la película de Karukoski cuenta la historia que sucede en una casa en la que funciona una institución sanitaria. Situada en una isla de la fría Finlandia, y rodeada de una imponente naturaleza, su característica principal es el aislamiento, teniendo como punto de contacto con el resto de la civilización un servicio regular de ferry.

A mitad de camino entre un asilo para huérfanos y un reformatorio juvenil, esta casa que depende del sistema de asistencia social estatal, cuenta con sus propias reglas. La disciplina es fundamental, y quien la vulnera hace pagar por ello al resto de los residentes, lo cual decanta en un esquema interno de control y castigo bien claro y directo. Allí es que llega el joven Juhani (Niilo Syväoja), con 13 años de edad, con una familia deshecha y cargando una culpa ya de tan joven por sucesos que se irán desentrañando con el correr de los minutos.

A cargo de la institución está Olavi Harjula (Tommi Korpela), que vive con su familia, compuesta por su esposa Irene y sus dos hijas. La mayor de ellas, Vanamo (Marjut Maristo) es una muchacha adolescente que tendrá una relación con Juhani.

La tercera pieza del lugar está compuesta por Tyyne (Kati Outinen), el ama de llaves que se ocupa de las tareas de la casa. Kati Outinen es una actriz de vasta trayectoria en el cine de su país, protagonista infaltable de las mejores realizaciones de Aki Kaurismäki: La chica de la fábrica de fósforos, la increíble Toma tu pañuelo Tatiana, la emotiva Nubes pasajeras, y la multipremiada El hombre sin pasado, por la que obtuvo el premio de mejor actriz en Cannes en 2002.



La película tiene un transitar moderado, que permite ambientarse paulatinamente con el clima que reina en la casa de la isla. No sobresalta, pero sorprende a tiempo. El tenor dramático crece adecuadamente, logrando momentos de dureza importante, aunque en ningún momento suceden golpes bajos o escenas que puedan aparecer como inadecuadas.

El guión está basado en el libro La isla de las mariposas negras, de la escritora finlandesa Leena Lander, quien es habitué de los primeros puestos de venta de libros en su país. Los derechos del libro para realizar un filme fueron adquiridos por Hollywood a principios del 90, en un hecho poco frecuente en la literatura finlandesa. Sin embargo, años después, la compañía Solar Films compró los derechos de filmación, y realizó la película. Fue seleccionada en el año 2009 por su país como candidata al Oscar a la mejor película en idioma extranjero, premio que quedó en manos de la excelente Despedida

El director Dome Karukoski actualmente está en pre-producciendo Mannerheim, una biografía de Carl Mannerheim, héroe de guerra y artífice de gran parte de la historia de Finlandia tras la segunda guerra mundial.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0997188/

miércoles, 14 de septiembre de 2011

FelizGraciasMasPorfavor



“Estoy harta del optimismo. Es agotador.”

Y si, puede suceder si el discurso pasa por creerse que la vida es un carnaval o que basta con pintarse la cara color esperanza. Pero se puede acceder a una pizca de fe sin sentirse un papanata que busca en constelaciones la forma del ser amado. Se puede ser algo más feliz sin culpa de estar engrosando bolsillos de fábricas de gaseosas o hamburguesas. Es posible disfrutar de una canción romántica sin sentirse un desalmado por como la pasan en Haití. Claro que se puede, al menos por un rato, y la pastilla azul del caso se llama Feliz, Gracias, Más por favor.

Esta película está protagonizada y dirigida por Josh Radnor, quien antes trabajó en cine haciendo comedias y en numerosas series para televisión. Personifica a Sam, un escritor en problemas para pegar su primer guión y encaminar su corazón. La bella Malin Akerman, una actriz canadiense con ascendencia sueca, encarna a Annie, la incondicional amiga de Sam, que sufre de alopecia, una enfermedad que produce la caída del cabello y el bello corporal. La actriz se rasuró las cejas y parte de su rubia cabellera para llevar adelante la actuación, vale el compromiso. Kate Mara es Mississippi, una joven actriz que también trabajó muchísimo en el cine estadounidense. Completan Bram Barouh y Zoe Kazan como Spencer y Mary respectivamente, la pareja de amigos, y el niño Michael Algieri, que carga con el papel de Rasheen, un chico sin hogar que tras un viaje en subterráneo y en medio de la multitud, acaba junto a Sam.



¿Es posible un cine que sin perder la identidad regional y las características particulares de un grupo social, no se exceda en la capa superficial de condimentos y salsas fantasía, que con el afán de sobreexcitar al espectador, lo único que logran es saturar su capacidad para percibir sabores? Hay un especial encauce de los personajes que denuncia que el director observa a las personas, comprende a sus corazones y respeta sus almas. No se trata de una película salida de una máquina escupe productos en una fábrica. Como en todas las comedias del género, las parejas se conocen, amenazan con dejarse y tal vez terminen juntas, pero nunca se ve a nadie que pasa de estar absolutamente deprimido a estar completamente feliz, y ese quizás sea el punto de contacto con el espectador más se emparentado con la gente de a pie. No hay pociones, ni situaciones mágicas que volteen la tortilla y arreglen el mundo, se trata simplemente de ver cómo se puede ser un poco más feliz en medio del torbellino diario de estímulos y presiones.

Claro está que no estamos ante un guión de profundidades insondables, con una densidad dramática importante o con diálogos borgianos. Se trata de una comedia, pasatista, entretenida, naif en algún sentido, pero que amiga al espectador con este tipo de cine. Un espectador que exige que aquellos que aparecen en las pantallas se parezcan ni más ni menos que a personas y no a personajes. Lo mencionado en otras oportunidades en este sitio acerca de las películas de Hong Sang-soo puede aplicarse perfectamente a Feliz, Gracias, Mas Por Favor.



La música encaja como nunca. La relación entre Nueva York y sus músicos es tan estrecha que aún quienes no han visitado la ciudad pueden conocerla por sus producciones musicales. Lou Reed, Simon &Garfunkel, Carly Simon, Billy Joel, Norah Jones, Bob Dylan, por citar algunos, nacieron en la ciudad o bien hicieron grande su carrera allí. En este caso la cantante y compositora Jaymay se luce con un trabajo excelente, que conjuga de maravilla con las imágenes. También aparecen otros artistas como Blind Pilot, The Generationals, The Go y otros.

Se podrá apreciar el aroma típico de las producciones de cine independiente norteamericano, que tanto aire aporta y tan bien le hace al ojo y al estómago. Hasta se podrá prescindir, como en esta nota, de prestar demasiada atención al conflicto o al desenlace, porque esta es una historia que está destinada a ser disfrutada a medida que sucede.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1481572/

martes, 6 de septiembre de 2011

El crimen



Las series no son mi mejor plato. Recuerdo haberla pasado muy bien viendo Galáctica o Millennium hace ya algunos años, pero hoy en día, salvo la inglesa Shameless y la sueca Wallander, (que la voy dosificando porque no quiero acabarla de un tirón), trato de dedicar el tiempo disponible al cine.

