jueves, 11 de diciembre de 2008
Nubes pasajeras
Grandes películas las hay porque sus ideas son grandes, o bien porque sus ideas son sencillas, y están contadas a lo grande. Este último es el caso de Nubes Pasajeras, el film del finlandés Aki Kaurismäki, una obra muy interesante que hace gala de un dramatismo que gracias a una sutil dosis de humor negro, no llega a tornarse angustiante.
Ilona y Lauri, ambos transitando los cuarenta y tantos, son un matrimonio que subsiste gracias al trabajo de ambos. Logran acceder a sus pocos bienes materiales a través de largos y amenazantes créditos, y disfrutan de una cotidiana rutina sin demasiado brillo. Ella es jefa de sala de un restaurante clásico de la ciudad, y él es chofer de una línea de trolebús.
En unos pocos días, ambos comienzan a experimentar una catarata interminable de situaciones desgraciadas que minan su futuro: uno a uno van perdiendo su empleo, se dificultan las posibilidades de reinserción en el mercado laboral debido a la edad de ambos y a la acotada experiencia que poseen y comienzan a experimentar roces en la relación de pareja. Todo esto sucede sin que los rostros de los protagonistas sufran alteración alguna, como blindados contra cualquier sentimiento que pudiera brotar desde adentro.
Un amigo mío, muy cinéfilo él, estuvo el fin de semana con un grupo de finlandeses que se reunieron en mi ciudad, Buenos Aires, y entre charlas y tragos, respondieron a preguntas realizadas acerca de su país y sus costumbres. Mi amigo les comentó su admiración por el director Kaurismäki, y los finlandeses reunidos se quejaron de la imagen que él da de los nacidos en el país escandinavo. Si bien respetado, no están muy conformes con la idea que transmiten sus películas, ya que ellos no se consideran tan impermeables como se los muestra, y lo consideran un mal embajador en ese sentido. Y esto viene a cuento, pues si bien aún no tengo el gusto de conocer Finlandia, mientras veía la película, en más de un momento me reveló la excesiva parsimonia con que los protagonistas enfrentaban las situaciones adversas que se sucedían, aunque con el correr del tiempo, lo entendí más como un grotesco que como un reflejo de la realidad. Mención aparte para quienes prejuzguen a los nacidos cerca del techo del mundo por las realizaciones del amigo Aki.
Nubes Pasajeras constituye un descanso visual de extrema delicadeza. Las escenas suceden con un movimiento de cámara mínimo, en sutil sintonía con la economía de gestos que entregan los protagonistas. Los decorados de los interiores merecen un párrafo aparte: una gama de colores increíbles, sumamente osados pero para nada incómodos. El fundido a negro entre algunas de las escenas sugiere un brevísimo pero adecuado instante para la reflexión. La música que acompaña muchas de las tomas esta construida con canciones, y las voces de los cantantes se dejan oír detrás, componiendo un marco inigualable.
La vida que nos muestra Nubes Pasajeras es tan sencilla y a la vez tan compleja como la de cualquiera de nosotros. No existe otro mensaje que la de la lucha por vivir en este mundo, con la espada de Damocles del desempleo amenazando cada día, aún en la a veces tan idealizada escandinavia, dueña de una fama de estándares de vida tan elevados. Con todo, Ilona y Lauri se las arreglan para darnos el mensaje de esperanza con el que motorizan sus sueños. En una sociedad tan desarrollada como la imaginamos, el mejor agradecimiento que pueden ofrecer sus personajes es el de bautizar a sus logros con el mejor y a la vez más primario nombre que pudieron darle: trabajo.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0116752/
lunes, 24 de noviembre de 2008
Una guerra de película
Si bien vi Una guerra de película advertido de que se trataba de una inteligente sátira muy bien dirigida hacia la industria del cine norteamericano, no pude evitar dejar de verla al cabo de media hora de empezada. Con lo cual me considero idóneamente inhabilitado para opinar de la misma. Dicen que los críticos de cine nunca debe levantarse de la butaca aún ante la peor proyección de su vida (no es el caso de esta película, que no se malentienda), pero por suerte ni remotamente me acerco a las pestañas de un crítico, lo mío es de puro cinéfilo amateur, y hasta ahí. Simplemente sucedió que me costó sobrellevar el discurso desenfrenado del film, más allá de (reitero) saber de antemano que se trataba de una sátira, con tintes de grotesco, con lo cual, casi todo está permitido. Aún así no pude evitar el dolor de cabeza, que (dice mi médico), a veces es por la vista, y a veces es por el estómago.
Los orientales, sabios ellos, portan la cultura milenaria de sus ancestros a través de uno de sus textos más emblemáticos, el Tao Te Ching, y allí, entre otras cosas, se dice mucho acerca de la vida del ojo y la del estómago. Es que para la sutil metáfora china, el dilema oto-gástrico tiene que ver con la vida de las apariencias, lo que se ve, versus la vida del interior, la que se ingiere. De todos modos, fueron los alemanes de Bayer los que me sacaron del problema, y luego, algo repuesto, me puse a reflexionar acerca cómo debe ser la postura de un espectador, que aún advertido, no deja de sentir malestar ante lo que le toca presenciar.
Una respuesta clara puede ser, que por más alertado que se encuentre, uno puede molestarse igual, vamos. En todo caso, con la cantidad de películas norteamericanas que llevo viendo desde que de niño veía las interminables repeticiones de Los tres chiflados, pasando por los sábados de súper acción de canal 11, hasta hoy, ¿cómo es posible que justamente una película que está llena de sorna, que carga con una importante dosis de crítica hacia el sistema, que se supone reivindicadora, o al menos de denuncia, me provoque lo que no logra, Duro de matar, por ejemplo? La respuesta (una de ellas, al menos) puede ser que esta película se suponía distinta desde el mensaje, pero es idéntica desde el discurso.
Los norteamericanos son excepcionales manipuladores de conceptos, al punto que pueden hacernos creer que todo aquello que está mal, puede ser bueno depende desde dónde se lo aprecie. Recuerdo que a fines de los 80, cuando surge esa movida musical tan interesante en Seattle, y aparecen una serie de bandas que entre otros géneros, adherían al de alternativos. Y lo eran, pues intentaban dar una respuesta diferente al status imperante. Lo que se inició como una situación local, empezó a generar murmullo nacional, y allí volvió a aparecer la veta comercial una vez más. ¿Y que sucedió? La MTV comenzó a difundir música alternativa. A ver si se entiende: la cadena monstruo del mercado, el pulpo de mil brazos, le da espacio a sus críticos más acérrimos. Conclusión: fagocitosis del elemento extraño por parte huésped agredido, y de ahora en más, pasó a formar parte del mismo organismo.
Acá se me hizo similar una situación por el estilo. ¿Hasta que punto puede ser válido realizar una crítica al sistema utilizando como medio el sistema mismo, y (no sólo eso), sino utilizando además sus propias herramientas? El beneficio es doble: mientras por un lado la crítica intelectual universitaria disfruta la mordacidad de Ben Stiller y su film, sobre todo por la ponzoña que cargan los dardos hacia la industria, por el otro, McDonald's sigue vendiendo cajitas felices. El ávido espectador que es capaz de entender la crítica que porta la película, verá un film que intentará buscar respuestas por parte de quienes (supuestamente) deberían sentirse aludidos. Y el que tiene ganas de ver una comedia de tiros, la pasa bomba.
Entonces, y conociendo como es que trabaja la industria en este sentido, ¿Ustedes creen realmente que pueda haber algún ejecutivo de la industria del cine norteamericano (la destinataria de las críticas) realmente preocupado por la película en cuestión, cuando la misma película es un éxito de taquillas? Y en la respuesta de esta pregunta es en dónde la intención de la película me parece, como menos, deshonesta. No le voy a pedir a Stiller que deje de ser norteamericano, pero pudo haber elegido una forma de crítica que casualmente no se emparente tanto con un producto sumamente vendible… por el mismo mercado que critica. Si no todo se transforma en una publicidad en contra de la matanza de ballenas, bicho simpático que no molesta a nadie, y encima es atractivo turístico.