En eso aparece un contacto que me recomienda ver la serie norteamericana The killing, pero como conoce algo de mis gustos, hace hicapié en un detalle particular: “Es una remake de una serie danesa…” Así que con rauda presteza fui a por ella, la original, por supuesto, la cual apareció en nuestra bondadosa red en idioma nativo y con subtítulos en español, de moño.

El nombre original en danés es Forbrydelsen (El crimen), y relata la investigación policial llevada a cabo tras el crimen de una adolescente. El formato es de un capítulo por día de investigación, y el total de la historia se compone de dos temporadas de veinte capítulos la primera y diez la segunda.

Sarah Lund (Sofie Gråbøl) es una agente de policía que trabaja en Copenhague, debe mediar sus treinta, está separada y vive con su hijo de edad escolar. Planea irse a vivir a Estocolmo con su novio Bengt (Johan Gry) y parte de los preparativos de la mudanza pueden verse al comienzo de la serie. El crimen de la joven Nana Birk Larsen (Julie Ølgaard), trastocará los planes de Sarah. Además de truculento e impactante, las características del siniestro salpican importantes cuadros del sistema político danés, con lo cual el jefe de la policía que la tiene a cargo le pide a Sarah que posponga su viaje hasta tanto se encamine la investigación.



Mientras tanto, su reemplazo en la fuerza, Jan Meyer (Søren Malling) llega a ocupar el lugar que dejará vacance Sarah. Durante un tiempo compartirán el lugar de trabajo y la investigación, mostrando distintas formas de encarar los procedimientos, pero sin que en ningún momento se vean involucradas cuestiones de género.

Quien tiene un foco especial en la historia es el candidato a alcalde de la ciudad, Troels Hartmann (Lars Mikkelsen). El crimen involucra directamente a personas y lugares vinculados al partido político al que pertenece, y en particular por la trama de la historia, se lo verá en un rol que hará que el espectador tarde en tener claro sus verdaderas intenciones.

Los padres de la víctima son Theis (Bjarne Henriksen) y Pernille (Ann Jørgensen). Es de sumo cuidado el tratamiento que se le da al trauma posterior que sufren ambos tras conocer la noticia del asesinato de su hija. Las actuaciones con memorables, por lo sutil y directo de los gestos.

Se va a escuchar hablar mucho del gobierno, de coaliciones, de aliados y votaciones; en definitiva, de quehacer político, algo que en general no aparece en las series norteamericanas, salvo ocupando un lugar poco decoroso o directamente asociado al delito o la corrupción. Aquí todo se dirime en términos de la política, y están a la vista las mugres y miserias propias de toda burocracia, a no creerse que el cielo existe, por algo una vez se olió a podrido en Dinamarca.



Se trata de una serie adulta, con mucha intriga, pocos tiros, casi nada de persecuciones o sirenas, y mucha presión acumulada, pero fundamentalmente, lo que más hace la diferencia con las producciones de consumo chatarra es la madera actoral y la calidad de las interpretaciones. Se deja ver una sociedad que nos puede parecer lejana en el tratamiento de algunos temas, pero más cercana en lo vinculado a las cosas que le pasan a los agentes de policía, a los funcionarios políticos, y a las personas.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0826760/

miércoles, 10 de agosto de 2011

Casa paranoia



The incite mill (algo así como El recinto incitador o Casa Paranoia) es lo último de Nakata, aquel director japonés que (re)movió o más bien disparó la movida del j-horror o kaidan-eiga en 1998 con El círculo y consolidó en 2002 con Agua turbia. Es interesante ver como el terror cinematográfico, al igual que la carne asada, tiene sus regionalismos. En EEUU el terror en el séptimo arte está personificado por el afuera. En los años de la guerra fría y tras la victoria frente a los nazis, la amenaza era representada por alienígenas desalmados y gigantescos, (en cuanto se popularizó el color, también descubrimos que eran rojos) que venían a atacar a la toda la especie humana, aunque siempre elegían el mismo sitio para aterrizar; no siempre tenían un motivo que justificase su agresión, no entendían ninguna forma de comunicación, y en algunas variantes, hasta llegaban a invadir nuestros cuerpos para cosificarnos en pos de su objetivo. A partir del 11 de septiembre del 2001, el terror puede tener o no forma de persona, y lo único que busca es vulnerar nuestro hogar, a veces sin importar el porque, sino simplemente, para a través del miedo, hacernos sentir su poder. No deje el lector pasar por alto que en estos tiempos de pérdida de identidad republicana venga justo a aparecer el Capitán América, un héroe de historieta que en su versión original, a diferencia de la nueva, no llevaba pistola.

Los franceses y alemanes son más amigos del gore, gustan mostrar como el hacha se clava entre las cejas y la sangre brota como cuando uno achica la punta de la manguera. Y los japoneses sienten que el terror es algo proveniente del interior, y que se manifiesta ya sea poseyendo nuestros cuerpos y/o almas, o bien modificando nuestro comportamiento a fuerza de presionar psicológicamente. También de esta parte del globo son populares las historias de aparecidos o fantasmas, de aquellos que no tuvieron una muerte digna o justa, como una forma de venganza de ultratumba.



Hideo Nakata ha compuesto con maestría la saga del El círculo, que al igual que Agua turbia, fue llevada con hidalguía al cine de Hollywood, adaptando algunos conceptos que si bien edulcoran la claustrofobia del original, hacen del producto final un todo respetable. Sin embargo, este trabajo que arrancó ni bien terminó de filmar Chatroom, su segundo rodaje en inglés, no lo deja demasiado bien parado. Siendo hora ya de buscarle una vuelta de tuerca en oriente al tema del horror, no parece ser un buen camino el escogido por Nakata, más con tanto Hostel y Saw dando vueltas por ahí.

Diez personas son seducidas con una oferta millonaria para pasar una semana encerradas en una casa al estilo Gran Hermano. Al poco tiempo de entrar al lugar, descubren que se trata de un juego mortal entre ellos, fogoneado por la paranoia y la codicia. Ya está, con ustedes, el resúmen más rápido de la historia de Bretel.

Y si, porque desde Agatha Christie hasta los tiempos que corren, parece que lo novedoso en este tipo de filmes pasará más por la forma de morir más que por saber quien es el asesino. Una lástima, cuando ví Nakata no dudé al click, y la verdad, no valió la pena.


Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1586753/

viernes, 5 de agosto de 2011

Tecnópolis



Tecnópolis es la mega muestra de ciencia y tecnología que a hasta el 22 de agosto tendrá lugar en la localidad de Villa Martelli, en la provincia de Buenos Aires. Está temáticamente dividida en cinco contienentes, que son los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego) más un quinto que es la imaginación. Y la inclusión de este último tiene el sentido de entender que justamente a partir de la inventiva del hombre a lo largo de los siglos, se han podido articular los cuatro elementos en beneficio de la especie humana.