Tal vez para criticar al sistema hay que animarse a sacar un poco la cabeza a la superficie. Allí se respira mucho más cómodo.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0942385/
martes, 11 de noviembre de 2008
Viaje al centro de la tierra
Recuerdo en algún lugar de mi infancia, hace mas de 35 años, que aparecieron en casa unos pequeños libros de la colección Billiken. Estos ejemplares venían con tapas de colores que identificaban distintas series: la roja era la de aventuras y se ve que era la de más éxito entre los niños de mi edad, ya que de golpe comencé a devorarme clásicos de la literatura en formatos adecuados para jóvenes. Hasta tenían el atractivo de algunas láminas a todo color dispersas a lo largo del libro, que recuerdo era lo primero que buscaba cuando llegaba un nuevo ejemplar a mis manos. Pero sigo sin recordar como llegaron a mí esos libros, seguramente alguno de mis mayores lo hizo intentando acercarme al hábito de la lectura, tal vez mi hermana, tan gran lectora ella, o tal vez mi madre en silencio, moldeando sin estridencias en mi persona todo eso a lo que hoy me he dedicado y tanto debo. Mi padre no fue de libros, él confió en otro tipo de vehículos para la enseñanza.
Y que va, Julio Verne estaba en la cima de los preferidos, con sus 20.000 leguas de viaje submarino primero, y su Viaje al centro de la tierra después. Los leí en ese orden, y fue tal la fascinación que busqué conseguir todos los demás libros de ese autor. Mas tarde llegaron Cinco semanas en globo, De la tierra a la Luna, ¡La vuelta al mundo en 80 días!, todos ellos dueños de un poderoso magnetismo que me hacía no descansar hasta terminarlos.
El Viaje al centro de la tierra me conjuró al punto que, cuando se me dio la osadía por la escritura, me aventuré a narrar una historia (podemos confesar hoy con franqueza) que se parecía bastante a la original de Verne. Años después, cuando me acerqué a la música, apareció el Viaje al centro de la tierra de Rick Wakeman, una representación musical del libro a cargo del genial músico inglés que aún atesoro.
Y ahora aparece esta película de Eric Brevig, un señor con un respetuoso pasado como supervisor de efectos especiales de numerosos filmes. Se trata ni más ni menos que de una nueva versión, o una nueva representación del libro, ya que en realidad, en la película se menciona al libro, y por un motivo de ficción agregado a la historia original, un grupo de personas se aventura a realizar el mismo viaje que relata la obra.
El principal está a cargo de Brendan Fraser, a esta altura me animo a decir, el comediante más efectivo que ha dado Hollywood en los últimos años, sin que por ello no haya incursionado en el drama (excepcional La pasión de Darkly Noon) Sin necesidad de gestos excesivos ni gritos constantes, Fraser puede sobrellevar cualquier momento sin perder la amabilidad ni dejar de dar la permanente imagen de buen tipo. Aquí está junto a Anita Briem, una actriz nacida en Islandia, justamente dónde se desarrolla parte del film (la parte que está afuera de la tierra, claro), y Josh Hutcherson, un joven actor precoz norteamericano.
La película es muy divertida, con una dosis de efectos que no satura, y recrea en buena parte la imaginería de Verne. Hay escenas en las cuales hasta aparecen guiños a los mismos efectos especiales, que hacen que cuando uno esté a punto de dudar, o de pensar si no se habrán excedido con tal o cual toma, el mismo film nos dice: “que buen efecto este”, como cuando están cayendo hacia el mismo centro de la tierra, y pasan los segundos, siguen cayendo y ven que no llegan al fondo, y ellos mismos dicen: “¡todavía estamos cayendo!”. Genial
Más allá del efecto de los recuerdos, esta película realmente vale por lo que entrega y porque me pareció una película honesta, que no divierte por lo bajo, no inventa nada tampoco, pero redondea una aventura conocida pero muy bien recreada. Para adentrarse sin miedo.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0373051/
domingo, 2 de noviembre de 2008
Los extraños
Los extraños es una película catalogada como de terror, aunque en realidad sería más justo encuadrarla bajo el mote de paranoico post-atentados del 11 de septiembre (ya a esta altura del partido estaría bueno utilizar el identificador “post Bush”, que de paso engloba todas las acciones terroristas en general)
Una vez más, nosotros en casa tranquilos y viene alguien a atacarnos, no sabemos por qué, ellos tampoco lo saben, pero bueno, son así, no nos pueden ver felices. Kristen y James (Liv Tyler y Scott Speedman) son una pareja que en realidad no son tan felices: de hecho sobrevuela sobre ellos la idea de la ruptura, justo después de venir de la boda de un amigo. Es así que ya de madrugada vuelven a su casa, que en realidad es la casa de veraneo de los padres de James, e intentarán recomponer la situación entre ellos, pero sin éxito.
Es entonces que la pareja será acosada por extraños desde afuera de la casa: toda una alegoría.
Las escenas se suceden con un grado de previsibilidad alarmantes. Se producen insistentes golpes en la puerta, el teléfono se corta cuando la comunicación por fin se establece, el móvil se queda sin baterías, el correr de las cortinas con suavidad hasta el último instante, la imagen de la puerta como último elemento a vulnerar, todo acompañado por una música que nos indica prudentemente cuándo tememos que comenzar a asustarnos. Y allí dónde se confunde (o no) el criterio, y nos venden películas que dicen ser de terror, pero en realidad son de susto.
A la par de las escenas, las frases hacen lo suyo: “Sólo nosotros y ellos”, “Necesitamos un arma”, y se llega a un punto dónde el afuera y el adentro no son límites, ya que el terror domina por doquier.
Por parte de los agresores, un grupo de tres personas que permanecen con las caras cubiertas por máscaras, no se puede alegar locura o insanía alguna, ya que hay premeditación, cálculo, ajuste y precisión en el detalle. No se trata de cualquier loco que salió con ganas de divertirse y dio con una pareja desprevenida: esta gente sabe bien lo que hace, o al menos el director se encarga de hacer que así lo veamos, como un elemento que fortalece el carácter alegórico de la película.
La aclaración inicial de que este film está basado en hechos reales intenta reforzar el miedo, pero lo único que logra es despertar más desconfianza. El mejor anticuerpo de una sociedad facista es construir el hecho de que el terror viene de afuera, y no de adentro, cuando en realidad de dónde viene es de arriba.
Para representaciones serias, nada mejor que Funny Games de Michael Haneke: aquello no era horror, era terror propio de situación social en dónde no hacían falta las máscaras.
Imdb:http://www.imdb.com/title/tt0482606/
lunes, 27 de octubre de 2008
Transiberiano
La película Transsiberian (que en el sitio Imdb aparece como adjudicada a Inglaterra, Alemania, España y Lituania), es otra más que narra las desventuras y atrocidades que sufren los ciudadanos norteamericanos cuando salen de su país natal. Esta vez es (encima) en el famoso tren transiberiano. Este tren hace el recorrido más largo del mundo, con 9200 kilómetros a lo largo de 8 husos horarios, y conecta Moscú con China. Símbolo del poderío comunista soviético a lo largo de medio siglo, en el film aparece como otra muestra más de la decadencia rusa: el servicio es mediocre, los baños están tapados, las camareras no son físicamente agraciadas y además están gran parte del tiempo malhumoradas y con un trato muy poco cortés para con los pasajeros, más allá de la poca delicadeza de hablar solamente en ruso.
Bien, detrás de toda esta propaganda parece haber una historia, siempre que quede algún hueco disponible. Roy (Woody Harrelson, salva las papas del film) y Jessie (Emily Mortimer) son una pareja que a través de su iglesia, viene de hacer ayuda social en China (¡) Ella saca fotos: tiene una cámara con poderosos lentes, y se deleita capturando primeros planos de personas, la más de las veces, sin que estas lo noten. El es fanático de los trenes, y de allí que deciden hacer un viaje en el famoso transsiberiano.