Tecnópolis tiene ciencia, cultura y diversión general, lo cual lo hace un ámbito ideal para concurrir en familia. La entrada es libre y gratuita, y si bien la afluencia de público es numerosa, las casi 60 hectáreas que componen el predio le dan un espacio suficiente. Para entrar a algunos sitios se debe esperar turno haciendo fila, con lo cual es importante cargar con la respectiva dosis de paciencia, sobre todo si es usted uno de esos automovilistas que ni bien detenido el tránsito ya empieza a darle a la bocina. No obstante, todo en Tecnópolis es gigantesco, con lo cual, los movimientos de personas son rápidos y las esperas se reducen.

Hay un sitio de la Antártida Argentina, con interesante material fotográfico y en video, y con la posibilidad de conversar mediante cámara web con un científico residente en una de las bases nacionales. Un sector dedicado a las comunicaciones muestra los últimos avances en tecnología digital aplicada al área. La represa de Yaciretá también tiene su espacio. Un domo de más de 20 metros de diámetro alberga datos y secretos del corazón de la represa, y un acuario virtual permite conocer más acerca de la fauna ictícola que vive en el embalse. Existe un área dedicada también a la robótica, con varias instancias para divertirse jugando y aprendiendo.

Hay mucho para ver allí. Al costado del recorrido, están emplazadas enormes infografías que relatan los hitos de la historia de la ciencia y la tecnología argentina año tras año. Al anochecer, el colorido de la iluminación y los efectos visuales reconvierten el espectáculo en un ámbito de apreciación diferente. La organización Fuerza Bruta realiza distintos espectáculos, entre ellos La Pared de Fuego, en la cual revolean a una pared de acero metal fundido, provocando una lluvia de chispas y color.



Es predecible que en algún momento de la visita, al nacido en estas tierras pueda hinchársele algo el pecho. No es cardíaco, se trata de acomodar un poco algunos cuadros en la pared que hacía tiempo venían algo inclinados. Por algún motivo no del todo estudiado, cierta simbología patria fue capturada, cooptada, arrebatada si se quiere, por algunos sectores que de este modo pretenden que se los identifique como la “verdadera” patria. Más cercanos al nacionalismo con zeta que al ser nacional verdadero, y ya sea aplicando los colores nacionales en el logo de la empresa o repartiendo banderitas a los taxistas en los días patrios, intentan que el sentido común de nación les pertenezca pura y exclusivamente en vez de representar la diversidad toda que constituye un país. Pero ya hemos descubierto hace tiempo que el sentido común instaladado es sólo común para ciertos grupos, y aquello que se nos muestra como el deber ser formal y cortes sólo responde a la representación de algunos pocos.

Más información: http://www.tecnopolis.ar/full/

jueves, 14 de julio de 2011

Con lo que se llenan los globos.




Hicieron escuchar a un grupo de hombres y mujeres de entre 30 y 50 años el ruido que hacen las armas automáticas al cargarse y sin mostrarles ninguna imágen, les preguntaron si reconocían el sonido.
Todos lo identificaron inmediatamente, algunos de ellos con cierta inquietud.
Posteriormente, les preguntaron si alguna vez habían tenido algún contacto cercano con un arma.
A pesar de haber reconocido el sonido, todos contestaron que no.

Eso es la televisión.



Así de fácil entendemos de ármas, calentamiento global, planes de ajuste y retenciones móviles. Las definiciones van de boca en boca casi sin ningún proceso digestivo, y como parece que todos debemos concluir con algo para no quedar fuera la media opinadora, si la opinión ya viene incorporada, mejor, así nos ahorra la neurona.

Así de fácil se habla de facismo. "¿Vos subiste el aire?" "Y si, hacía frío" "¡Qué facista!" O sino los que entienden "eso, no es ni más ni menos que facismo, viejo". Se sabe poco pero la palabra se usa mucho, tal vez a algunos le parezca divertido.

Los artistas hablan y opinan, con o sin guitarra. Cuando Gieco dijo por primera vez que la guerra pisaba toda la inocencia de la gente, muchos nos inclinamos ante la potencia de la frase y la repetimos como consigna cada vez que se pudo. Cuando Paez dice que alguna porción de esta ciudad le da asco, ah no, ahí te estás metiendo conmigo, no con la guerra, ¿qué te pasa flaco?

Los artistas dicen lo que los pueblos no saben o no se animan a decir, para eso están. Tienen la sensibilidad para ver entre los pliegues de la realidad, y no son analistas políticos, porque carecen de corrección política. Fito canta a los gritos en el escenario, a veces desafina o se queda sin voz, pero no miente. No trabaja para nadie, él está al servicio de sus creaciones, y así como nos da arte en forma de canciones que para muchos de nosotros posiblemente sean el rostro de alguna novia o la banda de sonido de un momento de nuestra vida, también interpreta la realidad, y la interpela. Siempre tuve la duda de esto: cuando un artista recibe tanto cariño de su gente, se debe preguntar si todos los que se emocionan con sus canciones que hablan desde la sinceridad son buenos tipos. Quiero decir, ¿cómo se siente un músico tal que es muy popular pero que además tiene sus propias ideas y pensamientos, cuando se entera que el dictador tal o el asesino x es fanático de su obra? ¿No tendrá ganas de decirle: "¡No has entendido nada de mi mensaje!"?

En un sistema democrático, y a diferencia de otras épocas de proscripciones, es perfectamente válido que la población vote a quien quiera. Hasta también es comprensible y válido la opción del “voto bronca”, o sea votar a un candidato más por desagrado de la competencia que por cualidades propias. Lo que surge complejo de entender es cuando esta última alternativa lleva al gobierno a la opción más vacía en términos políticos, más torpe en cuestión de gestión, y más indiferente a la hora de atender las necesidades de los más vulnerables.

Fito debe haberse cansado de tener multitudes coreando con él versos como "dar es dar". Es lógico que le repugne encontrarse rodeado de tanto egoismo.

Gracias Flaco, en esta semana aciaga vos le diste alegría a mi corazón.

Sin limites



Del director de El ilusionista, Neil Burger, llega esta producción que pudo juntar al jóven actor Bradley Cooper, que reparte su currícula entre el cine y la TV, con el veterano Robert de Niro, quien desde hace tiempo alterna buenas y malas películas.

Eddie Morra (Cooper) es un escritor (o al menos intenta serlo) que debe entregar un trabajo prometido a su editor. Se le viene la fecha encima y aún no pudo completar una línea. Para colmo de males su novia lo deja de a pie y su economía comienza a tambalear. A dos calles del abismo aparece en escena un ex-cuñado de dudoso pasado que le ofrece una droga maravillosa capaz de activar el 80% del cerebro que no usamos. Morra la prueba y ahí comienza la película.

El personaje experimenta una enorme capacidad de razonamiento y deducción a alta velocidad, sumado al hecho que recuerda cada cosa que leyó o vió a lo largo de su vida, lo cual lo coloca en una posición netamente ventajosa con respecto al resto de sus pares. Es capaz de manejar situaciones complejas, sale airoso en discusiones ásperas, mejora su calidad de vida personal, tiene éxito con las mujeres y entre otras cosas, aprende muy rápido a tocar el piano, algo así como un plagio de mi vida misma. Sólo que Morra se vuelve adicto a esta medicación mágica, cuyo efecto tiene un tiempo tras el cual aparecen no sólo efectos secundarios sino un personaje que apenas puede mirarse al espejo.



Es de imaginar el resto de la película, no hay demasiada necesidad de agregar más. Si gusta del pochoclo va a pasarla bien algún rato, aunque si es de los que cada tanto se detiene a ver que color del maíz inflado, puede encontrar algunas fisuras.

La molestia técnica más grande es la lógica de video-clip que tiene la filmación. Es recibir constantemente jueguitos de cámara que saturan la visión del espectador, aunque en realidad no hace más que mantenernos despiertos ante un guión que tiene poco para dar. La voz en off del protagonista aparece casi constantemente a lo largo del relato, como explicándonos algo que de por sí se cae de maduro; pero es así, como los malos relatores de fútbol, no pueden evitar el silencio, les incomoda. La música intencionada, los efectos de sonido y el movimiento contínuo del foco hacen como si la película quisiera funcionar en nosotros como la misma droga de la que habla.

Los clichés del cine estadounidense están al orden del día: el malo habla con acento ruso, las empresas más corruptas hacen acuerdos con el gobierno de Libia, la chica de vida ligera que aparece muerta hace trabajo social. En un tramo de la película, Cooper le dice a sus guardaespaldas: “No se vistan iguales, esto no es Matix”. El que avisa no es traidor; menos mal la aclaración, casi uno puede confundirse. A modo del juego de concursos, bretel pregunta:

¿Para que cree que el protagonista aprovecha su medicina milagrosa?
  1. Para promover la paz en medio oriente
  2. Para buscar una salida a la crisis de económica europea
  3. Para encontrar la cura contra el cáncer



Exacto, se mete en el mercado de valores, y en poco tiempo se llena de plata. Su vida se convierte en lo más parecido a los videos de regetón: mujeres, yates, piscinas y lujo. Toda una paradoja de lo efímero, el efecto de las pastillitas dura cada vez menos, con lo cual la euforia debe ser mayor.

La labor de los actores esta al nivel del producto. De Niro hace lo que puede, pero a su edad las pastillas duran menos, aunque le da un poco de brillo al tramo final del filme.

La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿vale entretenerse con cualquier cosa? El “sentido común”, que es el que se lleva mejor con la cultura conservadora dominante, digiere esta película como un entretenimiento válido para disfrutar un sábado con amigos y muuuucha gaseosa. Si es por pasarla bien, bien vale un caño, o en este caso una pildorita. Pero, ¿y los mensajes por debajo que aún en las más inocentes producciones seguimos recibiendo no significan un grano de arena en al construcción de sentido? ¿No se la podrá pasar bien comiendo pochoclo viendo la película de un norteamericano malo que invade Irak y mata ciudadanos inocentes, o un empresario que elimina a la competencia mediante métodos sucios? ¿Vamos a encontrar a un protagonista central que no tenga ojos claros, o alguna señorita algo excedida de peso que no haga de buena? ¿Cualquier gesto prejuicioso es capaz de arrancarnos una sonrisa? Y mientras tanto seguimos recibiendo los estándares de siempre que buscan predisponernos ante cada cosa como si fuera normal.

La respuesta tal vez sea que si, todo vale para divertirse. Sólo hay que saber de que se trata, y que busca el que está atrás de la más edulcorada historia, nada más. No sea cosa que un día querramos dejar la pastillita, y ya no sea posible.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1219289/

martes, 14 de junio de 2011

Hahaha



Quien haya visto más de una película de Hong Sang Soo habrá de coincidir que sus escenarios más comunes y exitosos son las borracheras y las incomodidades. Largas conversaciones en bares o restaurantes, la mesa desbordando de botellas vacías como prueba del tono distendido de la charla, cuando, indefectiblemente, se produce una situación de incomodidad a raíz de alguna frase inoportuna o desubicada que alguien lanzó sin cuidado. Sucede entonces un silencio molesto y la mirada inquieta de alguno de los eventuales testigos que desearía desvanecerse en el aire; también surgirá la búsqueda de la reparación del mal momento, a veces a tiempo, por lo general tardía, casi siempre inútil. Y posteriormente, como sea que termine la conversación, se verá a alguien salir del bar tambaleando por la borrachera o directamente volcando en la peor de las escenas posibles.

Y también, como en todo el universo del director coreano, los protagonistas son siempre atribulados directores de cine, guionistas, escritores o críticos que luchan por conjugar su existencia terrenal con su arte. En general son mediocres, con escasa o nula repercusión pública, o con suerte, de culto y/o fuertemente cuestionados. También se los puede ver como intentan destacarse entre gente común, cuando surgen las clásicas preguntas y cuestiones acerca de su arte u oficio.

En Hahaha (jajaja en español), Jo Moon-kyeong (Kim Sang-kyeong) es director de cine, y planea irse a vivir a Canadá con su tía. Antes de su partida, se encuentra con su amigo Bang Joong-sik (Yoo Joon-sang), que es crítico de cine. Coincidentemente, ambos vienen de estar en la ciudad costera de Tongyeong, hace poco tiempo, pero separadamente y sin saber el uno del otro. Con el correr de la charla, se verá que no solo han estado en el mismo lugar en el mismo tiempo, sino que han interactuado con las mismas personas y hay sido protagonistas de historias entrecruzadas.



Pronto se sabrá que el director de cine que carga Sang-kyeong en verdad aún no ha filmado ninguna película, está sin trabajo y busca recuperar urgentemente su autoestima. De hecho, se muda a Canadá, donde su tía que regentea tiendas de revelado de fotos al instante, le ha ofrecido trabajo en una de ellas. Intentando crear su propia mística, habla con sentencias, trata de recordar refranes o frases célebres y las repite, pero inadecuadamente o en momentos incorrectos, con lo cual logra el efecto inverso al deseado.

Joong-sik, por su parte, es un crítico que busca impactar con sus opiniones, pero en general sólo alcanza con irritar a su interlocutor. Toma pastillas para la depresión, a la vez que está siguiendo un tratamiento por hipnosis en Seúl. Es frecuente que recuerde que es momento de tomar su medicación cuando está eufórico en medio de una plática. Está casado, pero no soporta estar en su casa. Tiene una relación paralela con Ahn Yeon-joo (Ye Ji-won), una azafata con la que se ve hace seis meses y que ya está comenzando a demandar un lugar en su vida.

Yoon Yeo-jeong interpreta a la mama de Moon-kyeong, dueña de un restaurante en el que sucederán muchos de los encuentros de la película. Moon So-ri (Oasis, Caramelo de menta) es la guía Wang Seongok, y se la verá en toda su plenitud, impetuosa, vacilante y expresiva como siempre.