En el viaje comparten camarote con otra pareja, Abby (Kate Mara) y Carlos (Eduardo Noriega), de espíritu mucho más lúdico, casi hipie. Carlos no oculta su interés por Jessie, y trata de seducirla aún delante del despistado de Roy, que sólo parece motivado por los rieles, y la enigmática Abby, que tiene todo el aspecto de una joven en pleno proceso de desintoxicación.
Al cabo de poco más de la mitad del film, el final aparece bastante claro, y no tardará en hacerse presente. Las continuas referencias al ex imperio abundan en cada detalle. Hay una escena muy parecida a aquella en la que Quint, Hooper y Brody se muestran las cicatrices en medio de la mar en Tiburón (1975), sólo que aquí es en el vagón comedor, al finalizar la cena, y en medio de un ambiente muy distendido, divertido casi. Un pasajero muestra la marca de una garra que le dejó un tigre siberiano, Roy bromea con una cicatriz que se llevó de una pelea, todos ríen, el vodka fluye… Un anciano se remanga y le muestra a Jessie un tatuaje en el antebrazo, parece un número. Todos se ponen serios, las risas se acallan, ella pregunta que fue lo que sucedió. Los que hablan inglés le explican: estuvo en un gulag (los antiguos campos de concentración rusos) por escribir poesía. La escena la remata un pasajero de manera sentenciosa: “Si quieres saber la verdad sobre EE. UU., toma un libro. Si quieres saber la verdad sobre Rusia, toma una pala. Aquí están enterrados todos: Científicos, sacerdotes, poetas...”
Ben Kingsley encarna a un detective soviético que busca narcotraficantes, porque (por si faltaba algo) el tren transiberiano también se ha convertido en la ruta predilecta de los narcotraficantes. Contactará con la pareja cuando la parte crítica ya haya sucedido, y ahí comenzará otra película, más oscura que la anterior.
De todos modos, nada parece salvarse en la siberia: cuando en las películas de Hollywood se ve a la policía reprimiendo quien parece ser un representante del submundo (negro, latino, homeless, etc), no existen alarmas que se enciendan alrededor, todo parece estar en su sitio. Sin embargo, Jessie no puede evitar arrugar la mirada ante la imagen de un policía ruso pegándole a un hombre mientras revisa su cuarto en el hotel; la situación le desagrada, el gesto parece indicar indignación, angustia. La misma angustia que siente cuando pierde a su marido y el conserje por más que intenta, no logra que telefónicamente lo ubiquen en la otra estación; ella le suplica que haga todo lo posible, pero el señor tiene la mejor respuesta: esto es rusia.
El final funciona como la aquellas campañas en las que se difunde una mentira que logra la tapa de los diarios y el comentario de todos los medios durante el día, y la desmentida oficial sucede pasada la medianoche, cuando todos duermen.
Floja, como los candados que Roy es capaz de abrir con una simple piedra (“Son chinos, los vendemos en la tienda”), y como la puerta de emergencia que Jessie logra abrir en medio de una carrera (muy buena el deschave en Imdb: ver goofs). No vaya en tren, vaya en avión.
Imdb:http://www.imdb.com/title/tt0800241/
lunes, 20 de octubre de 2008
Regresados
Regresados está ubicada en el año 2002 y cuenta la historia del reencuentro que se realiza con motivo de cumplirse los 20 años de egresados de una promoción 82. Se trata de una película coral (se dice) que es cuando se narran varias historias simultáneamente.
Es así que tenemos la historia de Melina y Guido, que fueron novios para aquellos tiempos, y que aparentemente no volvieron a verse desde entonces. Melina está casada, tiene una hija, y parece vivir una vida sin contratiempos en lo económico pero con bastante chatura en lo emocional. Guido es un pianista que ha cosechado un mediano éxito en lo profesional (toca en bares) y tiene una lucha desigual y personal con el espejo y la balanza.
Aparece la segunda historia que está protagonizada por Lito, un ejecutivo de los que se dicen “exitosos”. Lito fijó casa en España, dónde hizo su carrera en un importante banco internacional, con filiales en La Argentina. La película justamente empieza mostrando a Lito al frente de una reunión de directorio, reclamando explicaciones a los ejecutivos locales acerca de la falta de previsibilidad de la situación argentina. Una vez en la escuela, se encontrará con Alexis, un proyecto de director de cine, y con Franco, un padre de familia sin trabajo.
La última historia está Lacrose, un tipo que supo ser malo, pero que gracias a la autoayuda sanadora de Paulo Coelho, se transformó en un buen tipo. Quienes lo verán en el encuentro no registrarán este cambio, y le recordarán las maldades infringidas al pobre de Pequeño, un personaje depositario de todas las desventuras habidas en la escuela.
Esta noche, todos podrán saldar de alguna manera sus deudas con el pasado, y aprovecharán la reunión para hacerlo.
Esta película confirma el excelente momento que atraviesan un importante grupo de actores surgidos del ámbito del teatro. Como sucedió anteriormente con los no-actores de Caetano, es ahora que vemos brillar en pantalla a personajes formados para la actuación en vivo, y que logran plasmar un intenso trabajo en el cine, superando el escollo de la interrupción constante, y con gran esfuerzo por mantener el tono dramático de cada escena. Actores que nos enseñan que se puede reflejar la cotideaneidad y los sentimientos sin subirse encima de ningún pedestal griego.
Bernard y Nardini ya habían hecho bien las cosas con 76-89-03, y ahora siguen en la buena senda con esta película políticamente bastante incorrecta.
Imdb:http://www.imdb.com/title/tt0362080/
viernes, 10 de octubre de 2008
Batman, el caballero de la noche
Batman es el caballero de la noche porque ella es su dueña. Transita por ella y allí es más fácil cobijarse, va mejor con su figura enigmática, y puede aparecer y desaparecer sin que nadie casi lo note. También la noche es ideal para ocuparse de cosas que si se hicieran de día se verían terriblemente atroces. Son muchas los buenos maridajes que se pueden encontrar entre el hombre murciélago y la noche, y están todos bien, cuadran bien con el personaje, y con esta segunda parte de la nueva saga.
Dar por sentado, eso es lo que logra el mercado, y el cine en este caso es parte de él. Claro, todos conocemos de antemano la historia, cualquiera que vaya al cine a ver esta película indefectiblemente sabe mínimamente de que se trata. Si no fuera así, si un marciano cayera en la tierra y fuera al cine, no entendería porqué la película da por sentado que el enfermo mental es el hombre vestido de payaso, y no el vestido de murciélago. Como tampoco se explicaría porque los ladrones entran a robar un banco con armas largas, y el dueño del banco se defiende de los ladrones con el mismo elemento.
El cine que nos muestra Batman (dicen las revistas especializadas "el Batman más político de los últimos tiempos") también nos muestra como son algunas cosas en la realidad. Resulta que el contador de la mafia china (la rusa se acabó) se va a Honk Kong porque "China no extradita a ninguno de los suyos, haga lo que haga" No problem, Batman va de noche a China y lo secuestra express, dejándolo envuelto para regalo en la puerta de la comisaría del barrio. La película intenta que asienta en silencio y apoye la medida, pero me resisto, pienso que en otro film la misma escena pero del bando contrario sería suficiente como para declarar una guerra en defensa de la libertad.
También presenciamos una conversación en la que una bailarina rusa le dice a los ciudadanos de Gótica que Batman no le parece democrático porque no fue elegido por la gente. Estos responden que los romanos, cuando el enemigo se hizo presente, suspendieron la democracia y la reemplazaron por un hombre fuerte para que proteja la ciudad. Nada tan real como que el traje del caballero de la noche se puede reemplazar por un cuerpo de elite perfectamente entrenado, o directamente, un ejército de ocupación.