La hermosa Kim Gyoo-ri-I, que encarna a No Jeong-hwa, la ayudante de cocina de la madre del director, es una excelente y muy prolífica actriz que maneja como los dioses una gestualidad que oscila entre la inocencia y la provocación. Hace poco tiempo la he disfrutado en el segmento "El hombre 33" de la muy buena "Los cinco sentidos de eros". Completan el elenco Kim Kang-woo como el poeta Kang Jeong-ho y Kim Yeong-ho como el Almirante Yi.

Algunos diálogos (¡esta ES una película de diálogos!) son destacables, y sólo pueden tener cabida en el estado de tontera que suele producirnos estar enamorados. Escena en un restaurante. Ella esta terminando su plato, intestinos de cerdo. Él no come, y mira con cierto reparo el plato de vísceras.


-¿Crees que soy la más bella?
-Si. Cuando me siento normal, el 95% de lo que haces me gusta.
-¿Qué tengo de lindo?
-Todo. Todo lo que haces es hermoso, hasta tus zapatos son encantadores. Cuando miro a otras mujeres, son a veces hermosas, pero tú eres hermosa siempre. Hasta el color de tus ojos cuando miras televisión es bello.
-Pero no te gusto cuando estoy comiendo esto.
-Sólo porque no me gusta esa comida, tontita.
-Eres muy egoísta.




Se repite Hong, trabajo tras trabajo, y se agradece que así sea, porque no falla. No deja de mostrarnos a nosotros mismos, en cada una de nuestras simplezas y debilidades, más allá de las distancias culturales que puedan existir. Sería un interesante desafío para el coreano filmar con actores occidentales en algún lugar distinto de su país. Acordaríamos tal vez algún punto de encuentro con las comedias de los últimos años de Woody Allen tal vez, allí dónde las pláticas parecen excederse hasta que el mundo acaba, si bien en Corea no aparezca tan a menudo la figura del psicoanalista que viene a recibir nuestra catarsis.

Es imposible para el espectador no verse a sí mismo en esos trances que nos tienen como protagonistas de épicas metidas de pata. En las películas de Hong, nos encontraríamos con hombres que lloran como niños con más frecuencia que la imaginamos, con mujeres que pierden la compostura o no vacilan en mostrarse fuera de control. Nos veríamos en la cama teniendo relaciones que se parecen más a la lucha que a la danza de la comedia musical. Nos hallaríamos reflejados en peleas callejeras protagonizadas por hombres iracundos y no por atletas que se turnan para el golpe. Con lo endeble de nuestros principios cuando del tema del corazón se trata. Con la crudeza de nuestros padres y las crueldades de nuestros hijos. Nos encontraríamos con nosotros mismos. Y ese es el gran valor, que allí, en la otra punta del globo, haya una persona que entienda exactamente eso que te pasa.

Hancinema: http://www.hancinema.net/korean_movie_Ha_Ha_Ha.php

domingo, 29 de mayo de 2011

Historias de cocina



El relato se inicia con un formato documental, en el que una voz locuta que en 1944 las amas de casa suecas y los profesores de economía doméstica (si, leyó bien), fundaron el Instituto de Investigación del Hogar (HFI), en cuyo ámbito se realizan experimentos sobre equipamiento y formas de cocina. El objetivo de esta investigación es desarrollar nuevos y mejores productos y favorecer las condiciones de trabajo de las amas de casa. El próximo objeto de estudio está relacionado con los hábitos de cocina de los hombres solteros en Noruega. El film narra ese estudio en particular.

Una larga fila de vehículos hace una pirueta en la carretera al cruzar la frontera de Suecia con Noruega: hay cambio de orientación en las rutas, y los conductores deben respetar el nuevo sentido. Allí dos personas comentan esta diferencia que si bien es formal, entabla una constante a lo largo de la proyección: la relación de cordialidad y a la vez el desafío que siempre existe entre los habitantes de dos países vecinos, que se reconocen en repetidos hábitos pero se buscan superar en cualquier pequeña contienda. Cada automóvil remolca una diminuta casa rodante con el logo del HFI. El resto del paisaje es el blanco monótono de la nieve.

Los pueblo todo está alborotado por la llegada de los investigadores. Más tarde en la sede de municipal, el jefe a cargo presentará a la audiencia los resultados del estudio anterior, el cual arrojó que las amas de casa suecas caminan en un año en su cocina la distancia equivalente a la que existe entre Suecia y Congo. Con la posterior reubicación de los elementos de la cocina, ahora sólo tendrá que hacerlo hasta el norte de Italia. Llega a esta etapa de la investigación el turno de los hombres solteros, y los noruegos de la pequeña ciudad de Landstad son los eleguidos. En cada cocina se instalará un observador del instituto sueco y registrará los hábitos de los hombres solos. Una silla elevada, similar a la que utilizan los árbitros de tenis, y una carpeta de apuntes será lo único con lo que contarán para llevar adelante su trabajo, que carga con el férreo compromiso de mantener una conducta de no intervención en las tareas del hogar y de no interactuar ni hablar con los observados, por tentador que resulte el caso. Vivirán en su propio remolque, que se estacionará junto a cada casa.



A Folke, le ha tocado la casa del viejo Isak, que a último momento se arrepiente de querer participar en el proyecto. Es tosco, huraño, y si bien finalmente cede, ve con desconfianza a ese hombre que lo observa desde lo alto. Folke se empeña en mostrarse amable y sutil, un perfil sueco muy de molde. Lentamente, tanteando a cada paso sus movimientos, ambos personajes irán construyendo un vínculo inesperado para ambos.

Así de sencilla se plantea esta historia, y no requiere de más para convertirse con el transcurrir de los minutos en una excelente película, de lo más sensible y delicada al ojo y a los afectos. Compuesta por numerosos pases de comedia, en algunos casos absurda y en otros costumbrista, transita el drama con dignidad y sin los golpes bajos que por su propia trama se podrían haber presentado. Hay contrastes gratos de ver, el de una sociedad que por un lado necesita estudiar y catalogar cada detalle de la actividad humana, pero por el otro no tiene los reflejos necesarios como para acercar la contención adecuada en el momento preciso, tal vez por exceso de estudio o por defecto de contacto.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0323872

lunes, 16 de mayo de 2011

La hermanita



Martijn se reencuentra (o mejor dicho, va a la búsqueda) de su hermana Daantje, con quien hace años no tiene contacto. La va a buscar, se le aparece en su casa, así de improviso, tras ese tiempo sin verla. Él ahora vive en Londres, ella está Amsterdam. Daantje hace poco se independizó de sus padres, está cumpliendo veinte años, y vive en un departamento de primer piso en una casa compartida. Todo allí tiene el aspecto de primera casa de soltero, muy joven y libre, con amigos que deambulan por el lugar. Hay ambientes separados por una ventana que no tiene hojas, y hay que levantar la pierna para pasar. Es el lugar ideal para que viva una joven que da sus primeros pasos de emancipada. Y parece ser el momento elegido por su hermano para hacer un documental sobre ella.