Si hay algo que sobresale y mucho por sobre la media de la película y es El Guasón. Y así lo llamaré, mal que les pese a los neo-fans que jamás han leído el comic pero se apresuran a corregirme como The Joker. No es mi culpa si he crecido viendo aquellos capítulos de un Batman que poco menos me arropaba antes de ir a dormir, y con un Guasón como el que hacía César Romero. Claro, en aquellos tiempos era necesaria la consolidación de un imaginario en el cual el enemigo estaba fuera de casa, y jamás se hubiera aceptado un superhéroe que no tuviera el más mínimo prurito en achurar a cualquier villano que se lo mereciera.
El Guasón, decía, es ante todo, una brillante interpretación de Heath Ledger. Pero mucho más poderoso es su guión, magistralmente llevado por el actor. El Guasón mete miedo, por su estampa, pero fundamentalmente por su locura, y por lo tanto, por lo impredecible de su accionar. Entendió hace tiempo que el poder no pasa exclusivamente por el dinero: él es capaz hasta de prenderle fuego. El Guasón sabe que el poder es crear caos, confusión de una manera indiscriminada y sin contemplaciones. En el diálogo que mantiene con el fiscal ya convertido en Dos Caras lo deja claro: él es un agente del caos, y le es devoto porque lo parece lo más justo. Y va por más. Cargándose con toda nuestra dosis de tolerancia progresista, nos desafía: "Llevá a la gente a la anarquía, y en unos pocos días se volarán la cabeza". Dicho en otras palabras, terminaríamos rogando por una mano dura que restablezca el orden.
Antes atravesamos otro brillante pasaje en el que conocemos al Batman más íntimo: el interrogatorio en la dependencia policial termina con el encapuchado torturando al villano para que confiese. Antes de las trompadas tuvo la delicadeza de trabar la puerta de la oficina, dejando a las autoridades observando desde la cámara Gesell, y deslindando las responsabilidades por el apremio. Me vuelven a tentar para que asienta, pero me resisto nuevamente; me recuerdo a los capítulos de Lost que nos mostraban a Sayid cuando era malo y torturaba en Irak, y estaba mal.
De todos modos, el film avasalla, nos pasa por encima todo el tiempo. Cuesta seguirle el ritmo, debe de existir alguna nueva definición que predica que cada 30 o 40 segundos debe suceder algo, y que más de 1 segundo de espacio entre un diálogo y otro es considerado un abismo mortal. ¿En serio creen que necesitamos tanto estímulo? Como sea, no es fácil distraerse ante tanta seguidilla de momentos bien producidos, se queda uno muy pegado al asiento, y allí es dónde la película triunfa. Vamos, que es un filme de entretenimiento, y si lo logra es que es exitoso, como lo son conmigo las revistas esas de chismes de famosos que cuando las veo en el quiosco las defenestro, pero cuando voy al dentista me las devoro.
Quedan dos perlas para el final. Una: hacer escuchas ilegales de todos los celulares de la ciudad para buscar al villano es por lo menos guarro. Encima el personaje de Morgan Freeman acepta a regañadientes y después amenaza con… ¡renunciar! ¿Hasta dónde tensará la cuerda el guión? Sigo sin asentir, me parece que si lo dejamos pasar en una película, terminaremos aceptándolo en la realidad como algo natural, si es que ya no sucede.
Perla dos: el experimento social de juntar a los ciudadanos buenos en un barco y a la escoria carcelaria en el otro es fantástico (cierra con el diálogo acerca del caos que comentaba antes) Pero la forma en que se resuelve da por tierra con cualquier especulación. ¿Alguien se pondrá los pantalones y mostrará como Haneke dónde es que está lo verdaderamente pútrido del alma humana?
Una advertencia final para las almas más sensibles: es algunas partes del film se maltratan perros.
Imdb:http://www.imdb.com/title/tt0468569/
lunes, 6 de octubre de 2008
La textura de la piel
Se trata de una delicada película que nos presenta a Min-woo, un sencillo muchacho que se gana la vida de fotógrafo, y que se reencuentra con una vieja compañera de colegio que supo ser su novia de entonces. Acuerdan tener sexo, más llevados por el recuerdo y algún que otro beso pendiente que por la pasión. Por algún motivo no aclarado, acuerdan hacerlo sólo 9 veces.
En medio de esta nueva relación, Min-woo presencia un accidente en el cual un automóvil atropella a una chica. El corre a socorrerla mientras que el auto se da a la fuga dejando la calle solitaria. La chica finalmente muere en sus brazos.
A partir de allí, la presencia de esta mujer invade de alguna manera la vida de Min-wo, pero de una manera muy particular. Es una presencia inadvertida, que se percibe en su casa, a modo de rastros dejados por algún visitante intruso, o bien como un tercero que presencia los encuentros sexuales con su amante.
Debo aclarar que esta película en ningún momento engrosa la lista de películas-orientales-de-muertos-que-vuelven-por-venganza. La duda invade en todo momento a Min-woo, y hay interesantes paralelismos entre esta borrosa presencia y su relación con su ex novia, quien también muestra fisuras en su relación con su actual marido, y no termina de resolver su presente.
De una intensidad moderada y de muy bella fotografía, esta película muestra varios encuentros íntimos bien logrados. Una hora y media de muy suave erotismo.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0487948/
miércoles, 1 de octubre de 2008
En lo más profundo
Margaret (Tilda Swinton) es una madre que está preocupada, pero no sabemos exactamente que es lo que más la complica: que su hijo sea homosexual o que la pareja que eligió sea el dueño de un club nocturno. De todos modos debe hacerse cargo de la situación sola, ya que su marido es marino y dice ausente gran parte del tiempo. Y hace lo que puede, aunque no está preparada para mucho. Cómo persona sencilla que se la presenta, su primera intención es ofrecerle al extraño dinero para que deje de ver a su hijo. Y es así que con una suma de dinero relativamente accesible para ella, el asunto parece estar solucionado.
Las cosas se complican, su futuro yerno es cadáver antes de tiempo, y de alguna manera ella busca por todos los medios de evitar que su hijo se vea implicado en lo que para ella salta a la vista como un crimen inocultable. Un nuevo personaje arriba a la escena, chantajeándola con delatar a su hijo a la policía; esta vez el dinero es mucho.
Tilda Swinton es una actriz dueña de un rostro con una fuerza visual impactante. Este film le valió la nominación a mejor actriz por el Globo de oro 2002, aunque su premio mayor llegó recién en 2008, con el Oscar como mejor actriz de reparto por Michael Clayton. En 2000 hizo La Playa, otro incómodo film de Danny Boyle, con Leonardo Di Caprio. Allí su fuerza estuvo en encarnar a la líder de la comunidad hippie que poblaba la exótica isla.
Lo más intenso del film está por fuera de los parlamentos. Como su título bien lo expresa, muy debajo de una historia de misterio convencional, subyace una interesante propuesta en la que la intriga atrapa a madre e hijo por igual. Ambos creen cosas inexactas del otro, se miran de soslayo y tratan de protegerse y entenderse, sin dejar de estar sumergidos en una duda enorme e indescifrable.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0250323/
lunes, 22 de septiembre de 2008
Lejano Norte
La película presenta a dos mujeres: Saiva y Anja. Ambas viven en la tundra ártica, lejos de la civilización, comiendo lo que cazan y navegando en su canoa. Viven en precarias tiendas hechas con pieles de animales que construyen sobre el piso helado. No hay una referencia temporal precisa, aunque parece transcurrir en este siglo.
Saiva recuerda que cuando niña, el chamán le dijo a su madre que ella estaba maldita, y que lastimaría a quien se le acercara. Anja, en sus 20, tiene la mitad de la edad de Saiva y es como su hija adoptiva. Ambas viven de esa forma porque Saiva cree que allí están a salvo.
Los flashbacks que rememoran la juventud de Saiva son pocos: en uno de ellos se ve como el apuesto Ivar la lleva a su tribu y la transforma en su amante.
Posteriormente un grupo de soldados masacrará la tribu, y ella será la única sobreviviente, junto con Anja, un bebé que estaba entre los cuerpos sin vida. Ella recuperará a la niña, y hasta podrá vengar la muerte de los suyos.
Allí comienza la vida de estas dos mujeres que apenas se dirigen entre ellas por sus nombres, o como “madre” o “hija”, u otra cosa; en realidad habitan un mundo compuesto sólo por ellas dos, y la inmensa tundra como marco, un espacio tan enorme que minimaliza cualquier palabra o vínculo.
Loki, un soldado fugitivo, aparece en medio de ese desierto, y es salvado por Saiva de una muerte segura. Ella le permite quedarse con ellas hasta la llegada de la primavera. La irrupción de Loki en el cerrado universo de las dos mujeres marcará un abismo entre el antes y el después de su llegada. Las consecuencias serán trágicas y devastadoras.
Filmada en locaciones muy al norte de Noruega, esta película basada en una historia original de Sara Maitland de cinco páginas de extensión, es una muestra de realismo natural sumamente impactante. El ambiente desolador es el marco perfecto para una historia que forma parte del entorno. Se pueden pensar en mil analogías en cuanto a grandes ciudades superpobladas y modernas, que albergan a gente sola, pero la potencia visual del film de Asif Kapadia es terriblemente brutal, al punto tal que es tan válido pensar a la historia como parte de paisaje, en vez de lo contrario.
El detalle: el sonido del hielo quebrándose por la llegada de la primavera, muy sutil.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0860866/
domingo, 21 de septiembre de 2008
Caramelo de menta
Lee Chang-dong es escritor, director y novelista nacido en 1954. En el período 2003-2004 fue ministro de cultura y turismo de su país, Corea del Sur. Según sus propias palabras, durante la campaña electoral, el entonces candidato y más tarde presidente Roh Moo-hyun prometió que de ganar las elecciones, su ministro de cultura sería un personaje elegido del campo de la cultura más que un político de carrera. El hecho es que una vez en el sillón presidencial, Lee Chang-dong fue recomendado para ocupar el cargo por clamor popular.
Ya antes de llegar a filmar era un reconocido escritor y al poco de lanzar su primer novela fue convocado para escribir para el cine. Caramelo de menta es su segunda película, y al igual que su predecesora, El pez verde, constituye una crítica a la sociedad coreana.
La historia se centra en Yeong-ho, quien se suicida al comienzo de la película, y en ese momento ve pasar frente a sus ojos los últimos veinte años de su vida, y de alguna forma, los sucesos más relevantes de la historia reciente de su país. Yeong-ho pasó sucesivamente por la milicia, la policía y posteriormente los negocios. Corea del sur, retratada como democrática y capitalista, vivió en los 80 una fuerte carga ideológica orientada a su antagónica del norte, socialista y nacionalista. En realidad estuvo gobernada por regímenes autoritarios, y recién en 1987 se realizaron elecciones justas y directas. El caramelo de menta del título alude a la primera golosina que apareció en el país, y su relación con la frescura y la inocencia de la juventud.
El film está narrado en capítulos que constituyen los hitos fundamentales en la vida del protagonista, en forma cronológica inversa. No son correctas las comparaciones con Memento, de Christopher Nolan. Aquí el sentido del relato está estructurado en un orden que no puede ser otro por la densidad del drama del personaje, y no responde a ningún cliché o guiño snob por parte de su director. Nota: reconozco que a Memento le guardo algún rencor por hacerme esforzar más de la cuenta en llevar el hilo en un laberinto, y que esta situación de forma terminó por alejarme de la compresión del drama en cuestión.
Acompaña a Sol Kyung-gu como Yeong-ho, la gran Moon So-ri, que tras este film descollaría en Oasis (del mismo director) y La esposa de buen abogado.
Imdb:http://www.imdb.com/title/tt0247613
lunes, 8 de septiembre de 2008
La mujer sin cabeza
Lucrecia Martel es una de las directoras argentinas más lúcidas de la actualidad. Forma parte del conglomerado de realizadores que hace más de una década protagonizaron el proyecto llamado “nuevo cine argentino”, junto con Pablo Trapero, Adrián Caetano, Alejandro Agresti, entre otros. La mujer sin cabeza es su tercer film, y al igual que en los anteriores, muestra un trabajo de neto corte intimista, con alto contenido psicológico.
Verónica (María Onetto) es una mujer en sus cincuenta, que conduce sola su automóvil por un camino de tierra, y en un momento de distracción ante el llamado de su teléfono celular, atropella algo (o alguien), que casi le hace perder el control del vehículo. Hay una frenada, una coleada del auto, sus anteojos que vuelan por el aire y un golpe leve en la cabeza: afuera sólo hay una nube de polvo producto de evento. Verónica mira por los espejos, pero la tierra le impide ver con claridad. Después de unos instantes de vacilación finalmente decide salir del auto, sin alejarse, intenta mirar hacia atrás. Mientras tanto, la tormenta que amenazó toda el día finalmente se concreta. Verónica decide volver al auto y alejarse del lugar. Y a partir de allí ya no volverá a ser la misma mujer.
Posteriormente nos enteraremos que Verónica es dentista, su marido Marcos (César Bordón) tiene un estudio profesional, y a juzgar por su casa, sus automóviles y el numeroso personal doméstico, parece ser dueña de un buen pasar económico. Es una mujer madura y de cuidado aspecto físico, se preocupa mucho por su pelo, recibe masajes, y se la ve siempre bien vestida.
Sin embargo, este suceso en la ruta la transforma en una mujer totalmente ausente, enajenada, y fundamentalmente, para nada dueña de sí misma. Los días siguientes al accidente, le cuesta articular palabra, está carente de respuesta para el nivel de exigencia de su medio, y cuenta con una mirada vidriosa y gélida. Finalmente decide contar lo sucedido a su esposo, y juntos inician un viaje al lugar del hecho, pero una vez allí no encuentran nada que pueda confirmar cualquier hipótesis.
El film centra su virtud más en lo que está omitido y ausente que en lo dicho. Es una película de silencios, planos falsos, gestos indefinidos. Decididamente no apta para quienes le exigen al cine un momento de distracción carente de esfuerzo mental, esta película dura 87 minutos en la pantalla y largas horas en el café, tratando de destrabar todas esas microseñales que se van sucediendo.
El cine de Martel ya muestra marcas propias: la familia provinciana acomodada, la relación con la servidumbre, la cercanía con el poder, todos componentes infaltables en toda burguesía del interior de La Argentina. Hay algo de relaciones incestuosas, infidelidades, e insinuaciones homosexuales. Y están las mujeres una vez más dominando la escena, como en todas las películas de la directora, haciéndose dueñas del timón de la historia.
Onetto inquieta por su inestabilidad: las dudas la transforman en una persona tan vulnerable que logra desacomodar al espectador en la butaca. Completan el elenco Claudia Cantero como Josefina, una mujer muy moderna y segura de sí, pero incapaz de ver lo que le sucede alrededor; como Candita está Inés Efrón, una jóven actriz que para lo que va de su carrera ya carga con papeles algo atormentados, y María Vaner como la Tía Lala, una anciana senil, pero que igualmente sigue nucleando a la familia. Y desde el lecho esta actriz de gran trayectoria, fallecida a poco de estrenarse el film, parece transformarse en el complemento perfecto de Verónica: una cabeza sin cuerpo, que a la vez parece ser la única persona que interpreta lo que le pasa. “Esa no es tu voz”, le dice. “La casa está poblada de espantos, si no los mirás, se van”. Verónica se retuerce, parece salir de su letargo con cada mensaje que se le cruza. O como cuando el jardinero que trabaja en su casa encuentra algo bajo el pasto. “¿Qué es lo que hay?”, pregunta alterada Verónica. Pero todos se apuran a calmarla, a hacerle ver que todo lo que sucede no sucede, sino que parece que está allí.
Gran película es La mujer sin cabeza. Difícil encontrar en el cine argentino reciente un trabajo de igual vuelo y tanto significado.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt1221141/
sábado, 6 de septiembre de 2008
El poder de la provincia Kangwon
Esta es la segunda película que el director coreano Hong Sang Soo filmó, allá en 1998. Cómo se verá en otros trabajos posteriores, tiene la particularidad de estar partida en dos partes bien diferenciadas, separadas apenas por un cuadro negro de un par de segundos.