Martijn es el ojo detrás de la cámara, es a la vez el protagonista masculino y el interlocutor de la audiencia a lo largo de la película. Él se ha empeñado en hacer esta filmación, y todos le hablan a la cámara que tiene al hombro, con lo cual nos hablan directamente a nosotros, y así se verá casi en tiempo real la mayor parte de la historia. Por eso vamos a tener muy poco registro de Martijn en forma de imagen, aunque sí su voz estará presente a lo largo de la historia. Esta particular narrativa imprime un rasgo distintivo a la obra, que en algunos tramos parece un largo casting, con los personajes hablando siempre fijo al lente y mostrando cierca incomodidad por la intimidación de la cámara.



Pero no se trata simplemente de un hermano que se le antoja hacer una docu sobre su hermana. Hay alguna historia oculta, o al menos no bien resuelta, que se arrastra a lo largo de los largos años que han compartido en su casa paterna, entre juegos que en algunos pasajes de la infancia suenan inocentes, y en determinado instante cruzan cierto borde, justo cuando las cerezas se vuelven dulces. El hermano varón es algunos años mayor, y viene en búsqueda de su (dice) hermanita, pero tal vez está intentando alguna otra cosa.

Robert Jan Westdijk es el director holandés que hizo de La hermanita su primer largometraje. Con la bella Kim van Kooten (Daantje, la hermanita) filmó la comedia Phileine pide disculpas en 2003, y en 2010 estrenó el triller De Eetclub, basado en el best seller El club gastronómico, de la escritora Saskia Noort.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0115067

jueves, 28 de abril de 2011

Gente guapa



Irónica desde el título, esta producción danesa aporta un interesante nuevo capítulo al fino humo negro escandinavo. Gente sutil, poco afecta al clamor y a la contorsión, en general transitan más por el sendero del bajo perfil, y si no fuera por sus cabelleras rubias casi fluo, pasarían perfectamente desapercibidos en casi cualquier ambiente. Sea tal vez por ello que cada tanto emergen con algún producto como este Gente guapa, rebosante de exceso y abuso, pero relatado alla nórdica, es decir, sin levantar mucho polvillo.

A Anna (Mille Lehfeldt) le han amputado un pecho, y esto le provoca un trauma que no sobrelleva muy bien. Más allá de la escabrosa secuela psicológica, no se la ve muy predispuesta a colaborar con su recuperación, sino todo lo contrario. Aparece como una mujer deprimida, introvertida, y para colmo el entorno, lleno de gente guapa, no ayuda.

Ingeborg (Bodil Jørgensen) es la madre de Anna, una mujer en sus cincuenta, que a fin de lidiar con una soledad inesperada, se fuerza por rehacer su mundo de relaciones. Ingeborg no logra que su hija Anna tenga con ella el contacto deseado. Le deja constantemente mensajes en el contestador, y trata cada vez que puede de sacarla de su aislamiento. Actriz de vasta carrera en su país, Jørgensen saltó a la fama por su papel de Karen en Los idiotas, de Lars von Trier, y tanto por aquella como por esta película, ganó el premio Robert que entrega la academia danesa de cine.



Por el otro rincón aparece Anders (Henrik Prip), un cincuentón que porta con una parafilia sexual de diván, que lo lleva a exhibirse compulsivamente en público, y como tal, a tener un sinfín de problemas, tanto con la ley como con su familia. Su analista hace lo posible por mantenerlo en cauce, pero a veces tambalea en su propósito.

La cuarta pata de la mesa es Jonas (Sebastian Jessen), hijo de Anders, un joven apuesto y de buen porte que utiliza sus deidades de adonis para ganarse la vida en baños de bares y antros de cualquier calaña, sin distingo alguno de género y color.



Este cuarteto interactúa involuntaria e inconscientemente, al margen de sus lazos y parentescos, para dar pie a una ensalada de situaciones que tiene la gran habilidad de llevarnos de un extremo de la congoja al otro que puede generar en el rostro una sonrisa culpable. Un repertorio propiamente de gente hermosa, más cercano a aquel en el que Marilyn Manson nos mostraba su visión de gente linda que al que nos propone cualquier publicidad de Coca Cola en la que aparecen niños cantando.

Gente guapa es la ópera prima, con todo el peso que eso acarrea, del jóven director Mikkel Munch-Fals, quien anteriormente sólo había realizado un par de cortos y es conocido en Dinamarca por conducir programas de televisión. Y sale muy airoso en el debut: la proyección es sumamente entretenida y llevadera, a pesar de lo denso de las situaciones que se relatan.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1503116

viernes, 22 de abril de 2011

Revolución, el cruce de Los Andes



Revolución, el cruce de Los Andes, es una película que no está centrada en la figura de un hombre, sino en un hecho concreto, que fue el mítico paso a través de la Cordillera de Los Andes en 1817. Como recurso narrativo se utiliza el recuerdo de un protagonista de primera línea, Manuel de Corvalán, a quien de joven, y "aprovechando que sabe leer y escribir", el General San Martín tenía de secretario. Ya en el ocaso de su vida, Corvalán relata los hechos a un periodista interesado en conocerlo, por ser uno de los pocos sobrevivientes de aquella gesta.

Es interesante reparar en el hecho que la película no se detiene expresamente en la figura de El Libertador; no hay grandes reflexiones o comentarios por parte del protagonista de aquellos que se pueden esperar en una obra en la que aparece un prócer en tiempo real. No se encuentra esas escenas en las que el protagonista lanza aquellas frases que hemos leído por años en los libros escolares, o esos pensamientos que posteriormente lo harán cita obligada de los documentales. El foco del trabajo está puesto en la épica del suceso más que sus protagonistas. Imposible separarlos a esta altura del análisis: un hecho de la magnitud del cruce de Los Andes con 5200 hombres a principios de 1800 sólo puede caber en la cabeza de aquellas personas que por su capacidad diferente para entender su presente ocupan hoy el lugar que tienen en la historia. Pero el relato técnico del filme esta básicamente apuntado a entender todos los aspectos que implica la empresa en cuestión.

Como en cualquier película de época, hay que hacer un esfuerzo de situación para poder comprender la dimensión de algunos sucesos. Quien alguna vez haya estado a distancia de la vista de la Cordillera de Los Andes seguramente comprenderá su majestuosidad; los que hayan tenido la oportunidad de cruzarla en avión, habrán tenido una visión más cercana su inmensidad. Llevado esto a 1817, con los elementos de entonces y el detalle no menor de contar con un ejército conformado en su mayoría por soldados mulatos, negros y esclavos libertos, da a la gesta dimensiones que sólo pueden ser comparadas con las de Aníbal o Napoleón. Y eso es bien retratado en la película cuando se habla mucho de técnica, se ve a un general preocupado por los detalles, un estratega obsesivo y genial que no repara en detalles, exige fuertemente a sus hombres y no tiene nada de aquello que más se emparenta con el mármol que con las personas.