La primera parte cuenta las historia de tres amigas que realizan un viaje de vacaciones a la provincia de Kangwon, al norte de Corea del Sur. Allí conocen a un policía, quien las asiste como guía durante su estadía en el lugar. Durante una noche, todos caen en una borrachera, y Jisook, una de las chicas, acaba durmiendo con él. Una vez finalizadas las vacaciones, Jisook volverá eventualmente a Kangwon a encontrarse con el hombre, que está casado. Ella viene de terminar una relación con otro hombre mayor que ella, también casado, llamado Sangkwon.
En la segunda parte de la película vemos la historia de Sangkwon, el antiguo amante de Jisook, quien vive en familia con su esposa y su pequeño hijo. Sangkwon está atravesando un momento de crisis con su trabajo y su vida, particularmente después del rompimiento con su joven amante.
Es cuando un amigo le ofrece irse unos días de vacaciones a Kangwon, y él acepta más como una oportunidad de cambiar de suerte. Ambos hombres aprovechan las noches de soltería para salir de copas y contactar prostitutas. Sin embargo, la imagen de su antigua aventura sobrevuela cada sitio que visita, y cada encuentro que intenta concretar, más como una maldición que como un fenómeno.
Si bien ambas historias suceden en el mismo lugar y al mismo tiempo, sus dos protagonistas no cruzarán sus caminos.
Sumamente contemplativa, tranquila y muy emocional, en esta película aparecerán marcas de fábrica del director coreano. Los detalles que componen el cuadro final casi siempre se encuentran fuera de plano, o sucediendo con naturalidad por detrás de la imágen principal. La soledad y la insatisfacción que rodea a cada personaje, se muestran como una contradicción de los sitios superpoblados que frecuentan.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0156906/
viernes, 5 de septiembre de 2008
La herida
La película La herida cuenta la historia del Dr Fleming (Jeremy Irons), un ministro de gobierno que se encuentra en la meseta de su carrera. Fleming está casado con Ingrid (Miranda Richardson) y tiene dos hijos: Sally, una adolescente que carga con sus crisis, y Martyn, un muchacho mayor que trabaja en un periódico y está a punto de presentarles a sus padres a su nueva conquista. La vida del ministro no parece tener sobresaltos: vive en una casa muy bien puesta, está ubicada en un lindo barrio y tiene una criada latina; se advierte en el trato cotidiano del matrimonio cierto efecto de planicie producido por el paso de los años. En una charla con su esposa, Fleming muestra cierta reticencia a seguir ascendiendo en la carrera política, sabe que implicaría ciertos sacrificios que no estaría dispuesto a afrontar, y así lo expresa: “Mi familia es más importante para mí que mi carrera”, le dice para luego deambular solitario por el comedor de su casa, tan iluminada y poblada de objetos de arte, como falta de vida.
En una de las tantas aburridas veladas que exige el protocolo de su trabajo, Fleming se encuentra frente a frente con Ana (Juliette Binoche), quien se presenta como la novia de su hijo. Ana es una joven de una belleza tan misteriosa como enigmática, de aspecto pulcro y distante. La conversación entre ellos no puede ser más interrumpida por las propias miradas que se brindan el uno al otro, con enormes e incómodos silencios, pero sumamente expresivos. Posteriormente, Ana será presentada oficialmente en su propia casa por Martyn, y los cruces de gestos entre ellos serán una constante.
Nacerá en muy poco tiempo una relación tan apasionada y complicada entre ellos como inexplicable, con una casi ausencia de palabras, tal vez las mínimas como para concretar los fogosos encuentros. El ministro, que puede moverse como un pez en el agua ante periodistas y cuestiones del poder, muestra una debilidad y una compulsión extrema ante esta mujer, a la par que se formalizan los preparativos de casamiento con su hijo.
Un triángulo muy interesante, con un Jeremy Irons una vez en sus tortuosos papeles, con gran habilidad para mutar entre el todopoderoso y el débil hombre que cede a sus pasiones. Juliette Binoche es dueña de una belleza sumamente europea, gélida e intocable. La mejor escena está, sin embargo, a cargo de Miranda Richardson, nominada al premio Oscar del año 93, justamente por este papel.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0104237/
sábado, 30 de agosto de 2008
Ryuichi Hiroki, el hombre que conoce a las mujeres
Ryuichi Hiroki es un director japonés nacido en 1955, y parece que de lo que más sabe es acerca de las mujeres. O al menos, del alma femenina, su cuerpo y sus sentires, como lo refleja en sus películas.
Hiroki proviene del pinku-eiga, que es la denominación que en Japón recibe el porno soft, o películas rosas. Este en un género muy popular en el imperio, y a diferencia de lo que sucede en occidente, haber pasado por allí no significa ningún descrédito, que lo digan Takashi Miike o Kiyoshi Kurosawa, entre otros. En una entrevista, el mismo Hiroki comenta que por aquellos años 70, trabajar en este tipo de cine era una forma de entrar en el circuito, como también lo eran las películas de yakuzas. Encima, la vorágine de este tipo de mercado exige la producción de películas en cantidad y con poco tiempo de realización, con lo cual, resultó ser una formación por demás interesante a la hora de manejar presupuestos y tiempos acotados. El director le tiene un cariño especial a este género, y no descarta volver a él en el futuro.
Hiroki cierra esta etapa allí por los 90, y en el año 2000 realiza “I Am an S+M Writer” (Soy un escritor Sado Masoquista - Futei no kisetsu), de alguna forma tendiendo un puente a lo que sería su nuevo estilo cinematográfico. Este film, lleno de toques satíricos y de humor, cuenta la historia de un escritor que para obtener inspiración, le pide a su asistente que tenga relaciones sexuales con modelos contratadas, a las cuales ata con sogas y cuelga de arneses, todo esto en la propia casa del escritor y bajo la mirada asombrada de la esposa. Hiroki cuenta que buscó realizar una película del estilo pinku-eiga, pero que se pueda mostrar en salas comunes y corrientes.
“Las mujeres son más interesantes que los hombres, son más fuertes y capaces, más divertidas y sensibles”, dice Hiroki, y en busca de una mujer compleja llega a “Tokyo Garbage Girl” (La chica de la basura de Tokyo - Tokyo gomi onna). Miyuki es una camarera sumamente tímida que está enamorada en secreto de su vecino Yoshinori, un joven que trata de despegar como músico de rock. La mujer aprovecha la oscuridad de la noche para hurguetear en la basura de Yoshinori y rearmar en su casa una forma de cuadro de situación de su amado en función las cosas que deshecha. El voyeurismo, la compulsión que azota a Miyuki y la confrontación a la que verá sometida cuando su vecino la descubra, son imágenes que Hiroki construye magistralmente.
El éxito internacional llega en 2003 con Vibrator (Vibrador - Vibrator). Está basada en una novela escrita por Mari Akasaka, y se trata de las experiencias de Rei, y su encuentro casual con un chofer de camiones de larga distancia. Rei es una mujer solitaria, que padece bulimia y anorexia, y busca combatir su soledad con el alcohol. Rei habla sola, o se habla a sí misma, y todos estos diálogos aparecen en la pantalla como carteles de cine mudo. “La inscripción de la palabra sobre la pantalla aparece en toda la obra de Godard, claro”, subraya Hiroki con nobleza. El vibrador al que hace referencia el título no tiene ninguna connotación sexual, sino que es la alarma que Rei ha elegido para su teléfono celular, que suena eventualmente bien cerca de su corazón, a modo de marcapasos.
Vibrator fue un éxito en Japón y gracias a la difusión aportada por diversos festivales, proyectó a Hiroki a nivel internacional. La actriz protagónica del film,la brillante Shinobu Terajima, y el el propio director se alzaron con cuanto premio hubo en danza por oriente. La imagen de la mujer japonesa que mostraba la cinta fue criticada por cierto sector pacato de la sociedad nipona. Hiroki se defiende: “Es verdad que la forma en que la protagonista toma la iniciativa sexual es bastante subversiva en relación con el modelo tradicional de mujer japonesa. Y ni qué decir de su alcoholismo. Pero el público la aceptó bien, y las mujeres se sintieron tan representadas que el protagonista llegó a convertirse en una especie de sex symbol.”