En un momento particular de Argentina, es de buen tino recrear la historia sin exacerbar las figuras construídas por las clásicas poblaciones para niños en edad escolar, y sin tampoco servir a intereses sectoriales. Un procer del tamaño de San Martín se explica como perteneciente a “todo el pueblo” de la nación, y no como sólo a una parte. Pero cuando se recuerda a quienes desde el poder central le retacearon recursos o ningunearon sus conquistas, las respuestas circundan que "eran turbulencias propias de tiempos en los cuales se estaba delineando la patria". Las personas diferentes de aquellos años, con San Martín entre otros, tenían capacidades para elevar su mirada más allá de sus propios intereses, y tal vez ese aspecto de la historia moleste a quienes ven como inapropiado mostrarlos en conflicto con el poder establecido. Siempre que hay confictos en con el poder establecido, surge la idea de la incomodidad.




Se supone que los conflictos deben ser patrimonio de ciertos grupos, que para eso están, para tener conflictos, como los maestros, o los trabajadores en general, por ejemplo. La mención a un conflicto gremial, o una huelga, ingresa dentro del marco de lo que el imaginario entiende como una disputa lógica entre poderes, y allí están en la arena en la cual deben dirimirse sus diferencias. Pero si el conflicto es con los grupos de poder acumulado, los empresarios, o los industriales, entonces se escucha hablar de inquietud, inestabilidad, o como se utiliza últimamente, de crispación. Es crispado peticionar a un poderoso; en cambio si un trabajador peticiona, en todo caso será molesto.

José de San Martín fue un gran molesto, un inadecuado que jamás sobrepuso interés personal alguno por sobre sus ideales de libertar su patria grande, que era Suramérica. En la película Revolución, poco se ve justamente de esto, del clima propio de una revolución. Se habla más bien de guerra, de batallas. No existe un discurso ideológico machacante, más allá de algunas arengas propias del momento. Se puede ver que San Martín era un militar de carrera, un estratega genial, una persona que no intentó más que poner sus saberes al servicio de sus ideales. No precisaba mencionar la revolución a cada rato, o andar estimulando a sus hombres con frases o discursos; él sabía que había que cumplir con el deber, y que ese lugar de la historia le había tocado a Él, por eso se atribuía el derecho al fracaso eventual de la empresa. La dimensión de su figura sólo es comparable al volumen de su gesta, por eso fue el mejor de los nuestros. Y eso también puede apreciarse en la película, como cuando se lo ve esperar a estar sólo para retorcerse de sus dolores de estómago, o cuando le pide perdón a quién dio la vida por él, pero sin dramatismo o desmesura, sabiendo en la intimidad que esa persona estaba cumpliendo con su deber, que era el de salvaguardar al líder.

José de San Martín fue un militar genial, desde lo táctico y estratégico en el campo de batalla, hasta su disciplina aplicable a sus propios principios. La práctica recurente de demonización de la política intentó instalar que la grandeza de su figura se circunscribía exclusivamente al ámbito castrense, y utilizan su deseo de no participación en cargos públicos de alguna manera como un ejemplo de pulcritud y asepsia. Nada más lejano de la realidad: San Martín era un animal político que en cada uno de sus acciones dejaba regueros de compromiso con sus ideales, plenos de vigencia a doscientos años de distancia.

miércoles, 6 de abril de 2011

Nokas



El escenario de este filme es la ciudad noruega de Stavanger. Allí, en abril de 2004, un grupo de 11 hombres vestidos con trajes de comandos tipo SWAT arribaron a la sede la empresa Nokas con el objeto de robar dinero en efectivo. Nokas es la forma corta de Norsk Kontantservice AS, la empresa que en Noruega distribuye dinero efectivo a los bancos.

El robo, se dice, es el más grande de la historia ocurrido en el país nórdico. El botín fué de 57 millones de coronas, algo así como 10 millones de dólares, de los cuales 51 millones todavía se encuentran desaparecidos. Existió una investigación posterior que incluyó varios arrestos. Esto aparece mencionado en los intertítulos explicativos al final de la proyección. Y el dato no menor (para los noruegos) es que la investigación y el juicio que implicó este siniestro costó a la sociedad cerca de 160 millones de coronas.

Siendo visperas de pascuas, hay mucha demanda de dinero, y en la sede de Nokas se encuentran atareadas las empleadas preparando los pedidos para afrontar las compras y las extracciones de los cajeros automáticos. Entónces irrumpe un grupo de personas ataviadas de comandos y perpetra el asalto. Acceden a un patio interno, y desde allí pretenden ingresar rompiendo un vidrio que da directamente al lugar en el cual la gente está trabajando, es decir, contando billetes. No tienen necesidad alguna de sortear ni custodia ni control policial: entran por la puerta de la empresa y se dirigen directamente al patio trasero. Los empleados los ven venir hacia el vidrio, pero no terminan de entender que sucede. Una vez que empiezan a golpear el vidrio con la intención de romperlo, comprenden la gravedad de la situación.

A la policía se la ve disciplinada y en cierto modo, relajada. No tiene la apariencia del oficial guapo o prepotente del cine más instalado. Tampoco aparece el agente obeso y tonto, algo así como la contracara del anterior, también habitué de las pantallas. Son hombres (hay varias mujeres, pero los que entran en acción son los varones) todos de edad que supera los 35 años, de físico apto pero no demasiado fuera de lo normal, y con aspecto sereno y profesional. Y como las pascuas también corren para ellos, hay muchos agentes de franco, con lo cual la seccional está algo desierta. En cualquier lugar del mundo, se podría decir que es el mejor momento para organizar un robo.



Los ladrones hacen casi todo bien. No se explica en detalle en la película, pero en la crónica periodística se puede averiguar que se trató de ex-militares albaneses bien entrenados. Uno de los aspectos sorprendentes de la película es el entorno alrededor del cual se desarrolla el robo. Hay una plaza, es de mañana, y hay mucha gente circulando, entre ellas, madres con sus niños y personas paseando mascotas. Tambien aparece un grupo de jóvenes en una esquina, conversando. A pocos metros de allí, integrandes de la banda están parados custodiando el trabajo de sus compañeros, portando armas pesadas y pasamontañas con casco incluído. Nada parece enturbiar la calma de los ciudadanos. En algún momento llega un patrullero avisado del asalto. Antes de salir a la calle a patrullar, los policías piden a sus superiores que le confirmen si deben salir armados. Claro que las armas de los agentes son pistolas pequeñas, que poco pueden hacer frente al armamento de los delicuentes. Sin embargo desenfundan y se preparan para intimidar a los agresores.

Policías y ladrones se encuentran a distintos lados de la plaza, mirándose unos a otros, pero tardan en abrir fuego. Cuando me refiero a que tardan, lo digo en términos cinematográficos. Uno, habituado a las proyecciones hechas en Hollywood, imagina que va a tener por lo menos 15 a 20 minutos a sangre y fuego, como para justificar el pochoclo al menos. Aquí empiezan por apuntarse, escondidos tras cada esquina, sin más que eso. Antes de los disparos una transeúnte le habla al delicuente:

- ¿Disculpa? ¿Puedo pasar?