En 2004 vuelve con L`Amant, (El amante - L´amant), una historia acerca de una una colegiala que acepta un contrato para ser amante de tres hombres adultos a lo largo de un año. Esta vez se trata de un manga de Naito Yamada, y como era de esperarse, la crítica volvió a cargar contra Hiroki. “No es que todas las colegialas de mi país tengan hoy en día una conducta sexual tan extrema. Pero lo cierto es que, por suerte, están lo suficientemente modernizadas como para hacer lo que quieren y cuando quieren, sin demasiados prejuicios”, descargó el director.
It's Only Talk (Sólo son habladurías, Yawarakai seikatsu nos encuentra en 2005, relatando la historia de Yuko, una mujer en sus treinta padeciendo una severa depresión. Interpretada una vez más de manera magistral por Terajima, Yuko aparece soltera, con profundos sentimientos de aislamiento y orfandad, vive con una economía muy al día, y trata de paliar su soledad contactándose con personas por la internet. Una superpoblada ciudad asiática será el marco de este melodrama sobre relaciones humanas de alto impacto, en donde Hiroki vuelve a mostrar su particular ojo para retratar la sensibilidad femenina. Ganadora de la octava edición del Festival de Cine Asiático de Barcelona, “It’s Only Talk” pudo soportar el enorme peso de su anterior Vibrator, y afrontar con aire las críticas.
En 2005 formó parte del compilado Female (Femenino - Fîmeiru) en el que aportó su corto Taiyô no mieru basho made (Conduzca hasta que vea el sol). En este trabajo se cuentan historias sobre mujeres realizadas por directores japoneses, y como no podía de otra forma, Hiroki estuvo allí presente.
Quien tenga posibilidad de acercarse a este excelente realizador no volverá a mirar a una mujer de la misma forma. Hiroki es capaz de hacer de que los hombres comprendan más de los silencios femeninos, de sus miradas y cavilaciones, de sus incomodidades y de sus momentos de duda. Y las mujeres estarán más que agradecidas de sentirse al menos un poco más en compañía.
viernes, 29 de agosto de 2008
Laurie Anderson en Argentina
Laurie Anderson se presentó los días 27 y 28 de agosto del 2008 en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, y tuve la suerte de estar allí en la jornada del 28. El evento resultó ser un bloque homogéneo que a lo largo de la noche no mostró fisuras, si bien al público local le costó sostener el ritmo planteado desde el escenario.
El trabajo Homeland presentado por la artista es de un corte sonoro bajo, lento, musicalmente rozando el minimalismo y con una importante bajada de línea desde lo discursivo, lo cual pudo ser seguido por la audiencia gracias a que el show fue subtitulado en tiempo real.
Anderson habló mucho, cada vez más, según su tendencia en los últimos tiempos. En otros artistas se especularía que se trata de alguien que se quedó sin voz, o sin melodías nuevas para mostrar. Aquí parece tratarse de quien intenta ser tan abarcativo como puede, y va más allá de su dominio inicial que sería el pentagrama, para adentrarse en la poesía, o (más allá aún) en el discurso político y social, haciéndose cargo y dando por tierra aquella vieja discusión que debate si el artista debe inmiscuirse en no en la política y en las cuestiones sociales que lo contienen: el artista lo hace y hará aunque no quiera, porque es y será parte de ello, es un instrumento de su tiempo, y su conciencia social estará (por emisión o por omisión) siempre presente en su discurso.
Por eso Anderson no paró de hablar de su país, Estados Unidos, y de las cosas que allí suceden, o bien hacen suceder en el mundo los norteamericanos. Con una excelente dosis de apocalipsis y humor negro, logró una vez más despertar conciencias acercando una sonrisa a quienes la disfrutaron.
La historia de un pájaro que vuela con su bandada en los tiempos en el que ni siquiera había tierra dónde posarse. Es así que vuela en círculos todo el tiempo, y cuando su padre muere, se da cuenta que no tiene dónde enterrarlo, así que decide ponerlo detrás de su cabeza para dar origen a la memoria.
Más tarde vino "Only an expert", la interesante visión acerca de los expertos, los problemas, y la obsesión norteamericana por el control, tal vez el momento más movido desde la electrónica de la noche. "Underwear gods" habló sobre los gigantes letreros de modelos y artistas en ropa interior que pueblan la ciudad, con sus cuerpos que ocupan varios pisos de los edificios.
Muy presente siempre el concepto de Homeland, la madre patria, aquella que seguramente mucho le duele a Laurie verla hoy en día. "¿Por qué nos odian?" se pregunta con inocencia en un pasaje, y más tarde vuelve a la carga con "Llamándolos a filas", una oscura imagen en la que nos muestra modernos ejércitos conformados por niños.
Lou Reed apareció como invitado para hablar del "Perdido arte de la conversación", agregando una disonante cuota de volumen y distorsión, y para que el público pudiera saciar su sed de tribuna. ¿Conocemos y queremos tánto a Lou, o es su imágen la que tanto nos lleva a vivarlo de esa forma? No puedo evitar pensar en aquello que se dice en la Argentina acerca de Borges, el escritor más comentado y a la vez el menos leído. El esposo aportó su tono particular de voz, y dió el color justo a la canción que hablaba acerca la forma en que nos comunicarnos, en medio de distorsiones y alto volúmen, que mucho se distanciaron del tono pastel que daba la cálida electrónica de Anderson. Al final del show volvió a posar para el aplauso.
En marzo, Laurie Anderson y Lou Reed participaron Speak Up!, un concierto a beneficio para la paz en Irak y la justicia en casa, junto a otros artistas como Norah Jones, David Byrne, Moby, Damien Rice, apoyando a ex combatientes de Irak y Afganistán en contra de la guerra, y clamando justicia por las atrocidades cometidas por las fuerzas norteamericanas en uno y otro bando.
Se fue Laurie Anderson, con el cálido aplauso que se merecía, dejándonos a todos llenos de arte y emoción, con una mezcla de alegría por lo visto, y la vez de inquietud por lo que nos hizo ver, recordándonos que este mundo es peligroso mucho antes del 11 de septiembre de las torres, si bien había dos represores más juzgados y condenados en la Argentina. Cuando algunos empezábamos a pensar cabizbajos en el regreso nuestras realidades, volvió el ángel extraño a deleitarnos con una preciosa melodía de su violín. Allí se acercó por vez primera al borde del escenario, sola, como dándonos una caricia a cada uno, que nos sirviera para poder llegar a casa al menos un poco menos tristes.
martes, 26 de agosto de 2008
No quiero dormir solo
Tsai Ming-liang es un director malayo de los llamados "de culto". Del mismo modo que "la actitud", ser "de culto" es un código que engloba distintas características, que difieren en función del género o el estilo al que se hace referencia, pero que invariablemente tiene asociado un halo de exclusividad que lo hace distintivo de la gran masa, aún de la gran masa de los que ya son "buenos". Si además de ser "bueno", se es "de culto", estamos hablando de así como Gardel con guitarra eléctrica.
Este señor nació en Malasia, pero realizó gran parte de su cine en Taiwan. Hay mucha información en internet sobre él, que más allá de no ser justo reproducir aquí, escapa al alcance de este artículo. Sus películas están llenas de planos largos, imágenes muy cuidadas, son protagonizadas por personas normales haciendo de tales y los paisajes que se nos muestran son de todo menos cartón pintado.
No quiero dormir solo (I Don't Want to Sleep Alone - 2006) es su último largo, en el cual se ve una Kuala Lumpur que muestra los resultados de la crisis asiática de los 90, que en realidad no es tan asiática, sino más bien, el resultado de los experimentos neo-liberales realizados en el tercer mundo, Latinoamérica incluida. Enormes edificios sin terminar son testigos de la gula capitalista que abandonó a esta ciudad y su gente a la buena de los dioses. Allí transcurre esta historia, seca, casi sin diálogos, y no porque sobren las palabras, sino porque sencillamente no hay mucho que pueda decirse.
El esqueleto de un edificio abandonado a la mitad de su construcción hace de refugio eventual de los excluidos del sistema. En el centro del mismo, el agua se ha acumulado, y ofrece el escenario en el que todos comulgan noche tras noche. Son distintas historias, separadas pero unidas por el hilo que tiende la crisis, personas que cuidan a sus pares que están en una cama por algún motivo, algunos casi en coma, otros apenas inconscientes, algunos volverán a reaccionar, otros, no podemos saberlo. Los bañan, los alimentan, y se alimentan de la esperanza de algún día volver a ver la luz con sus propios ojos, no luces ajenas de brillo temporario vendidas como un sol eterno. En medio de todos ellos, la única satisfacción que puede contenerlos, hacerlos sentir vivos de vez en cuando: el sexo, omnipresente tanto como el agua en las películas de Tsai Ming-liang. Pero tampoco es gratuito, este placer viene a veces con muchas culpas y complejos, y es que ya ni siquiera parece ser posible gozar libremente para estas personas.
Allí dónde la película puede parecer inconexa, o más bien desconectada en cuanto a las historias que la componen, es el momento que se integra magistralmente, casi como intentando todas las respuestas juntas en una sola escena.
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0855824/
lunes, 25 de agosto de 2008
Tres minutos
Esta es una película que requiere algo de amor por el cine argentino, fundamentalmente para lograr atravesar los primeros veinte minutos.
Allí aparece unos de los defectos a mi juicio más recurrentes de nuestro cine, que es el tratamiento de los diálogos. Yo siempre que veo en una película a actores haciendo de gente normal, hago el ejercicio de imaginármelos dentro de lo que sería mi cotidianeidad, en alguna circunstancia casual, cualquiera. Y a veces sucede que lo que menos me surge es la naturalidad, es decir: los actores haciendo de gente normal hablando no hablan como lo haría la gente normal. Parece demasiado pautado, sin pausas, con respuestas ingeniosas todo el tiempo y sin baches, casi leído. Pasado este ligero trance, y fundamentalmente cuando la película cae en poder de los dos protagonistas, levanta mucho en fluidez y calidad, marcando una importante diferencia con el resto del plantel.
Se trata de una historia de fantasía y romance. Alex (Nicolás Pauls) es un periodista al que le hacen tomar unas píldoras que le provocan algo que para su labor parece indispensable: el poder hablar rápido frente a la cámara (¿¡). Ana (Julieta Zylberberg, una de las perlas salidas del recordado Magazine For Fai), hace de chica pueblerina que quiere rendir su examen de piano para entran en una orquesta. Como tiene problemas con la velocidad de sus dedos, descubre el truco de las pastillitas, y decide probarlas. Claro, se excede con la dosis, y termina moviéndose a una velocidad tal que el mundo a su alrededor parece detenido. Él irá a su encuentro (sobredosis mediante, claro), y juntos vivirán una historia de amor en un pueblito (más) detenido en el tiempo.
La dirigió Diego Lublinsky, quién también realizó los ciclos "El otro lado" y "El visitante", conducidos por el recordado Fabián Polosecki. El resto del elenco lo completan Lidia Catalano, Antonella Costa, Horacio Peña y Franklin Caicedo.
La escena: Pauls con el mundo detenido tratando de cocinar un bife a la plancha, con la llama de la hornalla paralizada. Brillante.
Página Web: http://www.tresminutos.com.ar/index.htm
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0490016/
viernes, 22 de agosto de 2008
Du levande
Este excelente film llega con sorpresa. No hay protagónicos que sobresalgan, ni conflictos demasiado estremecedores. Se trata más bien de un film de situaciones, a decir por el título original (“Tu, que vives”) aquellas que se podrían encontrar en la vida de las personas.
La magia del film radica justamente en transformar estas situaciones en momentos de gran fantasía, en pasajes que mixturan sueños y pesadillas, o bien en relatos sumamente graciosos, pero todos ellos como parte de un contínuo devenir, un tránsito por el hilo conductor de todos ellos que es, justamente, la vida misma.
¿Qué puede tener de particular ver a un integrante de una banda ensayando su parte de bombo? ¿O una tormenta tan descomunal que hace paralizar a toda una ciudad, solamente para mirarla? Las escenas se suceden y no dejan de cautivar, tal vez por la pericia de una cámara que sabe componer cuadros sumamente acertados, más por lo que sucede en el segundo plano que en el foco.
Más que agradable y reconfortante, un verdadero bálsamo para los ojos y una apuesta para almas que ya no creen más en las emociones.
Página Web: http://www.royandersson.com/dulevande/
Imdb: http://www.imdb.com/title/tt0445336/
martes, 19 de agosto de 2008
Los riesgos de la belleza
Descubrí a Scarlett Johansson en la película Perdidos en Tokio, allá por 2003. Si bien como a muchos me cautivó su belleza y figura, también me sedujo su pose de niña frágil, su cara lavada, y su postura algo adolescente, como de desgano y despreocupación. Posteriormente la encontré en sus otros trabajos, y allí confirmé esta sensación inicial que sobrepasaba las supuestas exigencias del personaje de aquel film. Scarlett brillaba, básicamente por su sencillez y soltura.
Luego llegó la fama, con Woody Allen incluido, y el momento para empezar cosechar algo de lo sembrado en estos últimos quince años. Entónces Scarlett decide sacar un disco.
Hasta aquí la historia carece de sorpresas: no es la primera vez que una muñequita de hollywood cierra el combo con una actividad extra como la música, aunque esta vez el resultado es bien diferente.
Por empezar, la elección de versionar a Tom Waits puede parecer algo pretenciosa para un debut. La otra opción es creer que a esta chica le gustan los riesgos, y resulta ser que a poco de escuchar el disco uno se da cuenta que es justamente allí donde radica su valor, en contar con la actitud necesaria para afrontar tal riesgo.
Actualmente el valor más preciado parece ser la actitud. Se puede carecer casi absolutamente de todo menos de actitud, y por otra parte, funciona casi como un comodín que justifica cualquier esperpento: “la actitud es todo”, se dice por ahí, como intentando suplir el resultado que los años y el trabajo generan en las cosas y las personas. Sólo que en la bella Scarlett la actitud no es ninguna excusa.
Su voz sale tan lavada como su rostro en la pantalla, sin los ajustes ni modulaciones que aplicaría un cantante formado en la academia. Posteriormente la técnica del estudio se encargará de agregar los efectos adecuados como para conformar la estela de magia necesaria. Cantar bien (cómo lo que entendería un profesional o docente en la materia) es un detalle que ha quedado fuera de protocolo hace años, sino que se lo digan al mismísimo Tom cuando compuso estas canciones. Scarlett hace agua en los registros graves y le cuesta mantener el tono en algunos pasajes, pero el espíritu de este disco pasa por otro lado. Se trata más bien de dejarse cautivar por el sonido envolvente, casi hipnótico, muy emparentado con el lo-fi que nos propone Anywhere I Lay My Head, algo así cómo “Dónde sea que apoye mi cabeza”
La bella Scarlett camina por la cuerda sin preocuparse cuánto se tense. Pudo haberse acomodado en el confort de un disco pop con algún hit de difusión compuesto para el caso, pero decidió el viaje más complicado: suerte para nosotros, que podemos disfrutar de un paseo musical que no somos capaces de intuir donde acaba hasta que lo hace.
Hasta hay regalitos: David Bowie le hace los coros en un par de canciones, e Ivo Watts-Russel (fundador del sello alternativo 4AD, productor de grupos como Cocteau Twins y This Mortal Coil) aparece como parte del equipo.
La bella Scarlett no es cantante, es actriz. Su disco hay que verlo, es mucho más que una experiencia sonora. Hay texturas, capas, aromas, mucho para deleitar, pero no desde los manuales de estilo. Este disco se escucha con otra parte del cuerpo.
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