El asaltante le hace un gesto con la mano, y la chica pasa. Al otro lado de la plaza el oficial de policía le grita a la gente que se aparte, que está sucediendo un asalto.

En algún momento todo parece tan bizarro que se transforma en realidad. Afortunadamente no me ha tocado estar en ninguna situación de esas, pero da claras que esos momentos deben ser de esa forma, al menos en este tipo de países. Muchos de los hechos de violencia que nos relatan a diario los medios de comunicación carecen de la tremenda dosis de sorpresa que siempre es una carta a favor de los delincuentes. Y allí cuando uno toma verdadera conciencia de que está en medio de un asalto, si es que se trata de un atraco de película, el asalto ya terminó. Así se contó hasta el hartazgo el manual del perfecto ladrón: rápido, sigiloso, calculador. Al punto que en numerosas historias, el protagonista carga con tintes heroicos y hasta de leyenda, por lo bien que roba. Pero en el idioma del cine industrial, ¿cómo se cuenta en una película de dos horas una historia de un robo que llevó 10 minutos? Y ahí empiezan a aparecer los tiros, los técnicos en comunicaciones, el héroe que se desliza por los ascensores, el muchacho de explosivos, el rehen, y todo el set de utilerías. El robo en el cine es como el western: se inventó para la pantalla, pero en la realidad no existió nunca.

El robo verdadero y bien contado es como el que cuenta Nokas, con agentes que vacilan y sin tener miedo muestran sus cuidados. Con transeuntes curiosos pero no idiotas que solo buscan sacar fotos con sus teléfonos. Con trabajadores que buscan evitar el robo pero a la vez no comen vidrio, y priorizan su vida antes que cualquier otra cosa. Y con una comunidad que esta más acostumbrada a que baje un oso del bosque y se estrelle contra un auto a que haya un asalto a plena luz del día.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1337366

jueves, 17 de marzo de 2011

El cazador de trolls.



Antes que nada, y para quienes no conocen, un troll es una criatura mitológica propia del folklore escandinavo. Es un ser antropomorfo, gigantesco, temible y malvado, que vive bajo la tierra o en las montañas. Similares a los ogros de otras culturas, últimamente tuvieron cierta notoriedad a partir de las películas que recrean los libros de Tolkien.

La cinta en cuestión tiene un formato de documental. El espectador no tardará en notar algunas similitudes con El proyecto Blair Witch, sobre todo por el uso de la cámara en mano y además porque el escenario es también un bosque, sólo que esta vez se encuentra en el norte de Noruega.

La proyección arranca con un inquietante texto sobre fondo negro que explica que en el año 2008 una empresa productora filmográfica noruega recibió un paquete de manos anónimas que contenía dos discos duros con más de cuatro horas de filmación, y que la película que sigue es una versión preliminar de ese material, que no ha sido manipulado. Añade que durante más de un año, un grupo de investigadores estuvieron tratando de determinar si el material era falso o no, y que finalmente llegaron a la conclusión de que era veraz.

Tras este prólogo, y dependiendo de la capacidad de adhesión con este tipo de cine, uno puede prepararse para disfrutar de lo que parece ser una de miedito, cambiar por algo que insinúe más terrenal, si es que el positivismo lo doblega, o bien ir por el pochoclo. Lo que agrega nuevas opciones a la decisión a tomar, es que este trabajo viene de allí, de Noruega mismo, y eso no es poca cosa. El cine nórdico, en general, refleja nítidamente la consonancia del clima imperante con la gestualidad de sus habitantes. Más allá de los trabajos Roy Andersson y Aki Kaurismaki, en general, lo que llega de esta punta del mundo y está claramente fuera del género dramático, es, como mínimo, bastante ácido; puede haber humor, pero seguramente lo será de color oscuro, y cuesta bastante que aún en el extremo de las emociones, se deje ver a esta gente perder la línea. En cazador de Trolls, en cambio, aparece la veta vikinga.



Un grupo de jóvenes de la universidad de Volda investigan lo que parece ser una caza ilegal de osos en la zona de los fiordos, y van tras un intrigante sujeto que parece implicado en el asunto y se niega a prestarse a una entrevista. Los estudiantes, embebidos de fervor periodístico, siguen a este individuo en su rutina diaria con el objeto de descubrir algún indicio o pista que puedan hilvanar. Así será que acabarán descubriendo una actividad que, hasta el día del estreno de este filme, estaba oculta a los ojos de la sociedad noruega y el mundo todo: el control y cacería de trolls en el norte del territorio

A esa altura de la proyección, se esta frente a dos opciones: o se cambia por algo con fondo verde y un esférico que ruede entre unidades de carbono, o se hace cómplice del juego propuesto y se cree de pies a cabeza lo que está viendo. Yo, por supuesto, hice esto último, y me divertí de lo lindo.



En algún momento, el género se transforma de un periodístico a una comedia que tiene algunos roces con la saga Hombres de negro, pero lo interesante es que nunca pierde el formato documental, el cual es respetado a rajatabla, con los jóvenes hablando a cámara, y con el movimiento inquieto y desprolijo tan propio de cuando a uno lo corre un troll por un bosque de Noruega. Por supuesto, hay efectos especiales que matizan adecuadamente la historia. Acá los monstruos aparecen, no es cómo en El proyecto de Blair Witch, Cloverfield, o la catalana Rec, entre otras, en donde se saturó con la inquietud causada por la cámara imprecisa y el sonido ambiente en medio del desastre. En aquellas producciones, hay que decirlo, hubo un hallazgo inicial, producto de una búsqueda de comunicar terror de un modo diferente, pero la gran parte del suspenso provenía del interior de cada uno de nosotros. En Alien, de 1979, tras una hora de estar con los dientes apretados sin haber visto nada, la criatura finalmente aparecía, y era bien fiera. Con la introducción de la cámara en mano y la primera persona actuando, el género esta mutando en nuevas variantes. En cazador de trolls, aparece aplicado al documental apócrifo.

No arruiné ningún final, descuide. Este documental tiene toda la seriedad propia de una investigación de primera línea, con pruebas irrefutables, documentación adecuada, testimonios precisos. Sólo que son desopilantes, descabellados, y tan bien planteados, que bien pudiendo tratarse de una grosería, pasan por un tamiz de fino humor. Dos perlas: las planillas oficiales con logo del organismo encargado de la cacería de trolls y todo, que el cazador debe llenar cada vez que obtiene una presa, y la develación que las líneas de alta tensión que cruzan el norte del territorio, en realidad se instalaron a modo de cercas que mantienen a los trolls dentro de su territorio.

Consiga Cazador de trolls, y disfrute. Encontrar este tipo de humor de este lado del planeta es bien raro como un troll de ojos negros.

Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1740707